sobre el racismo en la cuba revolucionaria.
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- Registrado: Mié Sep 12, 2012 2:21 am
sobre el racismo en la cuba revolucionaria.
en otro tema del foro de boxeo,toque el tema del racismo en el deporte cubano revolucionario,ademas de aportar una breve explicacion y el porque.
para ilustrar mis planteamientos,les traigo 2 articulos al azar.espero los disfruten.
Cambio y Fuera?
Esplendor y miseria del deporte "revolucionario"
Tan característico de las secularizadas sociedades de masas del siglo XX como el star system o los hit parades, el deporte ha sido utilizado con evidentes fines propagandísticos por los estados totalitarios: recordemos las Olimpiadas de 1936 en Berlín y, más cerca ya de nuestra propia experiencia nacional, la gran cantidad de recursos destinados a su práctica en la Unión Soviética y sus satélites, cuyas competiciones con los Estados Unidos en escenarios mundiales se convertían en sordas batallas de la Guerra Fría. Lo que estaba en juego era, al fin y al cabo, lo mismo que en la carrera espacial: ¿quién podía, en este caso en la tierra, correr más, el hombre nuevo, desinteresado y comunista, o los atletas profesionales del mundo capitalista?
En Cuba el gobierno revolucionario no tardó en aprovechar el deporte para alentar, por medio de la manipulación y la catarsis, los sentimientos nacionalistas de la gente. Desde la “hazaña” de los deportistas del Cerro Pelado en los Panamericanos de San Juan hasta la de los boxeadores del Mundial de Houston, convertidos en héroes por el solo hecho de haber sido descaradamente despojados de sus triunfos, nos sabemos de memoria estas historias que explotan hasta la saciedad la confrontación política con Estados Unidos y nutren abundantemente el kitsch comunista cubiche. ¿Cuántas medallas olímpicas no han sido dedicadas a nuestro invencible Comandante en Jefe? ¿Cuántas veces no hemos oído que los atletas cubanos no compiten por dinero o afanes individuales de gloria sino en nombre de todo un pueblo y de su Revolución?
Las críticas al profesionalismo que han sustentado ideológicamente el desarrollo del deporte revolucionario desde que en 1960 se celebrara la primera Liga Nacional de Béisbol, no alcanzan a ocultar un hecho obvio: los cubanos, como los soviéticos en su día, no son en realidad amateurs, sino profesionales que tienen por único representante a un estado que les paga un sueldo por un empleo nominal mientras de hecho se dedican exclusivamente a la práctica y la competición deportiva. Poco tienen de aficionados esos deportistas que, captados desde la base e intensivamente preparados en escuelas especializadas, han alcanzado grandes éxitos en disciplinas como el atletismo, el judo o el boxeo.
No está de más recordar, además, que la descalificación del profesionalismo que se encuentra en los orígenes del movimiento olímpico moderno es genuinamente aristocrática: sólo los patricios pueden cultivar desinteresadamente el deporte, mientras que los pobres plebeyos tienen que usarlo como medio de vida. En el caso cubano, los tintes conservadores del olimpismo se perciben en la defensa del sport que acoge una revista racista como Cuba Contemporánea, mientras que, en contraste con ese tipo de ideales, el deporte profesional ha sido, como la música popular, una provechosa vía de ascenso social para individuos procedentes de grupos marginados, como los obreros y, sobre todo, los negros: es ese el caso ejemplar de Kid Chocolate.
Y en ello la Revolución ha sido, en buena medida, una continuación: campeones como Ana Fidelia Quirot y Félix Sabón son los “chocolates” de los tiempos rojos, aunque en mi opinión es aquel –son, en general, los de antes– los auténticos mitos del deporte cubano, lo cual resulta paradójico si tenemos en cuenta que es en las últimas décadas cuando se han conseguido, tanto en lo individual como en lo colectivo, mayores logros. Quizás se deba a que los de a.C. (antes de Castro), no tutelados por el Gran Hermano, representan de forma más pura el drama de la superación personal, la gloria y la caída, y no han tenido que ajustarse al molde del revolucionario integral que la normativa comunista impone. ¿No son los mitos más arraigados del deporte revolucionario los que, como Rey Vicente Anglada, han entrado en algún momento, aun a pesar suyo, en conflicto con el estado?
Pero, volviendo al tema, parece evidente que el hecho de que el deporte sirva como medio de ascenso social para grupos desfavorecidos, unido al sistema de laboratorio que se utiliza en Cuba, explica que los negros estén representados en este campo en una proporción mucho mayor a la que ocupan en el conjunto de la población. Atribuirlo a factores genéticos, cosa plausible en alguna medida para determinadas disciplinas como las carreras de velocidad, se revela, en general, como una falacia si tenemos en cuenta lo que ocurre en otros países con niveles de mestizaje similares al de Cuba. Compárese por ejemplo las composiciones raciales de las selecciones cubanas de volleyball, integradas casi exclusivamente por negros, con las de Brasil, en las que hay negros, blancos y mulatos en similares proporciones. Y es también muy significativo que en el béisbol la preeminencia de negros y mestizos en los equipos cubanos sea mucho mayor que la que existe en un país como Estados Unidos. Los únicos atletas cubanos blancos descollantes son, prácticamente, los del ajedrez, lo cual pone de manifiesto no la superioridad física de los negros sino las condiciones de desventaja social que los llevan a dedicarse más al deporte de alto rendimiento.
