Por Ariel Lomasto
Hace algunos años nada más, apenas en el siglo VIII antes de Cristo y posiblemente en la actual Turquía (antes Esmirna), nació y vivió el primer cronista “especializado” en boxeo que se tenga registro. Si bien hay quienes dudan de la propia existencia del mencionado reportero (los mismos que obviamente ponen en tela de juicio la autoría del relato), no es el momento para averiguarlo. Sí es oportuno mencionar que los registros de aquellos cincuenta y un días enmarcados en una guerra de años en la ciudad de Troya comprenden sorprendentes escenas de pugilismo que Homero, su posible autor, redactó de la forma más cruel que tal vez pueda imaginarse.
Personaje mítico a este tal Homero se le atribuye La Odisea y La Ilíada, en este último compendio de actividades, muchas de ellas deportivas, existe un apartado que se titula El Pugilato y en él se puede leer el mencionado primer combate de boxeo registrado y redactado.
Rincón rojo, por así decirlo, estaba Epeo, hijo de Panopeo y su rival, en el rincón azul, ya que estamos, se alzó su contrincante: Euríalo, hijo de Mecisteo de Talayonida. El ganador se llevaba una mula de unos pocos años y el perdedor, una copa de doble asa. Como emulando los fulminantes triunfos de Tyson le bastó a Epeo un poderoso golpe en la mejilla de Euríalo quien, según Homero, no pudo sostenerse más en pie porque “sus hermosos miembros desfallecieron”. El ganador arrió la mula a su aposento y después de brindar honores a Apolo sintió el clamor de la muchedumbre; el derrotado todavía, y por largo rato inconsciente, fue ayudado a salir del ruedo entre muestras de dolor y empapado de sangre su cuerpo. Algún segundo, o como quiera llamarse en ese entonces, casi con vergüenza y disimulo, tomó la copa de doble asa que le pertenecía al caído Euríalo.
Inmerso en este cruel espectáculo se esconde parte de la idiosincrasia misma del box. Epeo, triunfante y eufórico, fue el primero en colaborar con Euríalo para que éste pueda recomponer su espíritu y asegurado su rival en manos de los asistentes recién entonces Epeo festejó y disfrutó de su mula. En la actualidad, la caballerosidad del boxeo es el pilar básico de la actividad hasta el punto tal que posiblemente sea el ring el único ámbito donde dos rudos peleadores muestren actitudes de amistad, discuplas, abrazos, caricias y por qué no besos, que no podrían expresar por razones obvias en otro lado.
El Pugilato, en la Ilíada, supuestamente de Homero, es el primerprimer reflejo escrito de combate alguno, al menos de lo conocido hasta la actualidad.
Ariel Lomasto
lomastoariel@yahoo.com.ar
5 comentarios
Como siempre el maestro Lomasto dando crateda de cultura boxística, es un placer leerte.
LA VERDAD, EL SR LAMASTO SIEMPRE SE LA RIFA, QUE BUEN ESCRITOR ES EL SR MIS RESPETOS.
excelente Sr LOMasTO…me ha encantado de principio a fin su escrito y casi senti que estaba en aquella epoca al leerle…su ensayo es a la vez es una respuesta categorica a un comentario ofensivo que hicieron en su anterior artic .ulo….bien por usted.saludos
Gran Gran articulo encerio muy bien redactado.
senor lomazato muy interesante su articulo pone uno a volar la imaginacio n