El final de Erick fue Terrible
Publicado: Mar Oct 23, 2012 6:01 am
El final de Erick fue Terrible.
Norman Castillo
Más allá de lo que podamos discutir entre lo técnico y lo humano, está un hecho irreversible: Erick Morales chocó con lo real. Tantos años respondiendo a la campana han cobrado su peaje y este sábado 20 de Octubre, en el Barclays Center, en Brooklyn, Nueva York, Danny García terminó por hacerle ver de la manera más cruda, que su tiempo como peleador ha terminado. Fue entonces que Erick sintió frente a García, lo que Daniel Zaragoza sintió cuando él lo enfrentó en 1997.
¿Qué necesidad tenía Erick de llegar a esto para darse cuenta de lo obvio? Pese a la edad en que anunció su retiro en el 2007, Erick Morales daba la impresión de haber envejecido prematuramente, no por su edad, 31 años en ese momento, sino consecuencia de esos combates quebranta huesos de los que había sido protagonista, incluyendo trilogías con Marco Antonio Barrera y Manny Pacquiao, fue por esa razón que no le di oportunidades de éxito cuando anunció su regreso en el 2010, ya con 34 años y con dificultad para marcar las 147lbs. Categoría en la que sería un extraño. Erick dijo que era cuestión de tiempo para verse estupendo. Y no lo dudé, si con ese “estupendo” se refería al trayecto transcurrido desde su retiro, cuando se olvidó del gimnasio y fue corriendo hacia los tamales, las pantuflas y las sopas de tortilla.
Pero en el boxeo abundan historias de regresos engañosos, como el de Tito Trinidad, que utilizó a un extremadamente limitado Ricardo Mayorga para mostrarnos un falso resurgimiento, hasta verlo desenmascarado grotescamente por Winky Wright. O el de Oscar De La Hoya, que también utilizó al mismo Mayorga para mostrarse espectacular, hasta quedar desnudado cuando se atrevió a encerrarse entre las cuerdas con Manny Pacquiao. Para mala fortuna de Erick, siempre nos damos cuenta cuando un boxeador pierde brillo, se vuelve opaco y se convierte en una sombra de lo que fue. Lo vimos con Muhammad Alí, con Roberto Durán, con Alexis Argüello, con Julio César Chávez ¿Por qué Morales sería la excepción?
Igual que Tito y De La Hoya, Erick regresó y ganó, incluso tuvo fuerzas para sacar de su baúl toda la experiencia adquirida y regalarnos una impresionante demostración de agallas y fiereza frente a René Maidana, que lo colocó en ruta para agenciarse el título mundial superligero CMB. Fue entonces que se vislumbró una pelea con el joven e impetuoso Danny García, pero no para considerar un resurgimiento tipo Leonard con Hagler en 1986, después de un retiro forzado por su problema de retina. Contrario a Morales, Leonard tenía 30 años y físicamente sólo había sido exigido al máximo por Durán en 1980 y por Tommie Hearns en 1981, además, buscaba hambriento mayor grandeza boxística.
Esa presentación frente a Maidana pudo hacer pensar a sus más fieles creyentes que podrían llegar a ser testigos de un resurgimiento histórico de Morales; y ese sentimiento fue alimentado en la primera pelea frente a Danny García, la que perdió por decisión unánime en combate de mucho respeto por parte de joven invicto. Morales adujo entonces problemas en su entrenamiento.
Legó el día de su revancha esperada y Erick solo tuvo fuerzas para caminar tres rounds frente a un rival más joven, físicamente consistente y con ideas claras. Aunque se vio bien en los dos primeros asaltos, carecía de la distancia requerida y parecía estarse agotando por la ejecución de swings fallidos, hasta que fue alcanzado por una mega izquierda en el cuarto asalto que explotó en su mandíbula y lo dejó con medio cuerpo afuera del cuadrilátero, sostenido por la última cuerda. Fue después de recuperar la orientación, en entrevista post nocaut, que Morales llegó al convencimiento de que era necesario terminar con la insistencia por detener el paso del tiempo, que no perdona.
De su pecho se levanta una queja amarga y sonora -diría Rubén de haber conocido a este atleta calificado como ejemplar, un genuino pura sangre del boxeo, que realizaba ejecuciones asombrosas para imponerse con esa majestuosidad que solo está reservada para los fuera de serie- la tarde se ve ahora gris, proseguiría Darío; y el cielo azul profundo que siempre lo cobijó, se ha oscurecido en su despedida, está de duelo.