¿Por qué tantos negros en la ESPA y tan pocos en la Lenin? Ante esta pregunta, o apelamos a un falaz argumento racista, o reconocemos que el contraste manifiesta una diferencia de oportunidades al interior de la sociedad cubana. Provenientes en muchos casos de familias numerosas y con bajo nivel educacional, desde niños los talentos negros son “becados” en escuelas deportivas: es así como los mejores ascienden social y económicamente al punto de poder estrechar la mano del Comandante y poseer un auto moderno, privilegios al alcance de muy pocos.
Pero estos “productos de la Revolución” carecen, como tales, de autonomía. El estado le quita buena parte del dinero que ganan y, en los casos en que la permite, limita su participación en ligas profesionales extranjeras. No olvidemos que los caprichos de Castro han afectado a no pocos atletas que lo veneran. Si Cuba hubiera participado en los Juegos Olímpicos de Seúl, donde hasta la Unión Soviética y sus satélites europeos asistieron, posiblemente Ana Fidelia Quirot, que ese año lideró ampliamente tantos los 400 como los 800 metros, tuviera una (o quizás dos) medallas de oro olímpicas. Y Mireya Luis tuviera quizás cuatro.
Pero en los últimos años los conflictos surgidos entre los intereses de los atletas y los del estado se intensifican, como se ha puesto de manifiesto en el volleyball con la destitución de Eugenio George, exitoso entrenador de “Las morenas del Caribe”, y en el caso masculino, cuando la casi totalidad del equipo titular se “quedó” hace algunos años en Italia para poder jugar profesionalmente, lo cual fue presentado en los medios informativos como una “renovación” del plantel. Estas tensiones se agudizan, claro, en el béisbol, donde la confiabilidad ideológica ha condicionado por mucho tiempo las selecciones nacionales: ya no son los tiempos del caso Anglada, y el hecho de que este haya logrado convertirse en manager del equipo Cuba es muy significativo de los que corren. La práctica de atletas como Liván Hernández y Niurka Montalvo se generaliza: cada vez son más los “quedados”, sobre todo en el béisbol, donde los mecanismos de control de las instituciones deportivas no alcanzan a contrarrestar el “efecto llamada” de los que, sin ser necesariamente estelares, consiguen jugosos contratos en las Grandes Ligas.
A esta crisis se unen claros indicios de que el dominio cubano en muchos deportes comienza a perderse, a medida que la práctica profesional de algunos como el volleybol se extiende más por el mundo, y que en otros como el béisbol los profesionales son aceptados en las competiciones internacionales. Si finalmente el boxeo, hoy en franca decadencia en su modalidad amateur, sale del programa olímpico, Cuba bajará muchos puestos en los medalleros y la imagen de potencia deportiva que se ha creado en el mundo comenzará a desvanecerse. Que así sea, si ello significa que hemos abandonado nuestra artificial excepcionalidad para entrar de una vez en la normalidad democrática. Antes que el pueblo más culto, el más heroico y el que da los mejores deportistas, es mejor ser, sencillamente y después de tantos años, gente.
ENTRADA DE DUANEL DÍAZ INFANTE
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Cambio y Fuera?
Esplendor y miseria del deporte "revolucionario"
Tan característico de las secularizadas sociedades de masas del siglo XX como el star system o los hit parades, el deporte ha sido utilizado con evidentes fines propagandísticos por los estados totalitarios: recordemos las Olimpiadas de 1936 en Berlín y, más cerca ya de nuestra propia experiencia nacional, la gran cantidad de recursos destinados a su práctica en la Unión Soviética y sus satélites, cuyas competiciones con los Estados Unidos en escenarios mundiales se convertían en sordas batallas de la Guerra Fría. Lo que estaba en juego era, al fin y al cabo, lo mismo que en la carrera espacial: ¿quién podía, en este caso en la tierra, correr más, el hombre nuevo, desinteresado y comunista, o los atletas profesionales del mundo capitalista?
En Cuba el gobierno revolucionario no tardó en aprovechar el deporte para alentar, por medio de la manipulación y la catarsis, los sentimientos nacionalistas de la gente. Desde la “hazaña” de los deportistas del Cerro Pelado en los Panamericanos de San Juan hasta la de los boxeadores del Mundial de Houston, convertidos en héroes por el solo hecho de haber sido descaradamente despojados de sus triunfos, nos sabemos de memoria estas historias que explotan hasta la saciedad la confrontación política con Estados Unidos y nutren abundantemente el kitsch comunista cubiche. ¿Cuántas medallas olímpicas no han sido dedicadas a nuestro invencible Comandante en Jefe? ¿Cuántas veces no hemos oído que los atletas cubanos no compiten por dinero o afanes individuales de gloria sino en nombre de todo un pueblo y de su Revolución?
Las críticas al profesionalismo que han sustentado ideológicamente el desarrollo del deporte revolucionario desde que en 1960 se celebrara la primera Liga Nacional de Béisbol, no alcanzan a ocultar un hecho obvio: los cubanos, como los soviéticos en su día, no son en realidad amateurs, sino profesionales que tienen por único representante a un estado que les paga un sueldo por un empleo nominal mientras de hecho se dedican exclusivamente a la práctica y la competición deportiva. Poco tienen de aficionados esos deportistas que, captados desde la base e intensivamente preparados en escuelas especializadas, han alcanzado grandes éxitos en disciplinas como el atletismo, el judo o el boxeo.
