Por Ariel Lomasto
Un oficio, un padre frustrado, una mujer deseada e inalcanzable, otra ocasional, un consejero, una furia interna inmanejable, un anhelo, un pueblo del interior, Buenos Aires, un boxeador. Todo lo resume Pedro Gdanski Orgambide en su fantástico relato de boxeo que puede disfrutarse en su libro La buena gente (1970). El texto comprende una serie de cuentos entre los que se encuentra el referente al pugilismo, se titula precisamente Un boxeador y es una síntesis perfecta de la vida de un joven de un pueblo que sólo tiene la fuerza de sus puños para aspirar salir adelante. Con la tenacidad de su voluntad llega a la gran metrópoli para combatir y lo hace con resultados positivos pero siempre entre las preliminares y como su autor dice: “los fotógrafos todavía no gastaban sus placas en él”. La oportunidad le llega, la pelea esperada, frente a su compañero de pensión, un cubano mañoso y extremadamente hábil. El resultado lo margina para siempre. Después de esa derrota seguirá entrenando y seguirá boxeando en algún festival de algún pueblo perdido. Pero nunca más conseguirá el reflejo de su imagen en un retrato.
Pedro Orgambide fue uno de los escritores más variados y prolíferos que la literatura argentina ha dado. Abarcó casi todos los géneros y sus obras fueron reconocidas con importantes premios. Nació en Buenos Aires en 1929 y falleció en 2003. Su vida, tan sólo por ser escritor y manifestar sus ideas, sufrió el exilio en los años ’70 y ’80. Se ocupó de ensayos, novelas, obras de teatro, biografías y cuentos. Entre estos Un boxeador es la expresión fiel de su estilo literario.
Lucio González, o simplemente Lucio, arriba a la terminal de trenes de la gran ciudad proveniente de su pueblo natal donde deja a su padre empeñado en enseñarle el oficio de ferroviario, a su amada, a sus amigos y enemigos pero se lleva consigo su furia y sus puños. Como tantos otros púgiles, o aspirantes a púgiles, la primera derrota lo arrastra al olvido o, para ser preciso, lo mantiene en el olvido del cual nunca pudo salir.
En cualquier actividad de la vida llegan a ser reconocidos unos pocos entre muchos aspirantes; el drama del boxeador consiste en que aquellos que no lo consiguen no encuentran otro camino para realizarse como personas, no tienen las herramientas para afrontar ser un ex – púgil y algunos caen en los más tristes y variados destinos.
Un boxeador de Pedro Orgambide tal vez sea el relato más desgarrador de la vida de un boxeador que aspira, con la fuerza descontrolada de sus manos, a triunfar. Y, al menos para la mayoría, eso es imposible.
Ariel Lomasto
lomastoariel@yahoo.com.ar
1 comentario
Muy buena nota Ariel, a diferencia de las de Andres Pascual no solo no sabe de box, sino q es racista