Leyendas del Fútbol...
Leyendas del Fútbol...
ABDON PORTE - URUGUAY
- Uno de los máximos idolos de Nacional de Uruguay.
- Prefirió el suicidio antes de vestir otra camiseta.
- Ganó la Copa América de 1917 defendiendo "La Celeste"
- Por Nacional jugó 207 encuentros ganado 19 Titulos entre locales e internacionales.
Diario La República 1999
Durazno, Uruguay 1880 - Montevideo 05 Marzo 1918
Abdón Porte se desempeñaba en la posición de mediocampista defensivo. "El Indio", tal era su apodo, fue múltiple campeón tanto en el plano nacional como internacional con el Club Nacional de Football y además campeón de la Copa América de 1917 con la Selección uruguaya. Falleció el 5 de marzo de 1918 tras él mismo dispararse un tiro de un arma de fuego en el círculo central del Estadio Gran Parque Central del Club Nacional de Football, en un hecho muy recordado por la afición deportiva de Uruguay.
Ha muerto el Indio el querido Indio!. Esta quieto en el medio de la cancha, en el medio del Parque, ¡Ha muerto Abdón Porte!, ¡Ha dado la vida por Nacional!.
El "Indio", Severino Castillo, se levantó como todas las mañanas. Mateó algunos amargos con la patrona y luego, se fue rumbo a su habitual tarea de alambrador en el Parque Central. La mañana era gélida, casi congelante, pero igual había que cumplir. El sol apenas estaba saliendo por el horizonte, pero para el hombre que nació en Tapes Grandes, departamento de Lavalleja, no iba a ser una mañana más desde su ingreso a Nacional en el año 1909.
Caminó unos metros y divisó algo caído a un costado del campo de juego. "Los botijas se olvidaron de algo" pensó para sus adentros y siguió caminando rumbo al bulto. Sorpresa enorme se llevó cuando a escasos metros pudo ver lo que allí había. Era un cuerpo humano que yacía boca abajo. La taquicardia le llegó a su límite más intenso cuando identificó el cadáver...Era nada menos que Abdón, el centro-half tricolor...(*)
Abdón inició su carrera futbolística en el club Colón, de allí decidió jugar por el club Libertad, para luego en el año 1911, pasar a jugar por el querido Nacional
Aquel 12 de Marzo de 1911, debutó en Nacional, en un partido amistoso contra el Dublín. Comenzó su carrera en Nacional como back derecho. Aquel día marcó una vida, un sentimiento, en aquel instante se fusionaron la camisa alba y el corazón grandote del Indio, para nunca más separarse, ¿Quién no siente un cosquilleo extraño al pensar en Abdón?, sólo los hinchas de Nacional, podemos tratar de entender al Indio, sólo los que queremos bien al Bolso podemos tratar de pensar lo que fue Nacional para el Abdón.
Había dicho "el día que no le pegue, me pego un tiro en el Parque", pero ¿quién pensaría en aquella frase, como si fuera una sentencia?, tal vez pensaríamos en una broma, pero nunca una promesa.
Amor mal entendido, amor desequilibrado quizás, pero amor al fin, ejemplo claro de amor a la causa, a su causa, a nuestra causa, que esta unida a un mismo sentimiento, a una misma pasión, hacer grande a nuestro querido Nacional.
Su último encuentro fue contra el Charley y la actuación de Porte fue muy buena y la victoria le correspondió a Nacional por 3 a 1.
Abdón había fijado la fecha de su casamiento para el 3 de Abril.
¿Qué había ocurrido? La Comisión Directiva, había resuelto sustituirlo.
El Indio había ganado todo con Nacional, y en su irracionalidad, quizás, no encontró consuelo su corazón ¿Quién puede saber lo que paso por su mente?, pero Abdón no podía asimilar la idea, la de dejar el club, es que la camiseta era parte de su cuerpo y el corazón era tricolor, era imposible separar uno del otro, Abdón era Nacional, su pensamiento era Nacional, su respiración era por Nacional, como dijo el Presidente Numa Pesquera: "Nacional era su ideal, lo amaba como el creyente a su fe, como el soldado a su bandera" Aquel 5 de Marzo de 1918, se pegó un tiro.
El Indio dio la vida por Nacional, decimos que en Nacional existió gente que dio la vida por Nacional, entre ellos Abdón, su sangre regó el Parque y regó la camiseta de Nacional infundiéndola de coraje, aún más de mucho más amor, por este acto mostró a su manera el amor a Nacional, aprendimos a querer y a respetar Abdón por su juego, pero su amor fue más fuerte.
El Indio había dado muestras de amor a la causa, en un encuentro fue lesionado de gravedad, a pocos minutos de comenzar el juego, pero él siguió en la cancha, este hecho le costo estar ausente por varios juegos, ese fue el Indio, amor incondicional.
Este legado que dejado Abdón y que luego otros luchadores nos han dejado, Abdón vivirá por siempre en nuestras memorias.
Los jugadores del club resolvieron, enviar una corona, formar guardia permanente, firmar un pergamino, y entregárselo a los deudos, llevar los cordones de la carroza fúnebre.
Wanderers ofreció jugar un encuentro beneficio de los deudos y pidió que ese día no se jugara ningún encuentro, el club Peñarol y Charley mandaron coronas, y las instituciones de la liga se solidarizaron con Nacional. Eusebio Céspedes, hizo posible que se cumpliera el deseo de Abdón, que fuera sepultado al lado de Carlos y Bolívar en el cementerio de la Teja.
Todo lo que se diga de Abdón es poco.
Cuándo los rivales no ven, él es quien ayuda a despejar a la defensa e incluso acompaña al ataque y cabecea aún hoy, llega a trancar, y apoya, ¿no lo vieron ustedes?.
La fuerza del Indio aún nos acompaña. ¡Abdón está vivo! ¡Aún está de pie!.
-:-
La figura de Abdón Porte y su trágico final impactaron al genial escritor salteño Horacio Quiroga al punto tal que escribiera a dos meses de la muerte del futbolista --al que llama Juan Polti--, un cuento que fuera publicado en la revista argentina Atlántida en mayo de 1918.
Juan Polti, half-back
Horacio Quiroga
"Cuando un muchacho llega, por A o B, y sin previo entrenamiento, a gustar de ese fuerte alcohol de varones que es la gloria, pierde la cabeza irremediablemente. Es un paraíso demasiado artificial para su joven corazón. A veces pierde algo más, que después se encuentra en la lista de defunciones.
Tal es el caso de Juan Polti, half-back del Nacional de Montevideo. Como entrenamiento en el juego, el muchacho lo tenía a conciencia. Tenía, además, una cabeza muy dura, y ponía el cuerpo rígido como un taco al saltar; por lo cual jugaba al billar con la pelota, lanzándola de corrida hasta el mismo gol.
Polti tenía veinte años, y había pisado la cancha a los quince, en un ignorado club de quinta categoría.
Pero alguien de Nacional lo vio cabeceador, comunicándolo enseguida a su gente. El Nacional lo contrató y Polti fue feliz.
Al muchacho le sobraba, naturalmente, fuego y este brusco salto en la senda de la gloria lo hizo girar sobre sí mismo como un torbellino. Llegar desde una portería de juzgado a un ministerio, es cosa que, razonablemente, puede marear; pero dormirse forward de un club desconocido y despertar half-back del Nacional, toca en lo delirante.
Pues bien: un día, Polti comenzó a decaer. Nada muy sensible; pero la pelota partía demasiado a la derecha o demasiado a la izquierda; o demasiado alto; o tomaba demasiado efecto. Cosas éstas todas que no engañaban a nadie sobre la decadencia del gran half-back. Sólo él se engañaba, y no era tarea amable hacérselo notar.
Corrió un año más, y la comisión se decidió al fin reemplazarlo. Medida dura si las hay, y que un club mastica meses enteros, porque es algo que llega al corazón de un muchacho que durante cuatro años ha sido la gloria de su field.
Cómo lo supo Polti antes de serle comunicado, o cómo lo previó --lo que es más posible--, son las cosas que ignoramos. Pero cierto es que una noche el half-back salió contento de casa de su novia, porque había logrado convencer a todos que debía casarse el 3 del mes entrante, y no otro día. El 3 cumplía años ella, y se acabó.
Así fueron informados los muchachos esa misma noche en el club, por donde pasó Polti hacia media noche. Estuvo alegre y decidor como siempre. Estuvo un cuarto de hora, y después de confrontar, reloj en mano, la hora del último tranvía a la Unión, salió.
Esto es lo que se sabe de esa noche. Pero esa madrugada fue hallado el cuerpo del half-back acostado en la cancha, con el lado izquierdo del saco un poco levantado, y la mano derecha oculta bajo el saco.
En la mano izquierda apretaba un papel, donde se leía:
"Querido Doctor y Presidente:
Le recomiendo a mi vieja y a mi novia. Usted sabe por qué hago esto.
¡Viva el Club Nacional!
Y más abajo esos versos:
Que siempre esté adelante
El club para nosotros anhelo
Yo doy mi sangre por todos mis compañeros,
Ahora y siempre el club gigante.
¡Viva el Club Nacional!"
El entierro del half-back Juan Polti no tuvo, como acompañamiento de consternación, sino dos precedentes en Montevideo. Porque lo que llevaban a pulso por espacio de una legua era el cadáver de una criatura fulminada por la gloria, para resistir la cual es menester haber sufrido mucho tras su conquista.