Norman Castillo
Más allá de lo que podamos discutir entre lo técnico y lo humano, está un hecho irreversible: Erick Morales chocó con lo real. Tantos años respondiendo a la campana han cobrado su peaje y este sábado 20 de Octubre, en el Barclays Center, en Brooklyn, Nueva York, Danny García terminó por hacerle ver de la manera más cruda, que su tiempo como peleador ha terminado. Fue entonces que Erick sintió frente a García, lo que Daniel Zaragoza sintió cuando él lo enfrentó en 1997.
¿Qué necesidad tenía Erick de llegar a esto para darse cuenta de lo obvio? Pese a la edad en que anunció su retiro en el 2007, Erick Morales daba la impresión de haber envejecido prematuramente, no por su edad, 31 años en ese momento, sino consecuencia de esos combates quebranta huesos de los que había sido protagonista, incluyendo trilogías con Marco Antonio Barrera y Manny Pacquiao, fue por esa razón que no le di oportunidades de éxito cuando anunció su regreso en el 2010, ya con 34 años y con dificultad para marcar las 147lbs. Categoría en la que sería un extraño. Erick dijo que era cuestión de tiempo para verse estupendo. Y no lo dudé, si con ese “estupendo” se refería al trayecto transcurrido desde su retiro, cuando se olvidó del gimnasio y fue corriendo hacia los tamales, las pantuflas y las sopas de tortilla.
Pero en el boxeo abundan historias de regresos engañosos, como el de Tito Trinidad, que utilizó a un extremadamente limitado Ricardo Mayorga para mostrarnos un falso resurgimiento, hasta verlo desenmascarado grotescamente por Winky Wright. O el de Oscar De La Hoya, que también utilizó al mismo Mayorga para mostrarse espectacular, hasta quedar desnudado cuando se atrevió a encerrarse entre las cuerdas con Manny Pacquiao. Para mala fortuna de Erick, siempre nos damos cuenta cuando un boxeador pierde brillo, se vuelve opaco y se convierte en una sombra de lo que fue. Lo vimos con Muhammad Alí, con Roberto Durán, con Alexis Argüello, con Julio César Chávez ¿Por qué Morales sería la excepción?
Igual que Tito y De La Hoya, Erick regresó y ganó, incluso tuvo fuerzas para sacar de su baúl toda la experiencia adquirida y regalarnos una impresionante demostración de agallas y fiereza frente a René Maidana, que lo colocó en ruta para agenciarse el título mundial superligero CMB. Fue entonces que se vislumbró una pelea con el joven e impetuoso Danny García, pero no para considerar un resurgimiento tipo Leonard con Hagler en 1986, después de un retiro forzado por su problema de retina. Contrario a Morales, Leonard tenía 30 años y físicamente sólo había sido exigido al máximo por Durán en 1980 y por Tommie Hearns en 1981, además, buscaba hambriento mayor grandeza boxística.
Esa presentación frente a Maidana pudo hacer pensar a sus más fieles creyentes que podrían llegar a ser testigos de un resurgimiento histórico de Morales; y ese sentimiento fue alimentado en la primera pelea frente a Danny García, la que perdió por decisión unánime en combate de mucho respeto por parte de joven invicto. Morales adujo entonces problemas en su entrenamiento.
Legó el día de su revancha esperada y Erick solo tuvo fuerzas para caminar tres rounds frente a un rival más joven, físicamente consistente y con ideas claras. Aunque se vio bien en los dos primeros asaltos, carecía de la distancia requerida y parecía estarse agotando por la ejecución de swings fallidos, hasta que fue alcanzado por una mega izquierda en el cuarto asalto que explotó en su mandíbula y lo dejó con medio cuerpo afuera del cuadrilátero, sostenido por la última cuerda. Fue después de recuperar la orientación, en entrevista post nocaut, que Morales llegó al convencimiento de que era necesario terminar con la insistencia por detener el paso del tiempo, que no perdona.
De su pecho se levanta una queja amarga y sonora -diría Rubén de haber conocido a este atleta calificado como ejemplar, un genuino pura sangre del boxeo, que realizaba ejecuciones asombrosas para imponerse con esa majestuosidad que solo está reservada para los fuera de serie- la tarde se ve ahora gris, proseguiría Darío; y el cielo azul profundo que siempre lo cobijó, se ha oscurecido en su despedida, está de duelo.