@pilattiESPN
Las peleas titulares del sábado respetaron los pronósticos hasta en sus detalles más temidos. Ganó Vergil, aburrió Rigondeaux y repitió Joshua Franco.
Vergil Ortiz pasó zozobras y casi fue noqueado antes de una recuperación que solo se permiten los que aspiran a ser grandes en este deporte de guapos. Venció a Emijdius Kavaliuskas en una prueba de fuego donde debía demostrar de que está hecho. Fue la gran pelea del sábado como se lo habíamos vaticinado.
John Riel Casimero venció por decisión dividida a Guillermo Rigondeaux en pelea para el olvido. El cubano mostró que además de ser uno de los boxeadores más dotados para evitar golpes, también pasará ala historia como uno de los más tozudos en mudar su estilo y cumplir con la otra parte del libreto que exige el show: evitar golpes y conecta golpes. Esta vez le costó la pelea y fue algo triste. Estamos seguros que Rigondeaux le sobraba poder, asimilación y boxeo como para vencer a Casimero. Solo necesitaba repetir algo de lo que hizo hace dos peleas contra el mexicano Ceja: ser protagonista, llevar la iniciativa, ir a buscar la pelea. Hizo todo lo contrario, nos regaló un verdadero maratón, que dejo postales realmente lastimosas cada vez que a sus piernas le nacían alas en sus desplazamientos laterales, ante un filipino que infructuosamente perseguía su espalda bajo el abucheo de la platea.
En la otra pelea, Joshua Franco ganó la tercera a Andrew Moloney que también cumplió con los pronósticos, saldría a buscar la pelea adentro, pero no alcanzó. Franco lo superó en todo y ganó de forma unánime tras doce entretenidos asaltos.