Nada, menos que la gloria, es gratuito. Y si se la obtiene así, se paga fatalmente con el ridículo, o con un revólver sobre el corazón."
- Uno de los máximos idolos de Nacional de Uruguay.
- Prefirió el suicidio antes de vestir otra camiseta.
- Ganó la Copa América de 1917 defendiendo "La Celeste"
- Por Nacional jugó 207 encuentros ganado 19 Titulos entre locales e internacionales.
Diario La República 1999
Durazno, Uruguay 1880 - Montevideo 05 Marzo 1918
Abdón Porte se desempeñaba en la posición de mediocampista defensivo. "El Indio", tal era su apodo, fue múltiple campeón tanto en el plano nacional como internacional con el Club Nacional de Football y además campeón de la Copa América de 1917 con la Selección uruguaya. Falleció el 5 de marzo de 1918 tras él mismo dispararse un tiro de un arma de fuego en el círculo central del Estadio Gran Parque Central del Club Nacional de Football, en un hecho muy recordado por la afición deportiva de Uruguay.
Ha muerto el Indio el querido Indio!. Esta quieto en el medio de la cancha, en el medio del Parque, ¡Ha muerto Abdón Porte!, ¡Ha dado la vida por Nacional!.
El "Indio", Severino Castillo, se levantó como todas las mañanas. Mateó algunos amargos con la patrona y luego, se fue rumbo a su habitual tarea de alambrador en el Parque Central. La mañana era gélida, casi congelante, pero igual había que cumplir. El sol apenas estaba saliendo por el horizonte, pero para el hombre que nació en Tapes Grandes, departamento de Lavalleja, no iba a ser una mañana más desde su ingreso a Nacional en el año 1909.
Caminó unos metros y divisó algo caído a un costado del campo de juego. "Los botijas se olvidaron de algo" pensó para sus adentros y siguió caminando rumbo al bulto. Sorpresa enorme se llevó cuando a escasos metros pudo ver lo que allí había. Era un cuerpo humano que yacía boca abajo. La taquicardia le llegó a su límite más intenso cuando identificó el cadáver...Era nada menos que Abdón, el centro-half tricolor...(*)
Abdón inició su carrera futbolística en el club Colón, de allí decidió jugar por el club Libertad, para luego en el año 1911, pasar a jugar por el querido Nacional
Aquel 12 de Marzo de 1911, debutó en Nacional, en un partido amistoso contra el Dublín. Comenzó su carrera en Nacional como back derecho. Aquel día marcó una vida, un sentimiento, en aquel instante se fusionaron la camisa alba y el corazón grandote del Indio, para nunca más separarse, ¿Quién no siente un cosquilleo extraño al pensar en Abdón?, sólo los hinchas de Nacional, podemos tratar de entender al Indio, sólo los que queremos bien al Bolso podemos tratar de pensar lo que fue Nacional para el Abdón.
Había dicho "el día que no le pegue, me pego un tiro en el Parque", pero ¿quién pensaría en aquella frase, como si fuera una sentencia?, tal vez pensaríamos en una broma, pero nunca una promesa.
Amor mal entendido, amor desequilibrado quizás, pero amor al fin, ejemplo claro de amor a la causa, a su causa, a nuestra causa, que esta unida a un mismo sentimiento, a una misma pasión, hacer grande a nuestro querido Nacional.
Su último encuentro fue contra el Charley y la actuación de Porte fue muy buena y la victoria le correspondió a Nacional por 3 a 1.
Abdón había fijado la fecha de su casamiento para el 3 de Abril.
¿Qué había ocurrido? La Comisión Directiva, había resuelto sustituirlo.
El Indio había ganado todo con Nacional, y en su irracionalidad, quizás, no encontró consuelo su corazón ¿Quién puede saber lo que paso por su mente?, pero Abdón no podía asimilar la idea, la de dejar el club, es que la camiseta era parte de su cuerpo y el corazón era tricolor, era imposible separar uno del otro, Abdón era Nacional, su pensamiento era Nacional, su respiración era por Nacional, como dijo el Presidente Numa Pesquera: "Nacional era su ideal, lo amaba como el creyente a su fe, como el soldado a su bandera" Aquel 5 de Marzo de 1918, se pegó un tiro.
El Indio dio la vida por Nacional, decimos que en Nacional existió gente que dio la vida por Nacional, entre ellos Abdón, su sangre regó el Parque y regó la camiseta de Nacional infundiéndola de coraje, aún más de mucho más amor, por este acto mostró a su manera el amor a Nacional, aprendimos a querer y a respetar Abdón por su juego, pero su amor fue más fuerte.
El Indio había dado muestras de amor a la causa, en un encuentro fue lesionado de gravedad, a pocos minutos de comenzar el juego, pero él siguió en la cancha, este hecho le costo estar ausente por varios juegos, ese fue el Indio, amor incondicional.
Este legado que dejado Abdón y que luego otros luchadores nos han dejado, Abdón vivirá por siempre en nuestras memorias.
Los jugadores del club resolvieron, enviar una corona, formar guardia permanente, firmar un pergamino, y entregárselo a los deudos, llevar los cordones de la carroza fúnebre.
Wanderers ofreció jugar un encuentro beneficio de los deudos y pidió que ese día no se jugara ningún encuentro, el club Peñarol y Charley mandaron coronas, y las instituciones de la liga se solidarizaron con Nacional. Eusebio Céspedes, hizo posible que se cumpliera el deseo de Abdón, que fuera sepultado al lado de Carlos y Bolívar en el cementerio de la Teja.
Todo lo que se diga de Abdón es poco.
Cuándo los rivales no ven, él es quien ayuda a despejar a la defensa e incluso acompaña al ataque y cabecea aún hoy, llega a trancar, y apoya, ¿no lo vieron ustedes?.
La fuerza del Indio aún nos acompaña. ¡Abdón está vivo! ¡Aún está de pie!.
-:-
La figura de Abdón Porte y su trágico final impactaron al genial escritor salteño Horacio Quiroga al punto tal que escribiera a dos meses de la muerte del futbolista --al que llama Juan Polti--, un cuento que fuera publicado en la revista argentina Atlántida en mayo de 1918.
Juan Polti, half-back
Horacio Quiroga
"Cuando un muchacho llega, por A o B, y sin previo entrenamiento, a gustar de ese fuerte alcohol de varones que es la gloria, pierde la cabeza irremediablemente. Es un paraíso demasiado artificial para su joven corazón. A veces pierde algo más, que después se encuentra en la lista de defunciones.
Tal es el caso de Juan Polti, half-back del Nacional de Montevideo. Como entrenamiento en el juego, el muchacho lo tenía a conciencia. Tenía, además, una cabeza muy dura, y ponía el cuerpo rígido como un taco al saltar; por lo cual jugaba al billar con la pelota, lanzándola de corrida hasta el mismo gol.
Polti tenía veinte años, y había pisado la cancha a los quince, en un ignorado club de quinta categoría.
Pero alguien de Nacional lo vio cabeceador, comunicándolo enseguida a su gente. El Nacional lo contrató y Polti fue feliz.
Al muchacho le sobraba, naturalmente, fuego y este brusco salto en la senda de la gloria lo hizo girar sobre sí mismo como un torbellino. Llegar desde una portería de juzgado a un ministerio, es cosa que, razonablemente, puede marear; pero dormirse forward de un club desconocido y despertar half-back del Nacional, toca en lo delirante.
Pues bien: un día, Polti comenzó a decaer. Nada muy sensible; pero la pelota partía demasiado a la derecha o demasiado a la izquierda; o demasiado alto; o tomaba demasiado efecto. Cosas éstas todas que no engañaban a nadie sobre la decadencia del gran half-back. Sólo él se engañaba, y no era tarea amable hacérselo notar.
Corrió un año más, y la comisión se decidió al fin reemplazarlo. Medida dura si las hay, y que un club mastica meses enteros, porque es algo que llega al corazón de un muchacho que durante cuatro años ha sido la gloria de su field.
Cómo lo supo Polti antes de serle comunicado, o cómo lo previó --lo que es más posible--, son las cosas que ignoramos. Pero cierto es que una noche el half-back salió contento de casa de su novia, porque había logrado convencer a todos que debía casarse el 3 del mes entrante, y no otro día. El 3 cumplía años ella, y se acabó.
Así fueron informados los muchachos esa misma noche en el club, por donde pasó Polti hacia media noche. Estuvo alegre y decidor como siempre. Estuvo un cuarto de hora, y después de confrontar, reloj en mano, la hora del último tranvía a la Unión, salió.
Esto es lo que se sabe de esa noche. Pero esa madrugada fue hallado el cuerpo del half-back acostado en la cancha, con el lado izquierdo del saco un poco levantado, y la mano derecha oculta bajo el saco.
En la mano izquierda apretaba un papel, donde se leía:
"Querido Doctor y Presidente:
Le recomiendo a mi vieja y a mi novia. Usted sabe por qué hago esto.
¡Viva el Club Nacional!
Y más abajo esos versos:
Que siempre esté adelante
El club para nosotros anhelo
Yo doy mi sangre por todos mis compañeros,
Ahora y siempre el club gigante.
¡Viva el Club Nacional!"
