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Publicado: Mar Feb 14, 2012 4:53 pm
LOS QUE IMPONEN LAS REGLAS Y ‘CASAN’ LAS PELEAS
Autor: ANDRÉS PASCUAL / DIARIO LAS AMÉRICAS
Fecha: 2/14/2012
¿Qué pasa con Erislandi Lara?
Hace poco leí unos comentarios dejados en un sitio web de boxeo por un fanático mexicano que respondía a una pregunta, hecha supuestamente o por un cubano o por un argentino, no pude calcular la nacionalidad.
La pregunta en cuestión era ¿Conoces quién fue Robinson, Armstrong y varios más, entre ellos, Mantequilla Nápoles? La respuesta de “No, no he oído de ellos, pero mi padre me habló de Nápoles…” dice a las claras la barbaridad del porqué ese individuo considera a Julio C Chávez ‘lo mejor de todos los tiempos libra por libra del boxeo’, únicamente a un desconocedor absoluto de la historia del pugilismo, incluida la suya propia, o a un individuo ciego por la nacionalidad, se le puede ocurrir pensar eso, ahora, ¿Cuántos de sus paisanos piensan como él? Chávez no es el mejor peleador de la historia del boxeo ni de América Latina, ese lugar lo discuten Carlos Monzón y Roberto Durán, incluso para lo mejor de su país, hay que pedirle permiso a Azteca y a Juan M. Márquez y no hablo de Salvador (Sánchez) porque murió joven y peleó poco, si no…
Hasta 1969, Cuba tuvo 7 campeones mundiales: ‘Chocolate’, Gavilán, Paret, Luis Manuel, Ultiminio, Legrá y Mantequilla; México, 6: Zurita, Lauro, Ratón, Becerra, Saldívar y Olivares. La década del 60 vio coronarse a 5 de los monarcas cubanos mientras solo 2 aztecas ostentaron fajas; otros 3 antillanos discutieron campeonatos sin éxito: Stable, Florentino y Vaillant.
En Cuba quedaron peleadores ranqueados que no volvieron a ver acción como Hirán Bacallao y más de 25 que también estaban en los rankings (hasta 1969, más de 100 cubanos habían estado en las clasificaciones) y listos para batallas consagratorias como Rubio, Carmona, Marrero, Rey López y en los gimnasios profesionales se preparaban más de 50 boxeadores aficionados que representaban la continuidad estelar del mercado pugilístico nacional, entre esos: Chocolatico, Molina, Betancourt, Hita… Perdón, si Castro no se apodera del país y expulsa el profesionalismo ni México tuviera los que tiene ni Puerto Rico ni nadie ajeno a Estados Unidos hubiera podido competir contra Cuba que, nadie lo dude, pasaría de 200 campeones, incluyendo a la división completa, porque Stevenson, Milián, Martínez Fiz o Balado también hubieran sido profesionales y dije cuatro…
No se puede hablar a la ligera sobre boxeo, hay que documentarse: la pila de campeones olímpicos y un grupo superior que quedaba que también podían serlo y no integraban los equipos de la tiranía: HUBIERAN SIDO CAMPEONES bajo las reglas del boxeo rentado… ¿Quién lo duda? lo que no hubieran exhibido la mayoría de ellos era una medalla olímpica, que no la hubieran necesitado para nada, porque ninguno de los primeros 7 campeones, desde Chocolate, la obtuvieron y no se les puede dejar fuera de la historia de lo mejor del boxeo no solo hispano, sino mundial.
Como preámbulo a lo que voy a comentar, creo que fui bastante explícito, muy relacionado con lo anterior, ¿Influiría el público mexicano en la concertación de peleas por campeonatos mundiales si Castro no llega a convertir a Cuba en un feudo particular? Nadie, como no sean los desconocedores de la historia, puede creerlo, porque la principal plaza ajena a las americanas del Este (Nueva York, Filadelfia, Chicago o Detroit) era La Habana y, después de los boxeadores americanos, los mejores eran los cubanos, dentro del estilo del mejor peleador que existe: el de raza negra estadounidense; los mejores entrenadores después de los americanos eran los cubanos; los mejores periodistas del sector en el área eran los cubanos y el mejor gimnasio del mundo, el más cómodo y moderno, estaba en la capital cubana, en los altos de la Cooperativa de Ómnibus Aliados de la calle Belascoaín, que no por gusto se entrenaron allí varios campeones mundiales americanos que no tenían baños de vapor ni en Detroit ni en el Stillman incluso.
Lo más decisivo, la televisión cubana era la más atractiva y desarrollada después de la americana y el fanático cubano el más entusiasta y conocedor, entonces, ¿Qué quedaba para los demás del área, sobre todo para los mexicanos? Saque cuentas y, después, verá que no es de matemáticas la operación, sino de gramática: NADA.