No está de más recordar, además, que la descalificación del profesionalismo que se encuentra en los orígenes del movimiento olímpico moderno es genuinamente aristocrática: sólo los patricios pueden cultivar desinteresadamente el deporte, mientras que los pobres plebeyos tienen que usarlo como medio de vida. En el caso cubano, los tintes conservadores del olimpismo se perciben en la defensa del sport que acoge una revista racista como Cuba Contemporánea, mientras que, en contraste con ese tipo de ideales, el deporte profesional ha sido, como la música popular, una provechosa vía de ascenso social para individuos procedentes de grupos marginados, como los obreros y, sobre todo, los negros: es ese el caso ejemplar de Kid Chocolate.
Y en ello la Revolución ha sido, en buena medida, una continuación: campeones como Ana Fidelia Quirot y Félix Sabón son los “chocolates” de los tiempos rojos, aunque en mi opinión es aquel –son, en general, los de antes– los auténticos mitos del deporte cubano, lo cual resulta paradójico si tenemos en cuenta que es en las últimas décadas cuando se han conseguido, tanto en lo individual como en lo colectivo, mayores logros. Quizás se deba a que los de a.C. (antes de Castro), no tutelados por el Gran Hermano, representan de forma más pura el drama de la superación personal, la gloria y la caída, y no han tenido que ajustarse al molde del revolucionario integral que la normativa comunista impone. ¿No son los mitos más arraigados del deporte revolucionario los que, como Rey Vicente Anglada, han entrado en algún momento, aun a pesar suyo, en conflicto con el estado?
Pero, volviendo al tema, parece evidente que el hecho de que el deporte sirva como medio de ascenso social para grupos desfavorecidos, unido al sistema de laboratorio que se utiliza en Cuba, explica que los negros estén representados en este campo en una proporción mucho mayor a la que ocupan en el conjunto de la población. Atribuirlo a factores genéticos, cosa plausible en alguna medida para determinadas disciplinas como las carreras de velocidad, se revela, en general, como una falacia si tenemos en cuenta lo que ocurre en otros países con niveles de mestizaje similares al de Cuba. Compárese por ejemplo las composiciones raciales de las selecciones cubanas de volleyball, integradas casi exclusivamente por negros, con las de Brasil, en las que hay negros, blancos y mulatos en similares proporciones. Y es también muy significativo que en el béisbol la preeminencia de negros y mestizos en los equipos cubanos sea mucho mayor que la que existe en un país como Estados Unidos. Los únicos atletas cubanos blancos descollantes son, prácticamente, los del ajedrez, lo cual pone de manifiesto no la superioridad física de los negros sino las condiciones de desventaja social que los llevan a dedicarse más al deporte de alto rendimiento.
¿Por qué tantos negros en la ESPA y tan pocos en la Lenin? Ante esta pregunta, o apelamos a un falaz argumento racista, o reconocemos que el contraste manifiesta una diferencia de oportunidades al interior de la sociedad cubana. Provenientes en muchos casos de familias numerosas y con bajo nivel educacional, desde niños los talentos negros son “becados” en escuelas deportivas: es así como los mejores ascienden social y económicamente al punto de poder estrechar la mano del Comandante y poseer un auto moderno, privilegios al alcance de muy pocos.
Pero estos “productos de la Revolución” carecen, como tales, de autonomía. El estado le quita buena parte del dinero que ganan y, en los casos en que la permite, limita su participación en ligas profesionales extranjeras. No olvidemos que los caprichos de Castro han afectado a no pocos atletas que lo veneran. Si Cuba hubiera participado en los Juegos Olímpicos de Seúl, donde hasta la Unión Soviética y sus satélites europeos asistieron, posiblemente Ana Fidelia Quirot, que ese año lideró ampliamente tantos los 400 como los 800 metros, tuviera una (o quizás dos) medallas de oro olímpicas. Y Mireya Luis tuviera quizás cuatro.
Pero en los últimos años los conflictos surgidos entre los intereses de los atletas y los del estado se intensifican, como se ha puesto de manifiesto en el volleyball con la destitución de Eugenio George, exitoso entrenador de “Las morenas del Caribe”, y en el caso masculino, cuando la casi totalidad del equipo titular se “quedó” hace algunos años en Italia para poder jugar profesionalmente, lo cual fue presentado en los medios informativos como una “renovación” del plantel. Estas tensiones se agudizan, claro, en el béisbol, donde la confiabilidad ideológica ha condicionado por mucho tiempo las selecciones nacionales: ya no son los tiempos del caso Anglada, y el hecho de que este haya logrado convertirse en manager del equipo Cuba es muy significativo de los que corren. La práctica de atletas como Liván Hernández y Niurka Montalvo se generaliza: cada vez son más los “quedados”, sobre todo en el béisbol, donde los mecanismos de control de las instituciones deportivas no alcanzan a contrarrestar el “efecto llamada” de los que, sin ser necesariamente estelares, consiguen jugosos contratos en las Grandes Ligas.
A esta crisis se unen claros indicios de que el dominio cubano en muchos deportes comienza a perderse, a medida que la práctica profesional de algunos como el volleybol se extiende más por el mundo, y que en otros como el béisbol los profesionales son aceptados en las competiciones internacionales. Si finalmente el boxeo, hoy en franca decadencia en su modalidad amateur, sale del programa olímpico, Cuba bajará muchos puestos en los medalleros y la imagen de potencia deportiva que se ha creado en el mundo comenzará a desvanecerse. Que así sea, si ello significa que hemos abandonado nuestra artificial excepcionalidad para entrar de una vez en la normalidad democrática. Antes que el pueblo más culto, el más heroico y el que da los mejores deportistas, es mejor ser, sencillamente y después de tantos años, gente.
