Por Andrés Pascual
Tal vez concluyó la leyenda de los incautos
Si para algo sirvió el pleito estelar de Las Vegas Márquez-Pacquiao III, lo ha sido para levantar ronchas y establecer polémicas por la diferencia de opinión en cuanto al resultado: Emanuel Steward vio perder a Márquez desde antes de que comenzara el pleito y casi lo dijo al final (le paga HBO, Zar único del boxeo); una cantidad relativamente discreta temen decir que consideran ganador al asiático ante la oposición abrumadora que vio ganar al pupilo de Nacho Beristaín.
¿Fue una pelea apretada? No, fue fácil: un boxeador que contragolpeó con efectividad a otro que se frustró tanto que no supo qué hacer, sino hasta el 9no, cuando tampoco encontró la luz y se dedicó a embestir sin coordinación ni puntería, solo bueno para que en los jueces y en cierta cantidad de fanáticos, quedara la tan falsa y manoseada imagen de “terminó mejor y tirando más”, ni lo uno ni lo otro, porque no es tirar, sino tirar y dar, que se parecen, pero no es lo mismo. Además, el mexicano no guardó las manos, no fue este el caso de De La Hoya, que también le ganó a Trinidad, pero estuvo 3 rounds sin ni hacer intentos.
En un ameno intercambio de opiniones con el comentarista radial Broderick Zerpa, jefe de la página (una sola, que a veces ni una dan) de deportes del Diario las Américas de Miami, si bien coincidimos en el punto Márquez ganó, que significa “fue robado”, me percaté que tal vez haya sido influido por algo que Kevin Iole me había enviado por correo electrónico hace 21 días: “hay comentarios que pretenden utilizar para desacreditar a Márquez si gana, como un tratamiento de oxigenación sanguínea, cámara hiperbárica y quién diablos sabe qué más” la tendenciosa justificación ante lo que pudiera pasar y pasó, también hizo diana en el historiador Melchor Rodríguez, al extremo de que vio otra pelea posiblemente.
Es una calumnia de gaveta vieja y olvidada contrarrestar con semejantes insultos cuando los golpes se van a quedar fuera de distancia y se sabe, es un “unfair punch”.
Márquez ganó porque dominó de arriba abajo por lo menos 8 rounds completos, perdió tres y, uno, el 11no, dudoso, como para ni especular con algo que me envió Amaury Pi de que “cualquiera la merecía”.
Todas estas opiniones son para tratar de paliar el desencanto de quienes creyeron que Pacquiao era de verdad, cuando no fue más que una camisa manufacturada en China con etiqueta de Versace desde que comenzó a escalar divisiones de forma exagerada.
Lo peor de todo, una crónica de EFE en la que el redactor escribe en el contenido que, porque el filipino ganó los rounds finales, pues se llevó la victoria; sin embargo, en el título, contradictoriamente, dice que al azteca le robaron la pelea. En casos como este, se pregunta, ¿te peinas, o te haces los papelillos?
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