Día: 7 de noviembre de 2014

Por Bernardo Pilatti ESPNDeportes.com @bernardopilatti Este sábado, quizás como nunca, Bernard Hopkins necesita triunfar sobre Sergey Kovalev. De esa victoria no solo dependerá su objetivo de llegar al medio siglo de existencia como campeón. Su legado, aunque parezca un absurdo, en gran medida, también depende de esta pelea. Y para entender esa, en apariencia, ilógica percepción, hay que empezar recordando el pasado de este gladiador increíble. Para Bernard Hopkins no hay mejor definición que la de "Alien". Él es un verdadero fenómeno que por capacidad física y mental parece ajeno a este mundo. Pero también es un ejemplo fenomenal de superación y victoria existencial de lo bueno sobre lo malo. Este doble campeón a punto de cumplir el medio siglo de existencia, fue un asaltante a los 13 años y entre sus delitos se contabilizaban intentos de asesinatos y robos a mano armada. Con 17 años fue condenado a pasar dieciocho años entre rejas. Solo pasó cinco años en prisión, que fueron suficientes para descubrir el Islam, descubrir el boxeo y descubrirse a sí mismo. Esa fue su primera victoria. Lo que ocurrió después, todos lo sabemos. El largo reinado como campeón mundial de los pesos medianos donde impuso un récord difícil de igualar con veinte defensas de título. Cuando ganó el cinturón de los semipesados al derrotar a Jean Pascal se transformó en el campeón de mayor edad en la historia del boxeo y entre otras hazañas inéditas, es el único púgil que ha logrado poseer simultáneamente los cinturones de una misma división (medianos) en los cuatro grandes organismos del boxeo mundial (CMB, OMB, FIB Y AMB) y defenderlos todos, más de una vez, en una misma pelea. En la estadística de los récords, Bernard Hopkins ocupará el primer lugar. Esa es la respuesta a los números. Sin embargo, hay otras preguntas que no tendrán una respuesta tan absoluta. ¿Le alcanzarán esos números para ocupar un lugar preponderante en la historia del boxeo mundial? ¿Ocupará su legado, en la consideración de los fanáticos, el mismo lugar que sus récords insuperables? Yo creo que no y Hopkins tampoco lo cree. Tal vez, su errónea apreciación de que su color de piel conspira contra su éxito sea una forma de hacer catarsis contra lo que impone la realidad. Hopkins no tiene carisma de súper estrella ni tampoco su boxeo es del estilo de una súper estrella. En consecuencia, como trayecto inevitable, en el libro de la memoria será parte de las páginas que casi nadie lee. Por si fuera poco, más allá de sus errores de juventud, su vida ha sido ejemplar, hasta diría que monótona y al extremo disciplinada. No se le conocen amoríos extravagantes, no ha sido acusado de violencia doméstica, no ha pasado por ninguna clínica de rehabilitación por drogas, no ha padecido juicios millonarios en su contra, no ha ostentado sus dólares en algún reality show, no ha organizado peleas payacescas o jugado al basquetbol creyendo que lo hacía bien o a desafinado cantando tontas baladas en algún show televisivo. ¡Vaya! por ese lado tampoco entrará a la historia de las celebridades como otros campeones contemporáneos. Hasta diríamos que tampoco tuvo la suerte de Muhammad Ali, que en su época sí enfrentó la discriminación racial y una guerra impopular como la de Vietnam, con inteligente arrogancia y enormes dividendos para su legado. Pero si Hopkins no nos ha ganado el alma con su magnetismo personal, tampoco lo ha logrado con su boxeo, carente de emoción y explosividad. Nunca logró emular a figuras que aun en la derrota nos conmovían por su entrega casi suicida y esa luz diferente de quienes nacen para recibir el aplauso y el reconocimiento, como el fallecido Arturo Gatti, por nombrar a uno solo de esos ejemplares. A ello sumemos el contrapeso de sus eternas marrullerías, la postura teatral de hombre malo, que nunca cristaliza sobre el ring, debido a su estilo, defensivo y elusivo a ultranza. ¿Entonces? ¿Cómo lo recordaremos más allá de su pelea de este sábado? Si pierde contra Kovalev perderá sus títulos, no conseguirá llegar como triple campeón al medio siglo de existencia y tal vez, ocurra una enorme injusticia: será olvidado más temprano que tarde. Así somos de injustos con quienes no consiguieron ganarnos el corazón. No importa la estadística, no importan las veinte defensas. En un campeón sin el magnetismo necesario. Prometer llegar como campeón al increíble límite de los cincuenta años y no conseguirlo, será un lastre que le cobrarán sus detractores y que ni siquiera su presencia en el Salón de la Fama permitirá olvidar. ¿Será acaso esa la venganza de los fanáticos que nunca aceptaron su estilo? Es difícil de responder, no obstante tenemos plena certeza que si "BHop" pierde contra Kovalev, solo será el número uno de una estadística que pocos revisarán y que a la mayoría no le importará que exista. Es injusto, pero Bernard Hopkins no sería el primero en padecerlo. El pasado está tapizado de enormes hazañas sepultadas en el más triste de los olvidos. Por ello verdadero legado de Hopkins necesita de una victoria este sábado. Si la consigue, alcanzará un lugar imposible de igualar en las estadísticas y hasta los detractores le brindarán su reconocimiento. Seguramente en los gimnasios, será utilizado como ejemplo para que otros hombres de edades parecidas se vean reflejados en su impresionante e infrecuente condición atlética. Parece un contrasentido que todo ello dependa de una victoria, en un atleta que ha derrotado al tiempo y transformado su carrera en una hazaña de ribetes épicos. Pero cuando debería estar celebrando lo alcanzado, Bernard Hopkins, ha elegido disputarle otro trofeo al tiempo y la naturaleza, jugándose el reconocimiento y el olvido en una sola carta. Y es en este punto donde quiero olvidar la razón de esta columna y pasar al terreno neutral del análisis, donde no valen las emociones ni las consideraciones personales. Al momento de esperar por un resultado, voy a olvidar que muchas veces critiqué su estilo, voy a olvidar que hasta me alegraron sus derrotas ante figuras mediocres como Jermain Taylor o Chad Dawson. Lo conseguido por Hopkins en su vida y en su carrera boxística, es tan ejemplar y majestuoso que ante la inminencia de su adiós solo consigo profesarle admiración. No importa que el gran público lo olvide rápidamente ni se le brinde el reconocimiento que merece la dimensión de sus hazañas. En mi memoria lo conservaré para siempre en ese pedestal donde uno suele recordar a los grandes campeones, valorando, más allá de sus victorias, el tamaño de sus buenas acciones y enalteciendo por sobre todas las cosas su gran ejemplo de vida. Por eso lo del título. @bernardopilatti

Día: 7 de noviembre de 2014

Hopkins y su verdadero legado

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TRABAJO DE CIRUGÍA LA VICTORIA DE USIK vs GASSIEV