ENTRADA DE DUANEL DÍAZ INFANTE
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Re: sobre el racismo en la cuba revolucionaria.
Se discrimina a los blancos en Cuba?
Aleaga Pesant
LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - Douglas Rodríguez, Pérez Vento y Juan Domeq, fueron deportistas estelares en el boxeo, el voleibol y el baloncesto. Sin embargo, quedaron en la memoria de los aficionados porque eran los únicos blancos.
La polémica se enciende por la justa demanda de los negros cubanos a la igualdad de oportunidades en todos los ámbitos de la sociedad, Pero, que la mayoría de los deportistas cubanos de alto rendimiento sean negros, ¿es o no también racismo?
Hace unos años UNESCO, a través de su publicación periódica, al referirse a la presencia abrumadora de deportistas negros de alto nivel internacional, señalaba esta situación como “racismo solapado”, que implica que los negros sólo están preparados para tareas físicas, mientras los blancos se dedican a labores intelectuales.
¿Qué sucede en las escuelas cubanas donde se preparan a los futuros campeones olímpicos y mundiales? Los “scouts revolucionarios” cubanos, con la justificación del biotipo, aplican las mismas reglas denunciadas por la revista internacional. Prefieren seleccionar a los niños negros.
En las escuelas de iniciación deportiva se prioriza la entrada de niños negros, en detrimento de los niños blancos. Cuando más, se les permite la entrada a deportes “intelectuales” o de “blancos”, como el ajedrez o el tenis de mesa (conocido en la isla como pin-pon). Además se prioriza a los niños del campo en detrimento de los de la ciudad.
Queda ajena a esa aritmética racista un deporte tan popular como la pelota, debido a la masividad de su práctica en el país, y al fuerte torneo nacional que logra reunir a cincuenta mil espectadores en un estadio, o alcanza audiencias muy altas en la televisión y la radio. Pero en otros deportes, menos seguidos por la afición, es muy común la discriminación desde la base.
¿Qué pasa con el brillante equipo de voleibol femenino, conocido como Las morenas del Caribe? Desde hace más de 40 años en esos colectivos no hay una sola cubana blanca. El problema se repite con los equipos de baloncesto masculino y femenino, de judo, boxeo, gimnástica, atletismo, y otros.
La búsqueda de una sociedad de oportunidades para todos, debe incluirnos a todos. Hay que romper la idea de que los negros sólo sirven para el deporte y la música.
Aleaga Pesant
LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - Douglas Rodríguez, Pérez Vento y Juan Domeq, fueron deportistas estelares en el boxeo, el voleibol y el baloncesto. Sin embargo, quedaron en la memoria de los aficionados porque eran los únicos blancos.
La polémica se enciende por la justa demanda de los negros cubanos a la igualdad de oportunidades en todos los ámbitos de la sociedad, Pero, que la mayoría de los deportistas cubanos de alto rendimiento sean negros, ¿es o no también racismo?
Hace unos años UNESCO, a través de su publicación periódica, al referirse a la presencia abrumadora de deportistas negros de alto nivel internacional, señalaba esta situación como “racismo solapado”, que implica que los negros sólo están preparados para tareas físicas, mientras los blancos se dedican a labores intelectuales.
¿Qué sucede en las escuelas cubanas donde se preparan a los futuros campeones olímpicos y mundiales? Los “scouts revolucionarios” cubanos, con la justificación del biotipo, aplican las mismas reglas denunciadas por la revista internacional. Prefieren seleccionar a los niños negros.
En las escuelas de iniciación deportiva se prioriza la entrada de niños negros, en detrimento de los niños blancos. Cuando más, se les permite la entrada a deportes “intelectuales” o de “blancos”, como el ajedrez o el tenis de mesa (conocido en la isla como pin-pon). Además se prioriza a los niños del campo en detrimento de los de la ciudad.
Queda ajena a esa aritmética racista un deporte tan popular como la pelota, debido a la masividad de su práctica en el país, y al fuerte torneo nacional que logra reunir a cincuenta mil espectadores en un estadio, o alcanza audiencias muy altas en la televisión y la radio. Pero en otros deportes, menos seguidos por la afición, es muy común la discriminación desde la base.
¿Qué pasa con el brillante equipo de voleibol femenino, conocido como Las morenas del Caribe? Desde hace más de 40 años en esos colectivos no hay una sola cubana blanca. El problema se repite con los equipos de baloncesto masculino y femenino, de judo, boxeo, gimnástica, atletismo, y otros.
La búsqueda de una sociedad de oportunidades para todos, debe incluirnos a todos. Hay que romper la idea de que los negros sólo sirven para el deporte y la música.
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- Registrado: Mar Feb 01, 2011 11:45 am
Re: sobre el racismo en la cuba revolucionaria.
bueno,es evidente que este escrito por Infante esta muy contaminado políticamente.
Pregunto,cual es la proporción de blancos y y negros en Cuba?
En Uruguay un 8% de la población es negra.
Somos aproximadamente unos 3 millones y medio de habitantes.
Lógicamente,son muy pocos los negros destacados en el deporte de mi país,incluso en el futbol,deporte prioritario.
En todas las ramas sociales,es muy poca la participación de esta gente,solo uno esta en el poder ejecutivo.