Quise hablar así de este tema, porque cansan las barbaridades que se oyen, sobre todo de los mexicanos, a la hora de sobrevalorar su boxeo y de subvalorar el que nadie puede, el cubano, que no por gusto Hank Kaplan (¿cuántos mexicanos saben quién fue?) hasta los minutos finales de su vida, mantuvo al pugilato de mi país como la parte más importante de este deporte fuera de Estados Unidos durante 30 años y tanto él como Nat Fletscher fueron dos de los más incondicionales fanáticos del pugilismo cubano en toda su historia de profesionalismo… Nadie está autorizado a pisotear la historia del boxeo cubano ni por su clase ni, como el beisbol, por su influencia en la región.
Entonces la televisión de hoy, los promotores de hoy, atentos a una mayoría mexicana que compra el paquete y asiste al foro en California y Las Vegas (por algo se ha mudado hacia allá la mal llamada ‘megapelea’) establece los rankings y sortea los pleitos de acuerdo al gusto de los mexicanos; es decir, se han dejado “imponer” un nacionalismo trágico y cansón, porque quien utiliza como quiere a ese fanático es el circuito que mal dirige y controla este deporte.
Así han sido capaces de promover la expresión “Rigondeaux es muy aburrido”, buscando el apoyo mexicano para no darle la pelea al cubano contra Donaire, que sería la única grande de esa división… ¿Cúando se evitó un pleito natural con una justificación de ese tipo? porque ‘Macho’ Camacho no era la chancleta del oriental y le dieron las que quiso.
Solo por la ausencia cubana desde 1962 y habló del país, del escenario boxístico profesional, es que se prepara la cartelera y el pleito por la pelea de campeonato mundial dejando fuera al peleador cubano de hoy que lo merece, sólo por eso es que se está cometiendo el abuso de bloquearles la actividad a quienes, y lo sabe todo el mundo, si regresara a Cuba el profesionalismo, poco a poco, en un plazo prudencialmente mediano de tiempo, el agua volvería a tomar su curso.
Sin embargo, a pesar de que los evitan con mil justificaciones falsas e inaceptables como que “son aburridos porque tiran poco por la influencia amateur”, son 10 veces mejores que la oposición, sobre todo porque un 70 % del boxeador de hoy no sabe boxear.
Por lo menos a cuatro de estos cubanos, que casi nunca pelean porque les tienen miedo, pueden, como hacían sus paisanos de la Época de Oro, caerle a patadas a cuanto mexicano encuentren en su camino como exponentes o como retadores de campeonatos en sus divisiones, lo único que deben hacer los promotores es dejar la influencia nociva del fanático autosuficiente del lado de allá del Río Grande y soltarlos, que ya verán.
Autor: ANDRÉS PASCUAL / DIARIO LAS AMÉRICAS
Fecha: 2/14/2012
¿Qué pasa con Erislandi Lara?
Hace poco leí unos comentarios dejados en un sitio web de boxeo por un fanático mexicano que respondía a una pregunta, hecha supuestamente o por un cubano o por un argentino, no pude calcular la nacionalidad.
La pregunta en cuestión era ¿Conoces quién fue Robinson, Armstrong y varios más, entre ellos, Mantequilla Nápoles? La respuesta de “No, no he oído de ellos, pero mi padre me habló de Nápoles…” dice a las claras la barbaridad del porqué ese individuo considera a Julio C Chávez ‘lo mejor de todos los tiempos libra por libra del boxeo’, únicamente a un desconocedor absoluto de la historia del pugilismo, incluida la suya propia, o a un individuo ciego por la nacionalidad, se le puede ocurrir pensar eso, ahora, ¿Cuántos de sus paisanos piensan como él? Chávez no es el mejor peleador de la historia del boxeo ni de América Latina, ese lugar lo discuten Carlos Monzón y Roberto Durán, incluso para lo mejor de su país, hay que pedirle permiso a Azteca y a Juan M. Márquez y no hablo de Salvador (Sánchez) porque murió joven y peleó poco, si no…
Hasta 1969, Cuba tuvo 7 campeones mundiales: ‘Chocolate’, Gavilán, Paret, Luis Manuel, Ultiminio, Legrá y Mantequilla; México, 6: Zurita, Lauro, Ratón, Becerra, Saldívar y Olivares. La década del 60 vio coronarse a 5 de los monarcas cubanos mientras solo 2 aztecas ostentaron fajas; otros 3 antillanos discutieron campeonatos sin éxito: Stable, Florentino y Vaillant.