El entierro del half-back Juan Polti no tuvo, como acompañamiento de consternación, sino dos precedentes en Montevideo. Porque lo que llevaban a pulso por espacio de una legua era el cadáver de una criatura fulminada por la gloria, para resistir la cual es menester haber sufrido mucho tras su conquista.
Nada, menos que la gloria, es gratuito. Y si se la obtiene así, se paga fatalmente con el ridículo, o con un revólver sobre el corazón."
Última edición por enrike007 el Lun Oct 29, 2012 8:11 am, editado 2 veces en total.
Re: Leyendas del Fútbol...
ARTHUR FRIEDENREICH - BRASIL
- Se dice que anotó más goles que Pelé.
- Se presume que fueron 1.329 goles en 1.239 partidos.
- Es uno de los tres delanteros latinoamericanos (junto a Bernabé Ferreyra y Valeriano López) que anotaron más goles que partidos jugados con Friedenreich con el mayor promedio de gol.
Escrito por el Enzo Marzo 2010
Nacido en Sao Paulo en 1892, su vida resulta la perfecta figura de un olvido. Hizo más goles que ningún otro futbolista, pero casi nadie lo recuerda. Fue crack del área y fundador de lo que luego el mundo conocería como Jogo Bonito. Arthur Friedenreich, el primer gran crack de la historia de Brasil, nació mulato en tiempos en los que se miraba de reojo a aquellos que no eran blancos.
Escribió de él Eduardo Galeano: “Este mulato de ojos verdes fundó el modo brasileño de jugar. Rompió con los preceptos ingleses: él, o el diablo que se metía en la planta de su pie. Friedenreich llevó al solemne estadio de los blancos la irreverencia de los chavales color café que se divertían disputando una bola de trapos en los suburbios. Así nació un estilo, abierto a la fantasía, que prefiere el placer al resultado. De Friedenreich en adelante, el fútbol brasileño que es brasileño de verdad no tiene ángulos rectos, al igual que las montañas de Río de Janeiro y los edificios de Oscar Niemeyer”.
Armando Nogueira, periodista y escritor brasileño, señaló sobre él: “Jugaba al fútbol con el corazón en el pecho del pie. Fue él el que le enseñó el camino de gol a la bola brasileña”. José Moraes dos Santos Neto, en su libro “Visão do jogo – Primórdios do futebol no Brasil”, califica a sus gambetas como mágicas; y sostiene que era bravo, guapo, capaz de seguir jugando hasta con dos dientes partidos por la violencia de los que no lo podían parar.
Cuentan que nunca falló un penal. En sus 26 años de carrera jugó para SC Germania, Ypiranga, Mackenzie College, Paulistano, Sao Paulo, Atlético Mineiro y Flamengo, donde se retiró a los 43 años. Se sabe que fue trece veces el máximo goleador paulista y que ganó once títulos. También obviamente se puso la camiseta de Brasil: consiguió los primeros dos Sudamericanos de la historia de su país. Pero no pudo jugar en el Mundial de Uruguay 1930, por una fractura de tibia.
En Europa, su nombre comenzó a ser muy conocido a raíz de una gira que realizó con el Paulistao por Francia en 1925, en la que marcó 11 goles y fue bautizado por la prensa gala como “el Rey de Reyes”
Según las estadísticas de su padre y de los periodistas Mario de Viana, Segundo De Vaney y Alexandre da Costa, hizo 1.329 goles en 1.239 partidos. Con esas cifras le gana a Pelé, quien más tarde convirtió 1.284 tantos en 1.363 encuentros. Esas números de Friedenreich, sin embargo, no son reconocidas por la FIFA por falta de registros oficiales. De todos modos, en los estudios realizados por la IFFHS en 2006, se le reconocen 354 goles en 323 partidos de Primera División. Así, consiguió lo que casi nadie en la historia del fútbol de Sudamérica: sólo Friedenreich, el argentino Bernabé Ferreyra y el peruano Valeriano López tienen más de un gol de promedio por partido.
También se construyó una leyenda a su alrededor: como en los primeros años del siglo pasado el fútbol en Brasil era territorio exclusivo de ricos, blancos y distinguidos, Friedenreich, mulato, hijo de un comerciante alemán y de una lavandera negra, utilizaba polvo de arroz para esconder su origen y parecer bronceado. Fue, así, el primer crack negro de la historia de su país.
- Se dice que anotó más goles que Pelé.
- Se presume que fueron 1.329 goles en 1.239 partidos.
- Es uno de los tres delanteros latinoamericanos (junto a Bernabé Ferreyra y Valeriano López) que anotaron más goles que partidos jugados con Friedenreich con el mayor promedio de gol.
Escrito por el Enzo Marzo 2010
Nacido en Sao Paulo en 1892, su vida resulta la perfecta figura de un olvido. Hizo más goles que ningún otro futbolista, pero casi nadie lo recuerda. Fue crack del área y fundador de lo que luego el mundo conocería como Jogo Bonito. Arthur Friedenreich, el primer gran crack de la historia de Brasil, nació mulato en tiempos en los que se miraba de reojo a aquellos que no eran blancos.
Escribió de él Eduardo Galeano: “Este mulato de ojos verdes fundó el modo brasileño de jugar. Rompió con los preceptos ingleses: él, o el diablo que se metía en la planta de su pie. Friedenreich llevó al solemne estadio de los blancos la irreverencia de los chavales color café que se divertían disputando una bola de trapos en los suburbios. Así nació un estilo, abierto a la fantasía, que prefiere el placer al resultado. De Friedenreich en adelante, el fútbol brasileño que es brasileño de verdad no tiene ángulos rectos, al igual que las montañas de Río de Janeiro y los edificios de Oscar Niemeyer”.
Armando Nogueira, periodista y escritor brasileño, señaló sobre él: “Jugaba al fútbol con el corazón en el pecho del pie. Fue él el que le enseñó el camino de gol a la bola brasileña”. José Moraes dos Santos Neto, en su libro “Visão do jogo – Primórdios do futebol no Brasil”, califica a sus gambetas como mágicas; y sostiene que era bravo, guapo, capaz de seguir jugando hasta con dos dientes partidos por la violencia de los que no lo podían parar.
Cuentan que nunca falló un penal. En sus 26 años de carrera jugó para SC Germania, Ypiranga, Mackenzie College, Paulistano, Sao Paulo, Atlético Mineiro y Flamengo, donde se retiró a los 43 años. Se sabe que fue trece veces el máximo goleador paulista y que ganó once títulos. También obviamente se puso la camiseta de Brasil: consiguió los primeros dos Sudamericanos de la historia de su país. Pero no pudo jugar en el Mundial de Uruguay 1930, por una fractura de tibia.
En Europa, su nombre comenzó a ser muy conocido a raíz de una gira que realizó con el Paulistao por Francia en 1925, en la que marcó 11 goles y fue bautizado por la prensa gala como “el Rey de Reyes”
Según las estadísticas de su padre y de los periodistas Mario de Viana, Segundo De Vaney y Alexandre da Costa, hizo 1.329 goles en 1.239 partidos. Con esas cifras le gana a Pelé, quien más tarde convirtió 1.284 tantos en 1.363 encuentros. Esas números de Friedenreich, sin embargo, no son reconocidas por la FIFA por falta de registros oficiales. De todos modos, en los estudios realizados por la IFFHS en 2006, se le reconocen 354 goles en 323 partidos de Primera División. Así, consiguió lo que casi nadie en la historia del fútbol de Sudamérica: sólo Friedenreich, el argentino Bernabé Ferreyra y el peruano Valeriano López tienen más de un gol de promedio por partido.
También se construyó una leyenda a su alrededor: como en los primeros años del siglo pasado el fútbol en Brasil era territorio exclusivo de ricos, blancos y distinguidos, Friedenreich, mulato, hijo de un comerciante alemán y de una lavandera negra, utilizaba polvo de arroz para esconder su origen y parecer bronceado. Fue, así, el primer crack negro de la historia de su país.
Última edición por enrike007 el Lun Oct 29, 2012 8:17 am, editado 1 vez en total.
Re: Leyendas del Fútbol...
FRANCISCO VARALLO - ARGENTINA
- Tercer máximo goleador en la historia de Boca Jrs con 194 goles (trás Martin Palermo con 236 y Roberto Cherro 221 anotaciones)
- Máximo goleador en 1933 de la Argentina y Sudamérica con 34 goles
- Jugador más joven del Mundial de 1930 con 20 años.
La Plata Buenos Aires 1910 - 30 Agosto 2010
Falleció a los 100 años de edad y fue el último sobreviviente del Mundial de Uruguay 1930
Varallo era el jugador más joven de la selección de Argentina que cayó derrotada ante la de Uruguay por 4-2 en el encuentro decisivo disputado en el estadio Centenario de Montevideo, el 30 de julio de 1930.
"El cañoncito", como le llamaban los hinchas, fue poseedor del récord de máximo goleador del Boca Juniors en la era profesional iniciada en 1931 con 194 goles hasta 2009, cuando fue superado por Martín Palermo, actual jugador del popular club auriazul.
Con 34 goles, también fue el máximo goleador de la Liga argentina de Primera División y de Sudamérica en 1933.