Personalmente,creo que si hay un leve racismo en mi país.
Pero al margen de eso,creo también,que poco hacen por cambiar esa situación.
Es solo mi opinión,y espero se debata respetándose todas las opiniones.
Saludos.
Pregunto,cual es la proporción de blancos y y negros en Cuba?
En Uruguay un 8% de la población es negra.
Somos aproximadamente unos 3 millones y medio de habitantes.
Lógicamente,son muy pocos los negros destacados en el deporte de mi país,incluso en el futbol,deporte prioritario.
En todas las ramas sociales,es muy poca la participación de esta gente,solo uno esta en el poder ejecutivo.
Personalmente,creo que si hay un leve racismo en mi país.
Pero al margen de eso,creo también,que poco hacen por cambiar esa situación.
Es solo mi opinión,y espero se debata respetándose todas las opiniones.
Saludos.
Todos somos Mexicanos!!!
Re: sobre el racismo en la cuba revolucionaria.
Hay wuien busca informacion para crecer intelectualmente,la analiza,la procesa,la confronta con otras fuentes,y asi saca sus propias conclusiones.Esto es muy distinto a salir a buscar lo que deseamos leer,lo que se ajusta a lo que pensamos,en fin,es como si lo hubiese escrito uno mismo.
Todo esto,no es mas que un delirio.
Todo esto,no es mas que un delirio.
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- Registrado: Mié Sep 12, 2012 2:21 am
Re: sobre el racismo en la cuba revolucionaria.
amigo,por supuesto que respeto tu opinion,pues lo mereces.eldiariero escribió:bueno,es evidente que este escrito por Infante esta muy contaminado políticamente.
Pregunto,cual es la proporción de blancos y y negros en Cuba?
En Uruguay un 8% de la población es negra.
Somos aproximadamente unos 3 millones y medio de habitantes.
Lógicamente,son muy pocos los negros destacados en el deporte de mi país,incluso en el futbol,deporte prioritario.
En todas las ramas sociales,es muy poca la participación de esta gente,solo uno esta en el poder ejecutivo.
Personalmente,creo que si hay un leve racismo en mi país.
Pero al margen de eso,creo también,que poco hacen por cambiar esa situación.
Es solo mi opinión,y espero se debata respetándose todas las opiniones.
Saludos.
el escrito de infante lo veo muy completo y real,pero recuerda lo que he afirmado en diferentes ocasiones,todo lo que tenga que ver con la cuba posterior a 1959-deportes,cultura,whatever-esta fundido con la politica.
por que?,............,pues desde el triunfo de la revolucion llevada a cabo por el pueblo,el grupo que se apropio del poder asi lo impuso,el mismo castro lo definio : '' ....dentro de la revolucion todo,fuera de la revolucion nada''.
por mas de 5 decadas,todo,absolutamente todo,esta condicionado y unido a las directivas politicas del regimen,sin opciones.
no voy a aburrirte contando toda la sangre que ha costado este proceso,las torturas,prisiones,exilio,pues de eso hay bastante informacion,pero si voy a insistir señalando uno de los mayores crimenes de este regimen de oprobio,que ha sido el intenso lavado de cerebros-a niños y jovenes-a fin de crear ''el hombre nuevo''.
los resultados de este ''experimento'' se pueden palpar en la cuba actual,con la destruccion total de la base economica y una sociedad podrida hasta la medula,tambien una gran parte del exilio esta tatuado con ese estigma y vicios.
esto,te lo expongo de forma muy fria,pues a mi no me atan intereses de ningun tipo a la isla prision ni a la diaspora,supe separarme y dejar atras todo ese lastre hace muchisimos años,para recomenzar una vida nueva y plena sin ataduras politicas,pero la memoria si la conservo.
cuidate hermano.
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- Registrado: Mar Feb 01, 2011 11:45 am
Re: sobre el racismo en la cuba revolucionaria.
Pero Pena,que opinas vos de lo que piensa Cuquin?jcpena122 escribió:Hay wuien busca informacion para crecer intelectualmente,la analiza,la procesa,la confronta con otras fuentes,y asi saca sus propias conclusiones.Esto es muy distinto a salir a buscar lo que deseamos leer,lo que se ajusta a lo que pensamos,en fin,es como si lo hubiese escrito uno mismo.
Todo esto,no es mas que un delirio.
Tendra algo de validez su postura?
Es mas que interesante el pensamiento de que existe un racismo hacia los blancos en Cuba.
Si lo existe hacia los negros en casi todo el mundo,por que no en este caso lo contrario?
En todas partes del mundo,las capas dominantes han sido,y son blancas.
Por que a nivel de gente,no ser alrevez?
Dentro de la cúpula directriz de la isla,que cantidad calculas tu de negros hay dirigiendo?
Todos somos Mexicanos!!!
Re: sobre el racismo en la cuba revolucionaria.
En Cuba,posiblemente,no llega al 2% los negros en la cupula directriz.eldiariero escribió:Pero Pena,que opinas vos de lo que piensa Cuquin?jcpena122 escribió:Hay wuien busca informacion para crecer intelectualmente,la analiza,la procesa,la confronta con otras fuentes,y asi saca sus propias conclusiones.Esto es muy distinto a salir a buscar lo que deseamos leer,lo que se ajusta a lo que pensamos,en fin,es como si lo hubiese escrito uno mismo.
Todo esto,no es mas que un delirio.
Tendra algo de validez su postura?
