Considerado como el directivo más influyente, determinante e inclusive polémico en la historia del boxeo -por sus revolucionarias innovaciones de distinta índole, pero siempre enfocadas al beneficio del principal protagonista que es el boxeador-, este deporte cumple un año sin el liderazgo del mexicano José Sulaimán Chagnón.
Estamos hablando del hombre que cambió y humanizó el deporte de los puños desde sus entrañas.
El 16 de enero de 2014, el mundo se estremeció cuando se informó del fallecimiento de don José por complicaciones posteriores a una intervención quirúrgica a corazón abierto, en un hospital de Los Angeles, California.
Sólo la muerte pudo acabar con la guía de este personaje que humanizó el boxeo, el deporte que apasiona a millones de aficionados.
Fue cosa común que reyes de distintos países, presidentes y jefes de estado, incluso el Papa Juan Pablo II, lo recibieran con claras muestras de simpatía.
Con casi 39 años al frente del WBC, José Sulaimán consolidó a este organismo como el de mayor prestigio y reconocimiento de los cuatro principales que rigen el deporte de los puños.
Nacido el 30 de mayo de 1931 en Ciudad Victoria, Tamaulipas, siempre llevó el boxeo en sus venas. Fue boxeador amateur en su juventud, pero fracturas en la nariz y mandíbula no evitaron que se mantuviera en el pugilismo, como entrenador, réferi, juez y comisionado.
El 5 de diciembre de 1975, don José fue electo presidente del WBC en la Convención que tuvo lugar en Túnez. Así inició la faceta que lo inmortalizaría con cambios fundamentales hacia la protección de los boxeadores.
En 1983, redujo las peleas de 15 a 12 rounds, instituyó el pesaje oficial 24 horas antes de los combates y empezó a trabajarse en programas de investigación de lesiones cerebrales con apoyo de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), por lo cual el WBC donó un millón de dólares para investigaciones al respecto.
Otras innovaciones fueron la creación de divisiones intermedias, los guantes con el pulgar adherido, la incorporación de una cuarta cuerda en el ring para reducir posibles lesiones en la cabeza de los contendientes, un examen médico anual para los boxeadores, un seguro médico y de vida en funciones con títulos del WBC en juego, aumento del peso de los guantes (de seis a ocho onzas) de peso mínimo a welter, además de pensiones para púgiles retirados.
Sus logros y avances en la reglamentación del boxeo permitieron a José Sulaimán ser reelecto presidente del WBC en 10 ocasiones, en lapsos de cuatro años. La última vez fue en 2012 en Cancún, periodo que no pudo terminar por su fallecimiento.
En 2007 ingresó al Salón de la Fama del Boxeo Internacional con sede en Canastota, Nueva York.
Uno de sus orgullos fue haber tomado parte fundamental en la campaña para desterrar la abominable política de la segregación racial en Sudáfrica. Incluso tuvo una comparecencia en la sede de la ONU, en donde lo hicieron objeto de un reconocimiento entre muchos otros que recibió en diversas partes del mundo.
El desaparecido dirigente decía que el sudafricano Nelson Mandela, quien pasó una tercera parte de su vida en la cárcel por encabezar la lucha contra el “apartheid” en su nación, era uno de sus máximos ídolos, junto con Muhammad Alí.
Un ejemplo de su liderazgo fue que en 1975 había 21 países afiliados al WBC y ese número creció hasta 165 en la actualidad.
En la 52 convención anual realizada en el hotel casino The Mirage de Las Vegas, Nevada, en diciembre de 2014, se le rindió un homenaje póstumo con la presencia de 112 campeones y ex campeones mundiales que le rindieron tributo como el máximo dirigente del boxeo, quien vivió “A mi Manera”, como solía decir y como se titula la canción interpretada entre otros por Frank Sinatra, que fue su favorita.
Su hijo Mauricio Sulaimán Saldívar tomó el estandarte y ahora le corresponde, como presidente del WBC, preservar el ideal de su desaparecido padre, que es proteger y salvaguardar la salud de los boxeadores por encima de intereses que de una u otra forma rodean al apasionante deporte de los puños.
Se cumple un año sin la presencia física de Don José, pero sus ideales y sueños continúan vigentes, y siempre seguirá vivo en las personas que trataron y conocieron a este gran ser humano que llamaba “sus hijos” a los boxeadores y que fue pieza clave para el éxito de docenas de ellos.