"Recuerdo nítidamente aquella final con Uruguay que me marcó para siempre. Fue un partido durísimo que los uruguayos nos ganaron con prepotencia. Nosotros teníamos un gran equipo, pero algunos jugadores aflojaron en el segundo tiempo y perdimos", había recordado Varallo cuando cumplió 100 años, en febrero pasado.
"Todos me preguntan por ese partido, que yo no debí jugar porque era muy joven, no tenía experiencia. A veces prefiero no recordar lo que pasó en Montevideo. Ganábamos fácilmente por 1-2 y perdimos por 4-2. Yo no podía correr por una lesión en una rodilla. Me da bronca recordar aquello", agregó.
El 5 de febrero último, "Pancho" Varallo había festejado su cumpleaños número 100 en su casa de La Plata, su ciudad natal, a 60 kilómetros de la capital argentina, que desde esa fecha tiene una avenida con el nombre del ex futbolista.
Varallo había comenzado su carrera en el 12 de Octubre platense, en 1928 pasó al Gimnasia y Esgrima La Plata y, tras el Mundial de Uruguay, fue fichado por el Boca Juniors, equipo en el que se retiró en 1939 luego de ganar tres títulos de campeón y haber sido primer goleador en cinco temporadas.
Algunas frases de Varallo:
"En BOCA, goles son amores. Yo lo sé bien, porque me han querido mucho. A veces me puteaban durante 88 minutos, pero la metía en los últimos 2 y me sacaban en andas"
"PARA TRIUNFAR EN BOCA, se necesita sangre. Si no la tenés, chau, estás sonado"
"EL NUEVE Y EL DIEZ deben ser un matrimonio, necesitan afinidad. Lo digo sin falsa modestia: yo no hubiera sido lo que fui sin haber tenido a Cherro. De mis 181 goles, 150 se los debo a èl. Me conocía como si fuera una madre. Sabía meterme la pelota entre los backs, para que yo quedara bien perfilado y le diera al arco con todo. Con Bazterrica -una gran persona- me pasaba lo contrario porque gambeteaba demasiado y me la pasaba cuando ya estaba en offside. El error era suyo, pero la gente me puteaba a mí."
"EN EL FUTBOL se invirtieron los valores. Antes pensábamos más que nada en el gole, ahora meten uno y el técnico los manda enseguida para atrás. Antes los equipos se formaban con nueve jugadores buenos y dos que acompañaban, ahora es al revés".
"PARA JUGAR VALE mucho el talento, pero también el trabajo. Minetras mis compaeros de Gimnasia entrenaban solamente los jueves, yo lo hacía todos los días. En Boca se practicaba tres veces por semana, pero o quería seguir, el técnico tenía que echarme para que me fuera a casa".
"A LOS JUGADORES DE ahora habría que decirles que no tengan miedo de patear al arco. Para mí, no se animan. Qué importa tirarla diez veces a las nubes si uno se mete en el arco... Yo me sorprendía con mis propios tiros. "Qué bárbaro, Panchito, la pusiste en el ángulo", me felicitaban, y me había salido de casualidad".
"EL FUTBOL DE AHORA es más difícil que el mío. El que armaba juego recibía tranquilo y le daba la pelota al nuevo, al que tampoco marcaban de cerca. Los pibes de hoy no pueden ni respirar. Los presionan como locos".
"EL JUGADOR DEBE SER vivo para aprovechar sus virtudes. Yo pateaba fuerte, pero era chiquito para ser nueve. Entonces no tenía sentido que fuera a cabecear en los córners. Prefería quedarme afuera del área para agarrar el rebote. Hice 181 goles, aunque muy pocos de cabeza. Si metí cinco, es mucho."
- Tercer máximo goleador en la historia de Boca Jrs con 194 goles (trás Martin Palermo con 236 y Roberto Cherro 221 anotaciones)
- Máximo goleador en 1933 de la Argentina y Sudamérica con 34 goles
- Jugador más joven del Mundial de 1930 con 20 años.
La Plata Buenos Aires 1910 - 30 Agosto 2010
Falleció a los 100 años de edad y fue el último sobreviviente del Mundial de Uruguay 1930
Varallo era el jugador más joven de la selección de Argentina que cayó derrotada ante la de Uruguay por 4-2 en el encuentro decisivo disputado en el estadio Centenario de Montevideo, el 30 de julio de 1930.
"El cañoncito", como le llamaban los hinchas, fue poseedor del récord de máximo goleador del Boca Juniors en la era profesional iniciada en 1931 con 194 goles hasta 2009, cuando fue superado por Martín Palermo, actual jugador del popular club auriazul.
Con 34 goles, también fue el máximo goleador de la Liga argentina de Primera División y de Sudamérica en 1933.
"Recuerdo nítidamente aquella final con Uruguay que me marcó para siempre. Fue un partido durísimo que los uruguayos nos ganaron con prepotencia. Nosotros teníamos un gran equipo, pero algunos jugadores aflojaron en el segundo tiempo y perdimos", había recordado Varallo cuando cumplió 100 años, en febrero pasado.
"Todos me preguntan por ese partido, que yo no debí jugar porque era muy joven, no tenía experiencia. A veces prefiero no recordar lo que pasó en Montevideo. Ganábamos fácilmente por 1-2 y perdimos por 4-2. Yo no podía correr por una lesión en una rodilla. Me da bronca recordar aquello", agregó.
El 5 de febrero último, "Pancho" Varallo había festejado su cumpleaños número 100 en su casa de La Plata, su ciudad natal, a 60 kilómetros de la capital argentina, que desde esa fecha tiene una avenida con el nombre del ex futbolista.
Varallo había comenzado su carrera en el 12 de Octubre platense, en 1928 pasó al Gimnasia y Esgrima La Plata y, tras el Mundial de Uruguay, fue fichado por el Boca Juniors, equipo en el que se retiró en 1939 luego de ganar tres títulos de campeón y haber sido primer goleador en cinco temporadas.
Algunas frases de Varallo:
"En BOCA, goles son amores. Yo lo sé bien, porque me han querido mucho. A veces me puteaban durante 88 minutos, pero la metía en los últimos 2 y me sacaban en andas"
"PARA TRIUNFAR EN BOCA, se necesita sangre. Si no la tenés, chau, estás sonado"
"EL NUEVE Y EL DIEZ deben ser un matrimonio, necesitan afinidad. Lo digo sin falsa modestia: yo no hubiera sido lo que fui sin haber tenido a Cherro. De mis 181 goles, 150 se los debo a èl. Me conocía como si fuera una madre. Sabía meterme la pelota entre los backs, para que yo quedara bien perfilado y le diera al arco con todo. Con Bazterrica -una gran persona- me pasaba lo contrario porque gambeteaba demasiado y me la pasaba cuando ya estaba en offside. El error era suyo, pero la gente me puteaba a mí."
"EN EL FUTBOL se invirtieron los valores. Antes pensábamos más que nada en el gole, ahora meten uno y el técnico los manda enseguida para atrás. Antes los equipos se formaban con nueve jugadores buenos y dos que acompañaban, ahora es al revés".
"PARA JUGAR VALE mucho el talento, pero también el trabajo. Minetras mis compaeros de Gimnasia entrenaban solamente los jueves, yo lo hacía todos los días. En Boca se practicaba tres veces por semana, pero o quería seguir, el técnico tenía que echarme para que me fuera a casa".
"A LOS JUGADORES DE ahora habría que decirles que no tengan miedo de patear al arco. Para mí, no se animan. Qué importa tirarla diez veces a las nubes si uno se mete en el arco... Yo me sorprendía con mis propios tiros. "Qué bárbaro, Panchito, la pusiste en el ángulo", me felicitaban, y me había salido de casualidad".
"EL FUTBOL DE AHORA es más difícil que el mío. El que armaba juego recibía tranquilo y le daba la pelota al nuevo, al que tampoco marcaban de cerca. Los pibes de hoy no pueden ni respirar. Los presionan como locos".
"EL JUGADOR DEBE SER vivo para aprovechar sus virtudes. Yo pateaba fuerte, pero era chiquito para ser nueve. Entonces no tenía sentido que fuera a cabecear en los córners. Prefería quedarme afuera del área para agarrar el rebote. Hice 181 goles, aunque muy pocos de cabeza. Si metí cinco, es mucho."
Última edición por enrike007 el Lun Oct 29, 2012 8:25 am, editado 2 veces en total.
Re: Leyendas del Fútbol...
Hombreeee Deberia haber una Reseña del mas Grande Mediocentro de America!!.
OBDULIO "EL JEFE NEGRO" VARELA.
ya decir su Nombre es un Honor!!.
OBDULIO "EL JEFE NEGRO" VARELA.
ya decir su Nombre es un Honor!!.
Desaparece,Desaparece Breve Llama de Fuego,Que la Vida es solo una Sombra que Camina!.
Re: Leyendas del Fútbol...
OBDULIO VARELA - URUGUAY
- Uruguay nunca perdió un encuentro estando Obdulio Varela en cancha.
- Jugó en dos Mundiales obteniendo el Campeonato en 1950 y el cuarto lugar en 1954.
- Uno de los máximos idolos de Peñarol y la "Celeste".
El capitán de un equipo de fútbol, no es sólo una cinta ancha en su brazo derecho, es la bandera del equipo, es el estandarte. Es único encargado de hablar con el árbitro, y por lo general es el que le levanta la moral a sus compañeros en caso de una derrota transitoria, si en algún momento alguna luminaria se le ocurre realizar “El Gran Diccionario del Fútbol”, al lado de la palabra capitán deberá poner una foto de Obdulio Varela.
