Carlos González/
cgonzalez@primerahora.com
Enviado especial/Nueva York
Cientos de admiradores, vecinos y curiosos visitaron ayer la iglesia Santa Cecilia para rendir sus respetos al fallecido Héctor “Macho” Camacho.
Desde tempranas horas del día, personas se fueron congregando en las afueras de la iglesia para presenciar el recorrido de los restos mortales de Camacho dentro de una carroza blanca guiada por dos caballos en las calles de El Barrio donde el tres veces campeón pasó su adolescencia y dio sus primeros pasos en el boxeo aficionado.
Ni siquiera el frío pudo desinflar el ánimo de los presentes, pues gritaban algunas de las frases que Camacho hizo famosas durante su vida, y coreaban a toda voz: ¡“Macho, Macho, Macho”!
La familia de Camacho entró por la parte posterior de la iglesia a eso de las 12:15 del mediodía. Simultáneamente, arribó Héctor Camacho, padre, quien no quiso hacer expresiones a la prensa.
Durante ese mismo tiempo, el hijo mayor del ex púgil, Héctor “Machito” Camacho, se detuvo brevemente en la parte del frente de la iglesia y no estuvo presente cuando el cuerpo de Camacho arribó al lugar. Más tarde ingresó al santuario para estar junto a la familia.
“Esto es una cosa muy bonita, los amo mucho”, dijo entre sollozos María Matías, madre de Camacho.
“Sabía que querían a mi hijo, pero no que lo querían tanto. Ahora vamos para El Barrio a dar la vuelta por las calles por donde él quería (ser paseado)”, agregó.
Por unos segundos, Matías asomó su rostro por cristal del auto en el que viajaba y enseño el famoso medallón que siempre llevaba su hijo y que lee “MACHO”.
A eso de las 2:00 de la tarde, arrancó la procesión encabezada por la carroza que fue dirigida por dos de los hijos de Camacho Tyler y Christian, de 14 y 20 años, respectivamente. El recorrido se entendió por unos 55 minutos.
La carroza partió de la iglesia ubicada en la calle 106 en Manhattan y fue seguida por varios vehículos con familiares del púgil, quien murió el pasado sábado después de sufrir un paro cardiaco a consecuencia de una bala que entró por el rostro, le fracturó dos cervicales y, además, laceró severamente tres arterias que llevaban sangre a su cerebro.
El séquito pasó a la 2da Avenida, tomó la calle 116 (Luis Muñoz Marín Boulevard) y luego la 113. Durante el recorrido, los curiosos se asomaron desde las casas y los comercios de la zona. Los conductores se detenían a tomar fotografías con sus teléfonos celulares.
La madre de Camacho saludaba de vez en cuando y en otras ocasiones se le veía llorosa y recostada en el asiento del carro que la transportaba. Desde ese vehículo se escuchaba la popular canción Preciosa en la interpretación del cantante boricua-neoyorquino como Camacho, Marc Anthony.
Al retornar a la iglesia, familiares y amigos cercanos cargaron el féretro hacia el interior de la catedral.
Poco después de las 3:30 de la tarde, las puertas de la iglesia fueron abiertas para que el público pudiera entrar de manera ordenada. Empleados de una compañía privada de seguridad, estuvieron a cargo de dirigir a los curiosos –bajo la advertencia de que no estaba permitido tomar fotografías– por uno de los pasillos principales hasta el lugar donde el ataúd de Camacho fue colocado cerca del altar principal.
Dentro de la iglesia, el ambiente fue más de una fiesta familiar que un acto solemne. El son de los éxitos de Héctor Lavoe como El Todopoderoso, Aguanilé y El día de mi suerte, entre otras, le rendían sus últimos respetos a Camacho, mientras algunos familiares lucían tristes y algunos celebraban el legado de Camacho.
Durante la mañana de hoy, se realizará una misa especial y, al concluir, los restos de Camacho serán trasladados hasta el cementerio Saint Raymond en Queens, para la cristiana sepultura.
DESCANSE EN PAZ ESTE GRANDE