En Cuba quedaron peleadores ranqueados que no volvieron a ver acción como Hirán Bacallao y más de 25 que también estaban en los rankings (hasta 1969, más de 100 cubanos habían estado en las clasificaciones) y listos para batallas consagratorias como Rubio, Carmona, Marrero, Rey López y en los gimnasios profesionales se preparaban más de 50 boxeadores aficionados que representaban la continuidad estelar del mercado pugilístico nacional, entre esos: Chocolatico, Molina, Betancourt, Hita… Perdón, si Castro no se apodera del país y expulsa el profesionalismo ni México tuviera los que tiene ni Puerto Rico ni nadie ajeno a Estados Unidos hubiera podido competir contra Cuba que, nadie lo dude, pasaría de 200 campeones, incluyendo a la división completa, porque Stevenson, Milián, Martínez Fiz o Balado también hubieran sido profesionales y dije cuatro…
No se puede hablar a la ligera sobre boxeo, hay que documentarse: la pila de campeones olímpicos y un grupo superior que quedaba que también podían serlo y no integraban los equipos de la tiranía: HUBIERAN SIDO CAMPEONES bajo las reglas del boxeo rentado… ¿Quién lo duda? lo que no hubieran exhibido la mayoría de ellos era una medalla olímpica, que no la hubieran necesitado para nada, porque ninguno de los primeros 7 campeones, desde Chocolate, la obtuvieron y no se les puede dejar fuera de la historia de lo mejor del boxeo no solo hispano, sino mundial.
Como preámbulo a lo que voy a comentar, creo que fui bastante explícito, muy relacionado con lo anterior, ¿Influiría el público mexicano en la concertación de peleas por campeonatos mundiales si Castro no llega a convertir a Cuba en un feudo particular? Nadie, como no sean los desconocedores de la historia, puede creerlo, porque la principal plaza ajena a las americanas del Este (Nueva York, Filadelfia, Chicago o Detroit) era La Habana y, después de los boxeadores americanos, los mejores eran los cubanos, dentro del estilo del mejor peleador que existe: el de raza negra estadounidense; los mejores entrenadores después de los americanos eran los cubanos; los mejores periodistas del sector en el área eran los cubanos y el mejor gimnasio del mundo, el más cómodo y moderno, estaba en la capital cubana, en los altos de la Cooperativa de Ómnibus Aliados de la calle Belascoaín, que no por gusto se entrenaron allí varios campeones mundiales americanos que no tenían baños de vapor ni en Detroit ni en el Stillman incluso.
Lo más decisivo, la televisión cubana era la más atractiva y desarrollada después de la americana y el fanático cubano el más entusiasta y conocedor, entonces, ¿Qué quedaba para los demás del área, sobre todo para los mexicanos? Saque cuentas y, después, verá que no es de matemáticas la operación, sino de gramática: NADA.
Quise hablar así de este tema, porque cansan las barbaridades que se oyen, sobre todo de los mexicanos, a la hora de sobrevalorar su boxeo y de subvalorar el que nadie puede, el cubano, que no por gusto Hank Kaplan (¿cuántos mexicanos saben quién fue?) hasta los minutos finales de su vida, mantuvo al pugilato de mi país como la parte más importante de este deporte fuera de Estados Unidos durante 30 años y tanto él como Nat Fletscher fueron dos de los más incondicionales fanáticos del pugilismo cubano en toda su historia de profesionalismo… Nadie está autorizado a pisotear la historia del boxeo cubano ni por su clase ni, como el beisbol, por su influencia en la región.
Entonces la televisión de hoy, los promotores de hoy, atentos a una mayoría mexicana que compra el paquete y asiste al foro en California y Las Vegas (por algo se ha mudado hacia allá la mal llamada ‘megapelea’) establece los rankings y sortea los pleitos de acuerdo al gusto de los mexicanos; es decir, se han dejado “imponer” un nacionalismo trágico y cansón, porque quien utiliza como quiere a ese fanático es el circuito que mal dirige y controla este deporte.
Así han sido capaces de promover la expresión “Rigondeaux es muy aburrido”, buscando el apoyo mexicano para no darle la pelea al cubano contra Donaire, que sería la única grande de esa división… ¿Cúando se evitó un pleito natural con una justificación de ese tipo? porque ‘Macho’ Camacho no era la chancleta del oriental y le dieron las que quiso.
Solo por la ausencia cubana desde 1962 y habló del país, del escenario boxístico profesional, es que se prepara la cartelera y el pleito por la pelea de campeonato mundial dejando fuera al peleador cubano de hoy que lo merece, sólo por eso es que se está cometiendo el abuso de bloquearles la actividad a quienes, y lo sabe todo el mundo, si regresara a Cuba el profesionalismo, poco a poco, en un plazo prudencialmente mediano de tiempo, el agua volvería a tomar su curso.
Sin embargo, a pesar de que los evitan con mil justificaciones falsas e inaceptables como que “son aburridos porque tiran poco por la influencia amateur”, son 10 veces mejores que la oposición, sobre todo porque un 70 % del boxeador de hoy no sabe boxear.
Por lo menos a cuatro de estos cubanos, que casi nunca pelean porque les tienen miedo, pueden, como hacían sus paisanos de la Época de Oro, caerle a patadas a cuanto mexicano encuentren en su camino como exponentes o como retadores de campeonatos en sus divisiones, lo único que deben hacer los promotores es dejar la influencia nociva del fanático autosuficiente del lado de allá del Río Grande y soltarlos, que ya verán.