Una de las tantas anécdotas de esa final que tiene Obdulio Varela, es la que cuenta que luego de una seguidilla de faules violentos cometidos por el brasileño Bigode contra el uruguayo Ghiggia, Obdulio se cansa y ante la pasividad del árbitro decide hacer justicia por mano propia y castigarlo con una patada en los tobillos. Mientras Bigode se retorcía de dolor en el piso, Varela se agachó y le dijo: “... ¿Vio?, Vocé empezó, ahora aguántesela si es macho...”.
[26/07/2011] Jose Antonio Sojo.
'El Negro Jefe' supo cambiar el destino de una final que tenía grabado de antemano el nombre de Brasil. Fue el autor intelectual del 'Maracanazo' de Uruguay en 1950.
Ahora que Uruguay vuelve reinar tras convertirse en el equipo más ganador de la Copa América, tenemos una ocasión ideal para rendir homenaje a Obdulio Varela (Paysandú, Uruguay, 20 de septiembre de 1917- 2 de agosto de 1996), el hombre que dotó a la Celeste de la famosa alma guerrera que aún hoy ese país luce con orgullo cada vez que salta a un campo de fútbol. Varela, el Negro Jefe, fue el origen de la garra charrúa.
Aunque ganó seis ligas con Peñarol (previo paso por Wanderers y Deportivo Juventud), Varela se granjeó el reconocimiento universal gracias a sus actuaciones con Uruguay, selección con la que nunca perdió un partido en una fase final de un Mundial y a la que capitaneó de 1941 a 1954. Es decir, a la que capitaneó durante la final de la Copa del mundo de 1950, donde la Celeste provocó la 'tragedia' más grande de la historia de los Mundiales al privar a Brasil de 'su' Copa, en Maracaná y ante 200.000 personas.
Aquella tarde a Brasil le bastaba empatar, aunque se adelantó por medio de Friaca, pero en la recta final Schiaffino y Ghiggia voltearon el partido. Para ellos fueron las mieles de los goles, pero Varela se llevó la gloria de esa final. Todos reconocieron que fue el Negro Jefe quien evitó que Uruguay se viniera abajo, se entregara y se sometiera a lo que supuestamente les tenía reservado el destino. Incluso los dirigentes uruguayos antes del choque les dijeron que bastaba con no perder por más de 3 ó 4 goles. "¿Perder? Vamos a ganar ese partido", dijo en alto para que le oyeran sus compañeros.
Lo fundamental para tener opciones era fortalecerse mentalmente, y Varela se encargó de ello en el túnel de vestuarios: "No piensen en toda esa gente, no miren para arriba. El partido se juega abajo y si ganamos no va a pasar nada. Nunca pasó nada", les gritaba a sus compañeros antes de lanzar su mítica frase: "¡Los de afuera son de palo!". Pero el momento clave fue recomponer a la tropa tras el gol de Brasil. La maniobra efectuada para ello muestra hasta qué punto se puede manejar psicológicamente un partido.
Lo primero que hizo fue protestar al árbitro un fuera de juego inexistente, llevando la discusión al extremo de pedir un intérprete para poder comunicarse con el colegiado. Con el balón bajo el brazo, logró desconcertar a los brasileños, calmar la euforia y silenciar Maracaná. El único objetivo, que Brasil, con la emoción del primer gol, no se los llevara por delante: "Me insultaba el estadio entero por la demora. ¡Si me banqué aquellas luchas en canchas sin alambrado, de matar o morir, me iba a asustar allí, que tenía todas las garantías! Me di cuenta que si no enfriábamos el juego esa máquina de jugar al fútbol nos iba a demoler. Lo que hice fue demorar, nada más. Esos tigres nos comían si les servíamos el bocado muy rápido".
Mientras montaba el numerito, Varela se fijo en los brasileños, percibió el silencio, la tensión por levantar 'su' Copa y el respeto que tenían a Uruguay. Y se dirigió a sus compañeros: "Ahora sí vamos a ganar el partido". Así fue. Sabedores de que la presión no dejaba pensar al rival, los uruguayos se hicieron dueños del juego, con Varela en el mediocentro dirigiendo las operaciones con balón (nadie podía quitársela) y sin él (ordenaba a sus compañeros como piezas de ajedrez). Consumada la remontada, Jules Rimet, presidente de la FIFA, entregó la Copa a Uruguay casi a escondidas, con el discurso que había preparado para Brasil aún en el bolsillo. "Entregué la estatuilla de oro y me retiré sin decir una palabra de felicitación", recordaba Rimet, desconcertado.
Siempre alejado de los focos
A Obdulio Varela nunca le gustaron los focos, ni siquiera cuando se convirtió en el estandarte uruguayo, y concedió poquísimas entrevistas (decía que "en los periódicos solo hay dos verdades: el precio y la fecha"). Incluso renunció a percibir una prima mayor que sus compañeros de selección (se la gastó, por cierto, en un Ford modelo 1931 que le robaron al cabo de una semana) y prefirió celebrar el título por su lado en los bares de Brasil: "Cuando me reconocieron, pensé que me iban a matar. Por suerte fue todo lo contrario, me felicitaron y nos quedamos bebiendo juntos", explicaba.
El marketing nunca fue con él y cuando Peñarol firmó su primer contrato para llevar publicidad en la camiseta, Varela se negó a portarla: "Ya pasó el tiempo en el que a los negros nos señalaban con argollas", tiró. Lo único que le importaba era el fútbol y dar ejemplo a sus compañeros, legitimado por el brazalete: "Si alguno de mis futbolistas da una patada como la que aquel señor acaba de dar, le ruego que lo expulse, porque en mi equipo un jugador que pega así no merece seguir en la cancha", le dijo un árbitro durante un Peñarol-Nacional. Era Obdulio Varela, de profesión, capitán de fútbol.
- Uruguay nunca perdió un encuentro estando Obdulio Varela en cancha.
- Jugó en dos Mundiales obteniendo el Campeonato en 1950 y el cuarto lugar en 1954.
- Uno de los máximos idolos de Peñarol y la "Celeste".
El capitán de un equipo de fútbol, no es sólo una cinta ancha en su brazo derecho, es la bandera del equipo, es el estandarte. Es único encargado de hablar con el árbitro, y por lo general es el que le levanta la moral a sus compañeros en caso de una derrota transitoria, si en algún momento alguna luminaria se le ocurre realizar “El Gran Diccionario del Fútbol”, al lado de la palabra capitán deberá poner una foto de Obdulio Varela.
Una de las tantas anécdotas de esa final que tiene Obdulio Varela, es la que cuenta que luego de una seguidilla de faules violentos cometidos por el brasileño Bigode contra el uruguayo Ghiggia, Obdulio se cansa y ante la pasividad del árbitro decide hacer justicia por mano propia y castigarlo con una patada en los tobillos. Mientras Bigode se retorcía de dolor en el piso, Varela se agachó y le dijo: “... ¿Vio?, Vocé empezó, ahora aguántesela si es macho...”.
[26/07/2011] Jose Antonio Sojo.
'El Negro Jefe' supo cambiar el destino de una final que tenía grabado de antemano el nombre de Brasil. Fue el autor intelectual del 'Maracanazo' de Uruguay en 1950.
Ahora que Uruguay vuelve reinar tras convertirse en el equipo más ganador de la Copa América, tenemos una ocasión ideal para rendir homenaje a Obdulio Varela (Paysandú, Uruguay, 20 de septiembre de 1917- 2 de agosto de 1996), el hombre que dotó a la Celeste de la famosa alma guerrera que aún hoy ese país luce con orgullo cada vez que salta a un campo de fútbol. Varela, el Negro Jefe, fue el origen de la garra charrúa.
Aunque ganó seis ligas con Peñarol (previo paso por Wanderers y Deportivo Juventud), Varela se granjeó el reconocimiento universal gracias a sus actuaciones con Uruguay, selección con la que nunca perdió un partido en una fase final de un Mundial y a la que capitaneó de 1941 a 1954. Es decir, a la que capitaneó durante la final de la Copa del mundo de 1950, donde la Celeste provocó la 'tragedia' más grande de la historia de los Mundiales al privar a Brasil de 'su' Copa, en Maracaná y ante 200.000 personas.
Aquella tarde a Brasil le bastaba empatar, aunque se adelantó por medio de Friaca, pero en la recta final Schiaffino y Ghiggia voltearon el partido. Para ellos fueron las mieles de los goles, pero Varela se llevó la gloria de esa final. Todos reconocieron que fue el Negro Jefe quien evitó que Uruguay se viniera abajo, se entregara y se sometiera a lo que supuestamente les tenía reservado el destino. Incluso los dirigentes uruguayos antes del choque les dijeron que bastaba con no perder por más de 3 ó 4 goles. "¿Perder? Vamos a ganar ese partido", dijo en alto para que le oyeran sus compañeros.
Lo fundamental para tener opciones era fortalecerse mentalmente, y Varela se encargó de ello en el túnel de vestuarios: "No piensen en toda esa gente, no miren para arriba. El partido se juega abajo y si ganamos no va a pasar nada. Nunca pasó nada", les gritaba a sus compañeros antes de lanzar su mítica frase: "¡Los de afuera son de palo!". Pero el momento clave fue recomponer a la tropa tras el gol de Brasil. La maniobra efectuada para ello muestra hasta qué punto se puede manejar psicológicamente un partido.
