Día: 31 de diciembre de 2011

Por Andrés Pascual La máxima estrella del boxeo profesional es HBO-PPV Ningún pugilista ha brillado más que la televisión, desde que el artefacto se convirtió en el vehículo capaz de transportar las habilidades del virtuoso del ring a la sala familiar. Hoy, el boxeador sin acceso o con limitada participación a los programas de las grandes cadenas Premium se muere de hambre: puede ser todo lo bueno posible; puede emular la grandiosidad del pasado, pero no tendrá dinero si HBO, sobre todo, o SHOWTIME, no le confían con frecuencia un turno, aunque sea preliminar, en sus calendarios. El boxeo, como cualquier otro deporte profesional, es un negocio de mucho más que generosas cantidades de dinero y la televisión americana, como todo lo que hace esta gente en asuntos de billetes, es al seguro. Si a Maravilla Martínez lo despojaron de su faja fue para demostrar que, en este negocio, hasta un mediocre, con el pulpo televisivo detrás, puede vender. Ningún promotor da ese paso si no tiene a la televisión americana detrás, llámese Sulaimán o Arum, a fin de cuentas, el cinturón de diamantes se creó para el circuito guantes de oro a finales de los 60’s como premio a la excelencia boxística amateur; hoy lo rescató el profesionalismo como un vulgar premio de consolación que desvíe la atención de la barbaridad que fue despojar de su corona al mejor boxeador del mundo, algo que, posiblemente, se elucubró en las oficinas de la televisión también. De un gran boxeador sin ángel ni cantidad de público que pueda superar lo estimado, como el argentino, a un peleador inflado con el que harán el billete previsto, como Julio C Chávez jr, ahí, como decía Cantinflas, “está el detalle”; porque, otra cosa no, pero comprar órdenes de PPV-boxeo sí hace el mexicano como alimento de su complejo “del más macho”, no solo cavernícola; sino cuestionable en la vida civil por los abusos que soportan en su propio país, solo comparables a los de mis paisanos en Cuba, aunque, debo decirlo, no todos, que por algo están las Damas de Blanco y el presidio político plantado en calzoncillos como historia magnífica de intransigencia y valor moral y personal. El caso de los peleadores cubanos es el más aberrante, nunca están en estelares de buen dinero y, varios de ellos, tienen igual clase que muchos paquetes que no se bajan del ring apoyados por el sistema de Pague para Ver; otro, como Yuriorkis Gamboa, con tanta clase en las divisiones pequeñas como cualquier estrella; pero ninguno de los 12 millones de habitantes de la Isla pueden comprar el pleito y los menos de 100,000 fuera de Cuba que lo pueden hacer no completan ni para pagar dos rounds. Además, existe un riesgo grande si uno o más cubanos desbaratan a alguna de estas “gallinas de los huevos de oro”, propiedades televisivas, porque el antillano se llevaría la gloria, el aplauso y la alegría de su compatriota, pero el circuito perdería la pelea, al boxeador y, por todo esto, el dinero; porque, como empeño basado en ciertos complejos ajenos a la nacionalidad cubana, ningún “hermano de sus hermanos” tiene tendencia a reconocer la clase del peleador de la Mayor de las Antillas de hoy, mucho menos a seguirlo deportivamente. Como que todo eso lo saben los asesores de las cadenas de televisión, a las que están sometidos promotores, managers… como que los cubanos no cuentan con un respaldo fuerte, influyente en el negocio como una vez fue Cuco Conde, pues tienen que esperar que caiga la tiranía para poder competir por el puesto de “país que mas y mejores boxeadores tiene”, caso en el que la solución política de ventajas y beneficios para todo el pueblo, traería como consecuencia que millones compren la orden que ampare y respalde a su paisano; es decir, que les haga producir para la televisión el dinero que esta espera. Por todo esto y por más, por trucos que van desde resucitar a un muerto y colocarlo en Las Vegas por un campeonato en un peso que nunca peleó y para el que ni hizo escalafón, hasta influir en el robo de un pleito por el que se acusa a un promotor, es la televisión pagada la única y verdadera maravilla del boxeo, porque tiene en sus manos, desde afuera, el control del boxeador, de los jueves, del referí, de la pelea, del dinero y del publico y, hasta hoy, por encima de eso no hay fuerza humana posible.

Día: 31 de diciembre de 2011

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