Es mas que interesante el pensamiento de que existe un racismo hacia los blancos en Cuba.
Si lo existe hacia los negros en casi todo el mundo,por que no en este caso lo contrario?
En todas partes del mundo,las capas dominantes han sido,y son blancas.
Por que a nivel de gente,no ser alrevez?
Dentro de la cúpula directriz de la isla,que cantidad calculas tu de negros hay dirigiendo?
Es mas,siempre existio el comentario de esquina,de racismo,hacia los negros por supuesto,porque en la tv no habia presencia de estos ni en series de novelas,ni como locutores,ni en comerciales,ni en ningun lado,y eso lo sabe cualquier cubano.Como tambien sabe cualquira,no tiene que ser cubano,que el boxeo,es un deporte al cual,por lo general,se animan a practicar los muchachos que decienden de las familias mas humildes de la sociedad y cuba no es la ecepcion.
Esto,que esta planteando aqui,este forista,llamado ququin,no es mas que un tremendo disparate.
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- Registrado: Mié Sep 12, 2012 2:21 am
Re: sobre el racismo en la cuba revolucionaria.
mira eldiariero,a este boxeador cubano tambien le pasaron la cuenta despues de la revolucion,por oponerse al regimen y,.....................,por lo que imaginas.
Pupy García / Ningún boxeador cubano fue tan valiente ni tan popular.
Cuando Pupy falleció en un hospital de Miami el 23 de octubre del 2005, desapareció físicamente una de las más genuinas leyendas de los anales de Fistiana en Cuba.
Como “el pupilo de Higinio Ruiz” le presentaba la prensa del sector en su época de esplendor y fue acaso porque desarrolló toda su carrera al lado de Higinio, que el boxeador hizo gala de la tremendísima preparación física que exhibió en sus pleitos, relacion negativa hasta cierto punto que le imposibilitó descubrir los muchos secretos de la técnica del viril deporte, más allá del instinto y la intuición obligatorias para desempeñarse con éxito en niveles de escalafón, incluso de peleas por el campeonato mundial; porque, realmente, el español “aplatanado en Cuba” no era igual de brillante para el detalle técnico ni como second.
Pupy logró todo lo que pudo en el dificilísimo boxeo de su época (1949-1959) e hizo de la peligrosa actividad una religión en la que el riguroso cuidado de su persona corría por cuenta propia: únicamente por su tremenda forma física, convertida en resistencia de miura, podía mantenerse en el estrellato de una época en que vio la luz el más grande y formidable grupo de boxeadores cubanos de toda la historia del pugilismo en la Isla: Gavilán, Humberto Sierra, Black Pico, Armandito Puentes Pi, Fernando Silva, Rafael Lastre, Luis Galvani, Chico Varona, Fernando Silva, Rafael Lastre, Oscarito Suárez, Diego Sosa, Santiago Sosa, Orlando Zulueta, Miguel Acevedo… primera parte de un elenco estelar que concluiría con otra magnífica en el período 1957-75 (alcanza al año 1975, porque es en este que pierde su faja welter Mantequilla Nápoles, poniendo punto final a la más grande, brillante y productiva era de peleadores de clase y respeto nacidos en Cuba, superior a la de Chocolate, Tunero y Black Bill, incluso a la de Relámpago Saguero, Mayet, Coullimber, Conguito Camagueyano o Legón y Mario Raúl Ochoa, por los logros internacionales que alcanzaron), con Luis M. Rodríguez, Florentino Fernández, Ultiminio Ramos, Jose Legrá, Mantequilla Nápoles, Rolando “Chico” Morales, Hirán Bacallao, José Stable, Douglas Vaillant, Baby Louis, Zapatero Roncourt, Paul Díaz, Tano Marrero, Agustín Carmona, Julio Carreras, Jorge Núñez o Angel “Robinson” García entre varios.
El Idolo del Vedado, como se presentaba a Pupy, se impuso en el boxeo profesional a base de un valor espartano y de una agresividad y codicia por la victoria que no tenían límites en el ring, sobreponiéndose al sangramiento grosero por los arcos superciliares, tan frágiles y lastimados que su tratamiento en la esquina, durante cada pelea, requería del trabajo como especialista en cortaduras de Angelo Dundee, contratado especialmente por Cuco Conde, verdadero propietario del contrato del peso pluma, para cada pelea del gladiador.
Con Pupy Garcia apareció en el horizonte boxístico nacional el enfrentamiento racial, porque la población negra cubana no le perdonaba a un blanco (así lo hacían saber por medio de la prensa), que ganara las bolsas jamás pagadas a ningún peleador nacional por actuaciones dentro de Cuba ni que la fama y la popularidad mimaran al pequeño miura de la division feather como ocurría.
Ese malestar cobró matices de motín durante el controversial fallo favorable a Pupy contra Ciro Moracén en el antiguo Palacio de Convenciones y Deportes por el campeonato nacional peso pluma y única vez que el peleador del Vedado estuvo en posesión de la faja nacional, aunque por horas, una vez que la Comisión de Boxeo revocó el fallo judicial al día siguiente, reinstalando en la cintural del “boxeador de una mano”, como se conocía al oriental por el uso de su mano izquierda solamente, el cinturón de campeón nacional.