Lo primero que hizo fue protestar al árbitro un fuera de juego inexistente, llevando la discusión al extremo de pedir un intérprete para poder comunicarse con el colegiado. Con el balón bajo el brazo, logró desconcertar a los brasileños, calmar la euforia y silenciar Maracaná. El único objetivo, que Brasil, con la emoción del primer gol, no se los llevara por delante: "Me insultaba el estadio entero por la demora. ¡Si me banqué aquellas luchas en canchas sin alambrado, de matar o morir, me iba a asustar allí, que tenía todas las garantías! Me di cuenta que si no enfriábamos el juego esa máquina de jugar al fútbol nos iba a demoler. Lo que hice fue demorar, nada más. Esos tigres nos comían si les servíamos el bocado muy rápido".
Mientras montaba el numerito, Varela se fijo en los brasileños, percibió el silencio, la tensión por levantar 'su' Copa y el respeto que tenían a Uruguay. Y se dirigió a sus compañeros: "Ahora sí vamos a ganar el partido". Así fue. Sabedores de que la presión no dejaba pensar al rival, los uruguayos se hicieron dueños del juego, con Varela en el mediocentro dirigiendo las operaciones con balón (nadie podía quitársela) y sin él (ordenaba a sus compañeros como piezas de ajedrez). Consumada la remontada, Jules Rimet, presidente de la FIFA, entregó la Copa a Uruguay casi a escondidas, con el discurso que había preparado para Brasil aún en el bolsillo. "Entregué la estatuilla de oro y me retiré sin decir una palabra de felicitación", recordaba Rimet, desconcertado.
Siempre alejado de los focos
A Obdulio Varela nunca le gustaron los focos, ni siquiera cuando se convirtió en el estandarte uruguayo, y concedió poquísimas entrevistas (decía que "en los periódicos solo hay dos verdades: el precio y la fecha"). Incluso renunció a percibir una prima mayor que sus compañeros de selección (se la gastó, por cierto, en un Ford modelo 1931 que le robaron al cabo de una semana) y prefirió celebrar el título por su lado en los bares de Brasil: "Cuando me reconocieron, pensé que me iban a matar. Por suerte fue todo lo contrario, me felicitaron y nos quedamos bebiendo juntos", explicaba.
El marketing nunca fue con él y cuando Peñarol firmó su primer contrato para llevar publicidad en la camiseta, Varela se negó a portarla: "Ya pasó el tiempo en el que a los negros nos señalaban con argollas", tiró. Lo único que le importaba era el fútbol y dar ejemplo a sus compañeros, legitimado por el brazalete: "Si alguno de mis futbolistas da una patada como la que aquel señor acaba de dar, le ruego que lo expulse, porque en mi equipo un jugador que pega así no merece seguir en la cancha", le dijo un árbitro durante un Peñarol-Nacional. Era Obdulio Varela, de profesión, capitán de fútbol.
Última edición por enrike007 el Mar Oct 30, 2012 1:38 am, editado 2 veces en total.
Re: Leyendas del Fútbol...
FERENC PUSKAS - HUNGRIA
- Jugando por la Selección de Hungria anotó 84 goles en 85 partidos.
- Es considerado el sexto mejor jugador de la historia (trás: Pelé, Cruyff, Beckenbauer, Di Stéfano, Maradona)
- Mejor futbolista húngaro de la historia
- Máximo goleador de la selección de Hungria.
- Entre 1950 y 1956 sólo perdió un encuentro jugando por su Selección: La Final del Mundo de 1954.
Nacio en Budapest, Hungría el 2 de Abril de 1927 y obtuvo 4 Copas de Europa, 4 Ligas (1 en Hungria y 3 con el Real Madrid) y una medalla de Oro en Helsinki ´52. Fue cuatro veces maximo goleador de la liga española y según el FIHE (Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol) es el máximo goleador de la historia con 512 goles en 528 partidos de primera división.
Se transformó en el estandarte y gran capitán de Hungría, más conocida como “Los Magiares Mágicos”, donde fue finalista de la Copa del Mundo de Suiza ´54, con un equipo de lujo que estaba integrado además por verdaderos directores de orquesta como Koscic y Czibor. Jugó además en el Honved de Hungría y Real Madrid de España junto a Di Stéfano, Gento y Rial, para retirarse a los 40 años e inicia su carrera de entrenador que lo lleva al Panathinaikos de Grecia, Colo – Colo de Chile y la Selección de Hungría, entre otros equipo.
En 1997 y con 70 años recibe un espectacula homenaje en el Estadio Nacional Húngaro, en el cual es acompaño por sus compañeros de toda la vida, recibiendo la “Orden Olímpica” de manos del presidente del COI (Comité Olímpico Internacional), Juan Antonio Samaranch
Ferenc Puskas: el Comandante Galopante
A los 16 años, ya disparaba sus primeros tiros de artillero y estrenaba títulos, con el Kispest, equipo de su padre y de un barrio de Budapest, luego anexado por el ejército y rebautizado Honved de Budapest en 1949, y a los 40 años, se retira del fútbol tras muchísimos goles y títulos, con el Real Madrid, con el Honved o con la selección húngara.
Siempre ha jugado con los mejores en sus tres equipos, tres equipos que hicieron el fútbol más bonito del universo en la década 1950, con el Santos de Pelé y el Stade de Reims de Kopa. Con la Hungría de oro y los Bozsik, Hidegkuti, Czibor, Kocsis, o con el Honved, anima el juego creativo y ofensivo más espectacular de Europa, alineando goles sin tregua. Con el Real Madrid, integró el mejor quinteto de ataque jamás reunido, en un equipo invencido más de 6 años en el Bernabéu: Kopa, Di Stéfano, Puskas, Rial y Gento.
4 extraordinarios años, 32 partidos contra las mejores selecciones, 144 goles, ninguna derrota, la famosa Hungría 1950, acaba ese increíble ciclo récord, el día de la final del Mundial 1954, derrotada por Alemania, en un partido sospechoso, deportiva y políticamente. A lo largo de ese glorioso trayecto, Puskas se luce más que nunca en Wembley, en noviembre 1953, dirigiendo un equipo magiar que destroza por primera vez en su templo a los inventores de un cierto género de fútbol, 6 a 3. Los ingleses del capitán Wright y Stanley Matthews prometen revancha en Budapest, unos meses más tarde, pero encajan otra histórica goleadísima, 7-1. 200.000 testigos habían vivido el fin de una vieja idea del football. Los ingleses practicaban el football, mientras los húngaros jugaban al fútbol.
Huyendo los carros de combate rusos en 1956, Ferenc Puskas ya había establecido un récord impensable hoy: 83 goles (en 84 selecciones). Récord universal de goles de un jugador, por delante del mismísimo Rey Pelé (77 goles en 95 partidos). Cuando llega al Real Madrid, a los 31 años, ya había ganado 4 títulos de Campeón de Hungría con el Honved (1950/52/54/55). Con el Real Madrid, a partir de 1958, acumula 6 títulos nacionales (1961 a 1965 y 1967), tres Copas de Europa (1959, 60 y 66) y la Intercontinental de 1960. Entre esos éxitos, la famosa Copa de Europa de Hampden Park, recordada por la historia del fútbol como la más bella: Real Madrid 7, Eintracht de Francfort 3. Diez goles en apenas una hora de juego, 3 de Di Stefano y 4 de Puskas en 25 minutos. Este mismo año, ganará la primera Copa Intercontinental contra el gran Peñarol, 5-1 en el partido de vuelta en el Santiago Bernabéu, marcando él dos goles. En 1952, había marcado el primer tanto de la final de los Juegos Olímpicos, que ganó Hungría a Yugoslavia 2-0, su primer gran título.
"Cañoncito Pum" y "el Comandante Galopante" fueron dos de sus motes, el primero debido a la potencia y precisión de su disparo de la izquierda, el segundo porque heredó del grado de Comandante, cuando el Honved fue requisitado por el ejército. Puskas, sin haber sido nunca oficialmente un delantero centro, sino muchas veces un interior derecho, disparaba -sobre todo de la izquierda- y marcaba sin contar ni tergiversar y así y también fue cuatro veces pichichi de la Liga española (1960/61/63/64).
Después de retirarse pasados los cuarenta años, tras esta extraordinaria segunda carrera treintañera y de diez años en el Real Madrid, emprende una tercera carrera no menos rica: de 1967 a 1992, dirigirá 12 clubs en 8 países y 4 continentes entre cuales Al Masry en Egipto, Vancouver en Canadá, Murcia en España, Colo-Colo en Chile, Cerro Porteño en Paraguay, Melbourne en Australia y por fin AEK Atenas y Panathinaikos en Grecia. Es, a la luz de sus avisados consejos de delantero completo, que el Panathinaikos llega a la cumbre de su historia y gloria jugando la final de la Copa de Europa 1971 contra el todopoderoso Ajax de Amsterdam de Rinus Mitchel y Johan Cruyff. En el mítico estadio de Wembley de sus hazañas de 1953, no hubo otro milagro y Cruyff alzó el primero de sus 3 cetros continentales consecutivos, tras un claro 2-0.
