GUILLERMO DESCALZI: El suici-sinato de los lemmings en el Congreso
GUILLERMO DESCALZI
Considero encomiable la oposición al aborto en el tercer trimestre. Hay quienes van más allá y se oponen a todo aborto en cualquier circunstancia. También hay lo contrario, aborcionistas que no respetan ni a los que ya nacieron. Es el caso del Dr. Kermit Gosnell, convicto de matar bebés nacidos vivos tras abortos del tercer trimestre. Los mataba cortándoles la espina dorsal con tijeras quirúrgicas para remediar el error. Un jurado en Filadelfia lo encontró culpable en mayo de este 2013.
Lo mismo ocurre en el caso de otro bebé nacido hace dos años en la colina del Capitolio. Es el Obamacare, dado a luz contra viento y marea solo para que un grupo de aborcionistas políticos salga a matarlo tras haber nacido. Amenazan con paralizar el gobierno y quebrar la nación si sus padres les impiden hacerlo. ¿Sus padres? Obama en la Casa Blanca y los demócratas en el Senado y la Cámara de Representantes. Quieren obligarlos a colaborar en darle muerte a su propio bebé, o de lo contrario cometerán suicidio político y matarán la economía del país y el mundo entero en el proceso. Eso es lo que nos presentan como razonable: maten al bebé y todos viviremos, o protéjanlo y cometeremos asesinato y suicidio, suici-sinato.
Que no quepa duda de una cosa. El Obamacare es el único bebé legislativo de esta generación demócrata, el tercero y último bebé verdadero del liberalismo americano, tras el Social Security y Medicare, y quieren matarlo. ¿Por qué? Porque va a aumentar la dependencia del estado, acostumbrando a los pobres a recibir sin trabajar. En su convoluta lógica eso es peor que acostumbrarlos al ataúd al que muchos van por falta de asistencia médica. Esto, sin embargo, es solo una ‘pantalla’ para lo que verdaderamente buscan.
Comparen los bebés del liberalismo demócrata con los últimos tres bebés del ultra-conservadorismo en el país. Primero está el dólar tras la acción de Nixon quitándolo del patrón de oro para hacer huevo batido con él, inflándolo. El segundo bebé de la ultraderecha está en los tratados de libre comercio, diseñados, promovidos y servidos por el primer Bush, empezando con NAFTA. Tras eso empezaron a desaparecer los empleos en el país. ¿Por qué? Por la globalización del libre comercio empujado por la ultraderecha. La globalización ha sido al capitalismo lo que el internacionalismo es al comunismo, y se han casado, internacionalismo y globalización. Es hora de darse cuenta de la naturaleza del bebé que engendraron, el comu-talismo, una mula, cruce estéril del comunismo y capitalismo. Luego está su tercer bebé, un gobierno monopólico de extrema derecha que ha empezado a ganar musculatura con sus ensayos como agrupación del no. Dejarla en control de todo, esa es la razón verdadera de lo que hacen, y buscan un encuentro definitivo, su cita en el O.K. Corral, con el pretexto de matar el tercer y último bebé liberal, el Obamacare que ya nació.
El señor al que me voy a referir ahora empieza sus días diciéndoles la verdad en su cara a nuestros senadores, obligados a ponerse de pie y escucharlo cuando habla en ejercicio de su función. Es el capellán de la cámara alta, con su oración matutina que nadie escucha por más que la oigan. Tan acostumbrados estamos a la hipocresía que lo oyen como formalidad, pero harían bien en escucharlo.
“Oh Dios”, empezó el jueves pasado, “sálvanos de nuestra locura”. Esto y lo que sigue salen de oraciones suyas en los últimos días:
“Sálvanos de nuestra hipocresía tratando de parecer razonables mientras somos irrazonables”. “Permítenos ver nuestra petulancia, egoísmo y vanidad”. “Silencia en nosotros el dialecto contra ellos”. “Remueve las cargas que dejamos sobre las víctimas (de nuestra locura)”.
Son palabras de un hombre alto, delgado y distinguido, el capellán Barry Black, contralmirante en retiro de la flota naval de Estados Unidos. No lo escuchan, quizás por eso las puede decir. El reverendo contralmirante Black nos alerta contra hipócritas que nos llaman al despeñadero: “¡Sígannos, sígannos, por aquí, por aquí!”
Hay una especie de roedores miomorfos, los leminos (lemmini) conocidos como lemmings. Habitan las tundras, taigás y praderas árticas en la vertiente norte de Asia y las Américas. De ellos, los lemmings, se dice que se suicidan en masa arrojándose al mar por despeñaderos, parte de un mecanismo de autorregulación de la naturaleza. Es un mito de la taigá, pero algo de cierto debe tener porque donde hay humo algo se quema… o ya se quemó. En todo caso, bien haríamos en pedir con el capellán Black que los congresistas de la ladera norte en la política republicana, el tea partidismo, dejen de lado sus amenazas de lemmings. El suici-sinato es una abominación. Senador Cruz, speaker Boehner, no sean lemmings, por favor.
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