Yordenis Ugás rompió los pronósticos y les rompió la tranquilidad a las casas de apuestas este sábado con su victoria unánime en las tarjetas sobre Manny Pacquiao que lo ratifica como legítimo supercampeon AMB del peso welter y literalmente retiró a la leyenda filipina del boxeo.
No fue el mismo Yordenis de siempre ni tampoco fue el mismo Pacquiao de siempre los que vimos este sábado en Las Vegas. El filipino muy lejos de su boxeo, con escasa movilidad en sus piernas, con sus combinaciones reducidas a su mínima expresión y sin recursos para romperle la distancia o el bloqueo al cubano, sucumbió frustrado y golpeado como hace mucho no se le veía ser golpeado.
De Yordenis se esperaba una versión similar a la que le dio guerra de la buena Shawn Porter en una pelea que muchos le vimos ganar, pero no fue así.
El cubano se apegó con disciplina militar a un inteligente plan de su esquina y en cierta forma a la victoria llegó por la vía de dos claves que habíamos marcado en nuestro análisis previo: el trabajo de Ismael Salas en su planificación relámpago de la pelea y el cambio de volumen por efectividad, como lo mostraron los números de Compubox al final del pleito. El filipino lo duplicó en golpes lanzados, pero el cubano lo superó en el acierto y los golpes de poder conectados.
Dos tarjetas vieron ganar a Ugás 116-112 y una restante por 115-113. Para Yordenis fue la pelea de su vida y para el boxeo cubano un punto de inflexión en su propia historia profesional. No solo por su significado, Ugás demostró que además de ser un cubano diferente que no teme arriesgar y fajarse al tú por tú, es capaz de resolver una pelea recurriendo a lo mejor de la escuela cubana: la inteligencia táctica. Lo hizo de principio a fin, ha hecho historia de la buena y ahora acostúmbrense a su nombre, hablaremos mucho de Yordenis en el futuro por llegar.
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