Ferenc Puskas, muy enfermo desde hace varios años, también sufría de melancolía y criticaba, como la mayoría de los grandes atacantes del fútbol clásico, la avaricia en goles, regates, paredes, disparos, juego y espectáculo del fútbol moderno. Él que fue tan generoso en todos los campos del mundo como en la vida, falleció el viernes 17 de noviembre de 2006, en Budapest, la ciudad donde había nacido el 2 de abril de 1927.
- Jugando por la Selección de Hungria anotó 84 goles en 85 partidos.
- Es considerado el sexto mejor jugador de la historia (trás: Pelé, Cruyff, Beckenbauer, Di Stéfano, Maradona)
- Mejor futbolista húngaro de la historia
- Máximo goleador de la selección de Hungria.
- Entre 1950 y 1956 sólo perdió un encuentro jugando por su Selección: La Final del Mundo de 1954.
Nacio en Budapest, Hungría el 2 de Abril de 1927 y obtuvo 4 Copas de Europa, 4 Ligas (1 en Hungria y 3 con el Real Madrid) y una medalla de Oro en Helsinki ´52. Fue cuatro veces maximo goleador de la liga española y según el FIHE (Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol) es el máximo goleador de la historia con 512 goles en 528 partidos de primera división.
Se transformó en el estandarte y gran capitán de Hungría, más conocida como “Los Magiares Mágicos”, donde fue finalista de la Copa del Mundo de Suiza ´54, con un equipo de lujo que estaba integrado además por verdaderos directores de orquesta como Koscic y Czibor. Jugó además en el Honved de Hungría y Real Madrid de España junto a Di Stéfano, Gento y Rial, para retirarse a los 40 años e inicia su carrera de entrenador que lo lleva al Panathinaikos de Grecia, Colo – Colo de Chile y la Selección de Hungría, entre otros equipo.
En 1997 y con 70 años recibe un espectacula homenaje en el Estadio Nacional Húngaro, en el cual es acompaño por sus compañeros de toda la vida, recibiendo la “Orden Olímpica” de manos del presidente del COI (Comité Olímpico Internacional), Juan Antonio Samaranch
Ferenc Puskas: el Comandante Galopante
A los 16 años, ya disparaba sus primeros tiros de artillero y estrenaba títulos, con el Kispest, equipo de su padre y de un barrio de Budapest, luego anexado por el ejército y rebautizado Honved de Budapest en 1949, y a los 40 años, se retira del fútbol tras muchísimos goles y títulos, con el Real Madrid, con el Honved o con la selección húngara.
Siempre ha jugado con los mejores en sus tres equipos, tres equipos que hicieron el fútbol más bonito del universo en la década 1950, con el Santos de Pelé y el Stade de Reims de Kopa. Con la Hungría de oro y los Bozsik, Hidegkuti, Czibor, Kocsis, o con el Honved, anima el juego creativo y ofensivo más espectacular de Europa, alineando goles sin tregua. Con el Real Madrid, integró el mejor quinteto de ataque jamás reunido, en un equipo invencido más de 6 años en el Bernabéu: Kopa, Di Stéfano, Puskas, Rial y Gento.
4 extraordinarios años, 32 partidos contra las mejores selecciones, 144 goles, ninguna derrota, la famosa Hungría 1950, acaba ese increíble ciclo récord, el día de la final del Mundial 1954, derrotada por Alemania, en un partido sospechoso, deportiva y políticamente. A lo largo de ese glorioso trayecto, Puskas se luce más que nunca en Wembley, en noviembre 1953, dirigiendo un equipo magiar que destroza por primera vez en su templo a los inventores de un cierto género de fútbol, 6 a 3. Los ingleses del capitán Wright y Stanley Matthews prometen revancha en Budapest, unos meses más tarde, pero encajan otra histórica goleadísima, 7-1. 200.000 testigos habían vivido el fin de una vieja idea del football. Los ingleses practicaban el football, mientras los húngaros jugaban al fútbol.
Huyendo los carros de combate rusos en 1956, Ferenc Puskas ya había establecido un récord impensable hoy: 83 goles (en 84 selecciones). Récord universal de goles de un jugador, por delante del mismísimo Rey Pelé (77 goles en 95 partidos). Cuando llega al Real Madrid, a los 31 años, ya había ganado 4 títulos de Campeón de Hungría con el Honved (1950/52/54/55). Con el Real Madrid, a partir de 1958, acumula 6 títulos nacionales (1961 a 1965 y 1967), tres Copas de Europa (1959, 60 y 66) y la Intercontinental de 1960. Entre esos éxitos, la famosa Copa de Europa de Hampden Park, recordada por la historia del fútbol como la más bella: Real Madrid 7, Eintracht de Francfort 3. Diez goles en apenas una hora de juego, 3 de Di Stefano y 4 de Puskas en 25 minutos. Este mismo año, ganará la primera Copa Intercontinental contra el gran Peñarol, 5-1 en el partido de vuelta en el Santiago Bernabéu, marcando él dos goles. En 1952, había marcado el primer tanto de la final de los Juegos Olímpicos, que ganó Hungría a Yugoslavia 2-0, su primer gran título.
"Cañoncito Pum" y "el Comandante Galopante" fueron dos de sus motes, el primero debido a la potencia y precisión de su disparo de la izquierda, el segundo porque heredó del grado de Comandante, cuando el Honved fue requisitado por el ejército. Puskas, sin haber sido nunca oficialmente un delantero centro, sino muchas veces un interior derecho, disparaba -sobre todo de la izquierda- y marcaba sin contar ni tergiversar y así y también fue cuatro veces pichichi de la Liga española (1960/61/63/64).
Después de retirarse pasados los cuarenta años, tras esta extraordinaria segunda carrera treintañera y de diez años en el Real Madrid, emprende una tercera carrera no menos rica: de 1967 a 1992, dirigirá 12 clubs en 8 países y 4 continentes entre cuales Al Masry en Egipto, Vancouver en Canadá, Murcia en España, Colo-Colo en Chile, Cerro Porteño en Paraguay, Melbourne en Australia y por fin AEK Atenas y Panathinaikos en Grecia. Es, a la luz de sus avisados consejos de delantero completo, que el Panathinaikos llega a la cumbre de su historia y gloria jugando la final de la Copa de Europa 1971 contra el todopoderoso Ajax de Amsterdam de Rinus Mitchel y Johan Cruyff. En el mítico estadio de Wembley de sus hazañas de 1953, no hubo otro milagro y Cruyff alzó el primero de sus 3 cetros continentales consecutivos, tras un claro 2-0.
Ferenc Puskas, muy enfermo desde hace varios años, también sufría de melancolía y criticaba, como la mayoría de los grandes atacantes del fútbol clásico, la avaricia en goles, regates, paredes, disparos, juego y espectáculo del fútbol moderno. Él que fue tan generoso en todos los campos del mundo como en la vida, falleció el viernes 17 de noviembre de 2006, en Budapest, la ciudad donde había nacido el 2 de abril de 1927.
Última edición por enrike007 el Lun Oct 29, 2012 8:41 am, editado 1 vez en total.
Re: Leyendas del Fútbol...
hombreeee!!. cuanta leyenda!!.
imaginen Juntar por ejplo a
Didi,Djhalma,Tostao,Garrincha,Zico,Perfumo,Elias,Aguinaga,Higüita,,Ghiggia,Monti,etc... hombre Q Gran evento!!.
imaginen Juntar por ejplo a
Didi,Djhalma,Tostao,Garrincha,Zico,Perfumo,Elias,Aguinaga,Higüita,,Ghiggia,Monti,etc... hombre Q Gran evento!!.
Desaparece,Desaparece Breve Llama de Fuego,Que la Vida es solo una Sombra que Camina!.
Re: Leyendas del Fútbol...
LEV YASHIN - RUSIA
- Considerado el mejor arquero de Todos los Tiempos
- Incluido en el Dream Team de los mundiales FIFA.
- “Único”. Cualquier descripción de Lev Yashin acaba resumiéndose así: no hemos visto otro portero como él. Cuando falleció, en 1990, había recibido todos los reconocimientos posibles: desde la Orden de Lenin en 1968 a un grandioso partido de despedida en 1971, ante 100.000 espectadores y con la presencia de Pelé, Eusébio y Beckenbauer. Con el paso del tiempo, su nombre representa cada vez más lo máximo a lo que puede aspirar alguien que actúe bajo los tres palos. Tanto es así, que el premio al mejor arquero en cada Copa Mundial de la FIFA, instaurado en 1994, se llama como él. Esa posición, de hecho, nunca volvió a ser la misma. Se convirtió en sinónimo de Lev Yashin.
Lev Ivanovich Yashin o Yachin; Moscú, 1929 - 1990) Futbolista ruso. Conocido internacionalmente como la Araña Negra, está considerado uno de los mejores porteros de la historia del fútbol; de una gran envergadura, era muy ágil y seguro bajo los palos.
Inició su vida deportiva jugando al hockey sobre hielo como portero cuando trabajaba como mecánico en una fábrica de aviones. En 1949 entró a formar parte del club de fútbol Dinamo de Moscú, también como portero, y en 1953 empezó a ser conocido mundialmente.