Pero la leyenda de Pupy Garcia se hizo por los enfrentamientos que sostuvo con los boxeadores que, como él, han hecho de su valor en el ring un sello de garantía y un compromiso de vida o muerte, los mexicanos como Cachorro Herrera, Kid Campeche, Kid Anáhuac, Edel Ojeda, Lauro Salas o Ernesto Parra, que descubrieron en Cuba a un contrario que el precio que colocaba delante de su victoria o de su derrota era el mismo que ellos le ofrecían a la concurrencia: vida o muerte.
Fue contra un ex campeón mundial mexicano, Lauro Salas, el 29 de junio de 1955, que la esquina de Pupy cometió un brutal e injusto abuso contra el criollo, al empujarlo al centro del ring estando Pupy noqueado de pie, llamándolo “cobarde” y agregando “salga y muérase ahí”, en el noveno round de una pelea que ya estaba perdida antes de comenzar, porque Higino, fallecido hace años, aceptó un combate en que los problemas para hacer el peso ya lo habían decidido a favor del ex campeón mundial.
En entrevista para Bohemia hecha por Eladio Secades con el título: “Yo no soy un cobarde”, Puppy le contó al maestro de la plana deportiva cómo se siente un peleador noqueado de pie, que no tiene control de sus reflejos y su inconformidad y dolor por el apelativo usado por la esquina para ¿incentivarlo? infructuosamente.
El cronista le dio la razón al peleador en consideración a su glorioso historial en el ring. Lauro Salas, que había perdido el campeonato mundial dos años antes contra Jimmy Carter, recibió una pateadura y una verdadera clase maestra con una mano, una sola, un año antes, de parte de Ciro Moracén, sin que el ex campeón tuviera la mínima posibilidad de encontrar la sombra que le golpeó y ridiculizó durante doce rounds que debieron tener duración de eternidad.
La posible y peligrosa carnicería que pudo hacer Salas contra Pupy la impidió la piadosa intervención del referí Quintanita, que decretó el nocao técnico en el noveno.
Sonny León, Robinson García, Guije Rodríguez, Pete Kawala, Charley Titone, Gallito del Ring, Luis Galvani, Hilton Smith…son algunos de los boxeadores que enfrentó Pupy durante su carrera y contra los que rindió faenas memorables.
Hilton Smith, que perdió contra Pupy en 1959, es el mismo que ese año, le propinó a Mantequilla Nápoles su única derrota en Cuba en 19 peleas y que le volvió a derrotar en Venezuela 3 años después, ambas por decisión judicial. Alejado del boxeo desde pricipios de 1958, regresó un año después a los trajines del ring por petición exclusiva del Capitan castrista, en aquel momento Director General de Deportes, Felipe Guerra Matos, quien era un gran fanático del boxeador, a una pelea contra el fortísimo azteca Ernesto Parra, que, como consecuencias de la pérdida de la resistencia acostumbrada y la imposibilidad de lograr una preparación óptima, se presentó sin reflejos ni coordinación.
Esa pelea, aunque ganada por Pupy en fallo muy controversial y protestado por el público en la Ciudad Deportiva habanera, fue el medidor que decretaba que los sueños de Guerra Matos por solicitar una pelea de campeonato mundial para el Idolo del Vedado, bien hubieran podido convertirse en una pesadilla si se hubiera producido.
Pupy Garcia respondió al llamado de la Patria conspirando contra Castro, lo que le valió una condena de 9 años en el presididio político cubano.
El 23 de octubre del 2005 cayó por la cuenta irremediable contra un terrible oponente, el cáncer… tenía 73 años. Había nacido el 31 de Octubre de 1932 en el barrio habanero del Vedado y, su hermano Lino ganó un campeonato nacional.
El récord de Puppy fue de 37 ganadas con 17 por nocao y ocho perdidas, 4 de ellas por la vía rápida, 4 tablas y una NC.
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Pupy García / Ningún boxeador cubano fue tan valiente ni tan popular.
Cuando Pupy falleció en un hospital de Miami el 23 de octubre del 2005, desapareció físicamente una de las más genuinas leyendas de los anales de Fistiana en Cuba.
Como “el pupilo de Higinio Ruiz” le presentaba la prensa del sector en su época de esplendor y fue acaso porque desarrolló toda su carrera al lado de Higinio, que el boxeador hizo gala de la tremendísima preparación física que exhibió en sus pleitos, relacion negativa hasta cierto punto que le imposibilitó descubrir los muchos secretos de la técnica del viril deporte, más allá del instinto y la intuición obligatorias para desempeñarse con éxito en niveles de escalafón, incluso de peleas por el campeonato mundial; porque, realmente, el español “aplatanado en Cuba” no era igual de brillante para el detalle técnico ni como second.
Pupy logró todo lo que pudo en el dificilísimo boxeo de su época (1949-1959) e hizo de la peligrosa actividad una religión en la que el riguroso cuidado de su persona corría por cuenta propia: únicamente por su tremenda forma física, convertida en resistencia de miura, podía mantenerse en el estrellato de una época en que vio la luz el más grande y formidable grupo de boxeadores cubanos de toda la historia del pugilismo en la Isla: Gavilán, Humberto Sierra, Black Pico, Armandito Puentes Pi, Fernando Silva, Rafael Lastre, Luis Galvani, Chico Varona, Fernando Silva, Rafael Lastre, Oscarito Suárez, Diego Sosa, Santiago Sosa, Orlando Zulueta, Miguel Acevedo… primera parte de un elenco estelar que concluiría con otra magnífica en el período 1957-75 (alcanza al año 1975, porque es en este que pierde su faja welter Mantequilla Nápoles, poniendo punto final a la más grande, brillante y productiva era de peleadores de clase y respeto nacidos en Cuba, superior a la de Chocolate, Tunero y Black Bill, incluso a la de Relámpago Saguero, Mayet, Coullimber, Conguito Camagueyano o Legón y Mario Raúl Ochoa, por los logros internacionales que alcanzaron), con Luis M. Rodríguez, Florentino Fernández, Ultiminio Ramos, Jose Legrá, Mantequilla Nápoles, Rolando “Chico” Morales, Hirán Bacallao, José Stable, Douglas Vaillant, Baby Louis, Zapatero Roncourt, Paul Díaz, Tano Marrero, Agustín Carmona, Julio Carreras, Jorge Núñez o Angel “Robinson” García entre varios.
