Por Mauricio Sulaimán – Hijo de José Sulaimán – Presidente del WBC
La gran mayoría de los boxeadores del mundo nacen en cunas humildes, circunstancias sociales complicadas y en el barrio bravo, donde muchos tienen que pelear por sobrevivir desde la niñez.
En las calles hay muchas situaciones adversas, tentaciones que te pueden llevar a una vida por el camino equivocado, alcohol, drogas, tráfico y delincuencia, donde hay gratificación inmediata, pero con un alto riesgo de ir a la cárcel o de morir.
El boxeo es un escape y una oportunidad para quienes eligen la vida del esfuerzo, sacrificio y dedicación en búsqueda de una mejor vida para sí mismo y su familia. Es un deporte difícil, requiere muchos años de aprendizaje y de disciplina; además de la necesidad de tener facultades físicas, gran corazón y determinación de seguir un camino sin ninguna garantía de llegar a triunfar. De los muchos que boxean, son pocos los que tienen éxito.
El púgil se pone en manos de su entrenador, quien en ocasiones es su mismo padre, y si no lo es, definitivamente llega a ocupar esa figura paterna, a través de los años.
Inicia con aprender cómo caminar y colocar sus pies, a tirar el jab, después otros golpes, como utilizar la cintura, girar los pies, mantener la barbilla pegada al pecho y a desplazarse sobre el ring…
Empiezan con las manoplas, el costal y las peras, acompañado de todo tipo de ejercicios de estiramiento y fuerza, abdominales y lagartijas, pero, antes de todo esto, la forzosa corrida de mínimo 10 kilómetros cada mañana. La gran mayoría no tiene recursos económicos para alimentarse adecuadamente, tomar vitaminas ni equipamiento. Además de correr y entrenar, tienen uno, dos y hasta tres trabajos para poder subsistir.
Comienza la carrera de boxeo de aficionados, boxeo amateur, y quienes logran figurar, eventualmente llegan al profesionalismo, el de paga. Al debutar, y por un periodo largo, las bolsas que cobran son mínimas, pelean por cacahuates, como coloquialmente se dice. Muchos se quedan en el camino, aun cuando hayan tenido facultades y posibilidades de sobresalir.
Llega el momento de sobresalir, se gana un campeonato, con ello, llega la fama, el dinero y las tentaciones. De un día a otro cambia la vida; al principio todo es grandeza, la primera acción es comprar una casa para su mamá, y la gloria está presente cada segundo del día.
Mientras los triunfos siguen acumulándose llega más dinero, amigos, oportunistas y tentaciones. El campeón se rodea de un séquito de colaboradores que realizan una serie de actividades diferentes, pero que generalmente sirven de compañía. Llega una pelea que lo cambia todo, donde se consagra, y es ahí donde se entra en una burbuja impenetrable, donde solamente están aquellos que le brindan placeres, alegría por medio de la adulación, viajes y entretenimiento, y se pierde la dimensión. Crecen los lujos, autos, joyas, casas, y gastos inimaginables para los mortales.
Les entra un pago importante de su reciente combate, y así de rápido se gasta, pues ya tiene firmada la siguiente pelea en pocos meses, y así pasa durante años hasta que ya no hay una siguiente pelea.
El monarca pierde el campeonato, su carrera se apaga, se fue el cinturón, y con él, se esfuma gran parte del séquito que durante años disfrutó de las mieles del éxito, la burbuja reventó. Sin tener entrada de dinero, y al irse acabando lo poco que le quedó, llega la urgencia de volver al ring, hasta que es ya prácticamente olvidado, pues las facultades se acabaron.
Hay algunos casos de éxito, pocos casos, donde el peleador logró mantener su vida bajo control; hay quienes el destino les puso ángeles que los lograron guíar durante esa época de grandes tentaciones, y que al retirarse, siguen con una vida digna y económicamente estable.
Estoy convencido de que cada vez son más quienes pueden librar la burbuja, pues hay más educación y candados para evitar estas historias trágicas.
El Consejo Mundial de Boxeo lleva algún tiempo implementando cursos de educación de todo tipo, por medio de la WBC University, y será una máxima prioridad establecer programas de educación financiera y legal para llegar al mayor número de peleadores en el mundo, en coordinación de federaciones nacionales, comisiones de boxeo, y sobre todo, promotores y sus mánagers, quienes tienen acceso directo al peleador.
El sueño de mi papá fue un fondo de ayuda, éste se convirtió en realidad en 2012, cuando la empresa de relojes Hublot, junto con el WBC, realizó una edición especial y subasta de 12 modelos conmemorativos, y se reunió un mdd, para crear el “Fondo de boxeadores José Sulaimán”. El ingeniero Carlos Slim apoyó durante cinco años por medio de la Fundación Ring Telmex Telcel, y de esta forma, año tras año, una importante cantidad de boxeadores del mundo reciben apoyo para atender diversas urgencias.