El Idolo del Vedado, como se presentaba a Pupy, se impuso en el boxeo profesional a base de un valor espartano y de una agresividad y codicia por la victoria que no tenían límites en el ring, sobreponiéndose al sangramiento grosero por los arcos superciliares, tan frágiles y lastimados que su tratamiento en la esquina, durante cada pelea, requería del trabajo como especialista en cortaduras de Angelo Dundee, contratado especialmente por Cuco Conde, verdadero propietario del contrato del peso pluma, para cada pelea del gladiador.
Con Pupy Garcia apareció en el horizonte boxístico nacional el enfrentamiento racial, porque la población negra cubana no le perdonaba a un blanco (así lo hacían saber por medio de la prensa), que ganara las bolsas jamás pagadas a ningún peleador nacional por actuaciones dentro de Cuba ni que la fama y la popularidad mimaran al pequeño miura de la division feather como ocurría.
Ese malestar cobró matices de motín durante el controversial fallo favorable a Pupy contra Ciro Moracén en el antiguo Palacio de Convenciones y Deportes por el campeonato nacional peso pluma y única vez que el peleador del Vedado estuvo en posesión de la faja nacional, aunque por horas, una vez que la Comisión de Boxeo revocó el fallo judicial al día siguiente, reinstalando en la cintural del “boxeador de una mano”, como se conocía al oriental por el uso de su mano izquierda solamente, el cinturón de campeón nacional.
Pero la leyenda de Pupy Garcia se hizo por los enfrentamientos que sostuvo con los boxeadores que, como él, han hecho de su valor en el ring un sello de garantía y un compromiso de vida o muerte, los mexicanos como Cachorro Herrera, Kid Campeche, Kid Anáhuac, Edel Ojeda, Lauro Salas o Ernesto Parra, que descubrieron en Cuba a un contrario que el precio que colocaba delante de su victoria o de su derrota era el mismo que ellos le ofrecían a la concurrencia: vida o muerte.
Fue contra un ex campeón mundial mexicano, Lauro Salas, el 29 de junio de 1955, que la esquina de Pupy cometió un brutal e injusto abuso contra el criollo, al empujarlo al centro del ring estando Pupy noqueado de pie, llamándolo “cobarde” y agregando “salga y muérase ahí”, en el noveno round de una pelea que ya estaba perdida antes de comenzar, porque Higino, fallecido hace años, aceptó un combate en que los problemas para hacer el peso ya lo habían decidido a favor del ex campeón mundial.
En entrevista para Bohemia hecha por Eladio Secades con el título: “Yo no soy un cobarde”, Puppy le contó al maestro de la plana deportiva cómo se siente un peleador noqueado de pie, que no tiene control de sus reflejos y su inconformidad y dolor por el apelativo usado por la esquina para ¿incentivarlo? infructuosamente.
El cronista le dio la razón al peleador en consideración a su glorioso historial en el ring. Lauro Salas, que había perdido el campeonato mundial dos años antes contra Jimmy Carter, recibió una pateadura y una verdadera clase maestra con una mano, una sola, un año antes, de parte de Ciro Moracén, sin que el ex campeón tuviera la mínima posibilidad de encontrar la sombra que le golpeó y ridiculizó durante doce rounds que debieron tener duración de eternidad.
La posible y peligrosa carnicería que pudo hacer Salas contra Pupy la impidió la piadosa intervención del referí Quintanita, que decretó el nocao técnico en el noveno.
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Hilton Smith, que perdió contra Pupy en 1959, es el mismo que ese año, le propinó a Mantequilla Nápoles su única derrota en Cuba en 19 peleas y que le volvió a derrotar en Venezuela 3 años después, ambas por decisión judicial. Alejado del boxeo desde pricipios de 1958, regresó un año después a los trajines del ring por petición exclusiva del Capitan castrista, en aquel momento Director General de Deportes, Felipe Guerra Matos, quien era un gran fanático del boxeador, a una pelea contra el fortísimo azteca Ernesto Parra, que, como consecuencias de la pérdida de la resistencia acostumbrada y la imposibilidad de lograr una preparación óptima, se presentó sin reflejos ni coordinación.
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Aristóteles: To do is to be.
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Re: sobre el racismo en la cuba revolucionaria.
gracias por la crónica Cuquin.
un abrazo.
un abrazo.
Todos somos Mexicanos!!!
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- Mensajes: 4104
- Registrado: Mié Sep 12, 2012 2:21 am
Re: sobre el racismo en la cuba revolucionaria.
de nada,estimado amigo,aqui venimos a servir y aprender todos.eldiariero escribió:gracias por la crónica Cuquin.
un abrazo.
un abrazo para ti tambien brother.
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