En 1956 fue campeón olímpico con el equipo de la URSS. En 1958, siendo ya titular del equipo nacional de la Unión Soviética, jugó el Campeonato Mundial de Suecia. En 1960 se proclamó campeón de Europa de selecciones nacionales y en 1964 fue subcampeón, al perder la final con España, en el Estadio Santiago Bernabéu de Madrid. En 1962 jugó el Campeonato Mundial de Chile y en 1966 el Campeonato Mundial de Inglaterra. Fue galardonado con el Balón de Oro en 1963, siendo el único guardameta europeo que ha conseguido ese premio. Defendió tres veces la portería de la selección de la FIFA y se retiró del fútbol en 1971, los 41 años de edad.
Jugó 326 partidos con el Dinamo de Moscú y 78 con la selección nacional soviética, en los que detuvo cien penaltis, su gran especialidad. Yashin alcanzó el grado de coronel en el Ejercito soviético y fue condecorado con las Órdenes Bandera Roja y Lenin. Fue nombrado miembro del Comité de Estado del Deporte de la URSS, y obtuvo el diploma de la escuela superior del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Al dejar el fútbol activo fue entrenador de equipos juveniles y profesor de Educación Física.
El 21 de marzo de 1990, Yashin falleció a causa de un cáncer de estómago en Moscú. Su recuerdo no se perdería nunca en Rusia donde, a pesar de los cambios políticos vividos por la ex Unión Soviética, para todas las repúblicas surgidas de esa federación siempre sería un punto de unión deportiva. Así, las autoridades de Moscú decidieron levantar una estatua al legendario futbolista ruso, por considerarle uno de los mejores de todos los tiempos
- Considerado el mejor arquero de Todos los Tiempos
- Incluido en el Dream Team de los mundiales FIFA.
- “Único”. Cualquier descripción de Lev Yashin acaba resumiéndose así: no hemos visto otro portero como él. Cuando falleció, en 1990, había recibido todos los reconocimientos posibles: desde la Orden de Lenin en 1968 a un grandioso partido de despedida en 1971, ante 100.000 espectadores y con la presencia de Pelé, Eusébio y Beckenbauer. Con el paso del tiempo, su nombre representa cada vez más lo máximo a lo que puede aspirar alguien que actúe bajo los tres palos. Tanto es así, que el premio al mejor arquero en cada Copa Mundial de la FIFA, instaurado en 1994, se llama como él. Esa posición, de hecho, nunca volvió a ser la misma. Se convirtió en sinónimo de Lev Yashin.
Lev Ivanovich Yashin o Yachin; Moscú, 1929 - 1990) Futbolista ruso. Conocido internacionalmente como la Araña Negra, está considerado uno de los mejores porteros de la historia del fútbol; de una gran envergadura, era muy ágil y seguro bajo los palos.
Inició su vida deportiva jugando al hockey sobre hielo como portero cuando trabajaba como mecánico en una fábrica de aviones. En 1949 entró a formar parte del club de fútbol Dinamo de Moscú, también como portero, y en 1953 empezó a ser conocido mundialmente.
En 1956 fue campeón olímpico con el equipo de la URSS. En 1958, siendo ya titular del equipo nacional de la Unión Soviética, jugó el Campeonato Mundial de Suecia. En 1960 se proclamó campeón de Europa de selecciones nacionales y en 1964 fue subcampeón, al perder la final con España, en el Estadio Santiago Bernabéu de Madrid. En 1962 jugó el Campeonato Mundial de Chile y en 1966 el Campeonato Mundial de Inglaterra. Fue galardonado con el Balón de Oro en 1963, siendo el único guardameta europeo que ha conseguido ese premio. Defendió tres veces la portería de la selección de la FIFA y se retiró del fútbol en 1971, los 41 años de edad.
Jugó 326 partidos con el Dinamo de Moscú y 78 con la selección nacional soviética, en los que detuvo cien penaltis, su gran especialidad. Yashin alcanzó el grado de coronel en el Ejercito soviético y fue condecorado con las Órdenes Bandera Roja y Lenin. Fue nombrado miembro del Comité de Estado del Deporte de la URSS, y obtuvo el diploma de la escuela superior del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Al dejar el fútbol activo fue entrenador de equipos juveniles y profesor de Educación Física.
El 21 de marzo de 1990, Yashin falleció a causa de un cáncer de estómago en Moscú. Su recuerdo no se perdería nunca en Rusia donde, a pesar de los cambios políticos vividos por la ex Unión Soviética, para todas las repúblicas surgidas de esa federación siempre sería un punto de unión deportiva. Así, las autoridades de Moscú decidieron levantar una estatua al legendario futbolista ruso, por considerarle uno de los mejores de todos los tiempos
Última edición por enrike007 el Lun Oct 29, 2012 8:52 am, editado 1 vez en total.
Re: Leyendas del Fútbol...
Dios Santo Haga un Libro sere el primero en Comprarlo!!.
El mejor portero de Todos Los tiempos "La Araña Negra".
El mejor portero de Todos Los tiempos "La Araña Negra".
Desaparece,Desaparece Breve Llama de Fuego,Que la Vida es solo una Sombra que Camina!.
Re: Leyendas del Fútbol...
RAYMOND KOPA - FRANCIA
- Elegido el mejor jugador del Mundial de 1958
- Tercer mejor jugador francés de la historia (trás: Zinedine Zidane y Michel Platini)
Fuente:Don Balón.
Raymond Kopa,nació el 13 de Octubre de 1931,en Noeux - Les Mines.Es considerado el tercer mejor jugador en la historia del fútbol francés;En el mundial de 1958 fue elegido el mejor jugador del campeonato
Un cronista inglés bautizó a Raymond Kopa como el "Napoleón del fútbol". Sus temibles regates a gran velocidad, secos, cortantes e inesperados, rompían a las defensas contrarias. Lo ganó todo en el fútbol y casi todo como ser humano, dejando grandes frases para el recuerdo: "Si yo tuviera que dar un solo consejo a los jóvenes sería: amad al fútbol con la misma pasión que yo y os irá bien. Se hace bien aquello que se ama".
La historia empezó, a finales de los años veinte, en un pueblo minero del norte de Francia, Noeux -Les- Mines, donde se instaló, en busca de prosperidad y de un buen futuro, la familia polaca Kopaszewski, para trabajar en las minas. Y allí, en el duro ambiente de recios mineros, nació, el 13 de octubre de 1931, un niño que se desarrollaría, más bien, con figura escueta, corta estatura, poco peso y apariencia débil, pero con una agilidad física y sobre todo mental portentosa. No era el prototipo del sufrido minero, pero como tal empezó a trabajar. Había que ayudar. Dos hechos, no obstante, marcarían un rumbo diferente a su vida.
A los 15 años sufrió un accidente que le costó un dedo de la mano izquierda, hecho que le hizo replantearse el camino que deseaba seguir. Esta circunstancia, unida a que su casa estaba al lado del estadio de la población, lugar donde el niño consumía sus horas libres jugando al fútbol, fueron decisivas. Bueno, estas circunstancias, en realidad, lo que permitieron fue descubrir que el pequeño Kopa, así abreviaban sus colegas el complicado apellido familiar, había nacido para ser un as del fútbol mundial. Desde pequeño asombraba con el manejo del balón. Parecía llevarlo cosido a sus pies en sus habituales y diabólicas carreras hacia la portería contraria.
Campeón con el Stade de Reims
No tardó en resultarle pequeño el primer equipo de su pueblo y en 1949 pasó al SCO Angers, donde estuvo dos años. En 1951, Albert Bateux, responsable del Stade de Reims, a la sazón equipo estrella del fútbol francés, se lo llevó para encaminarlo hacia la gloria. Fichó por 1.800.000 de francos de la época y, de la mano de su mentor, se fue formando y destacando hasta 1956. En total jugó 158 partidos, marcó 48 goles y dio muchos más. Fue campeón de Francia dos veces (en 1953 y en 1955) y se hizo con la Copa Latina de 1953, en Lisboa, frente al Milan. Su fama traspasó fronteras pese a su juventud. De él se escribió: "Nadie puede frenarle cuando se infiltra con regates cortos y milimétricos". Un año antes, había debutado con la selección francesa frente a la República Federal de Alemania con victoria gala por 3-1.
Pero lo que cambió su vida fue la final de la primera Copa de Europa que disputó con el Stade de Reims, en el Parque de los Príncipes, el 13 de junio de 1956, frente al Real Madrid. Fue un partido memorable, que se tuvo que seguir por radio, mediante la voz de Matías Prats, porque entonces la tele era un sueño imposible. El Stade de Reims se adelantó por dos veces, pero a la postre Di Stéfano y sus compañeros se impusieron por un apoteósico 3-4. Don Santiago Bernabéu, más allá de la alegría por el éxito, le echó el ojo a ese pequeño diablo llamado Raymond Kopa… y se lo llevó a su Real Madrid.
Polémica con Di Stefano
No fue fácil su entrada en aquel Real Madrid, disputándole nada menos que a Di Stéfano el número 9. El gran Alfredo dijo: "La idea de Bernabéu cuando lo trajo era que jugara de delantero centro y yo de interior o extremo derecho. Probamos en los entrenamientos, pero salió todo torcido. A mí me daba lo mismo porque iba al centro igual. Estaba claro quién mandaba en el césped". De modo que Kopa jugó de extremo y a veces de interior.
Años después el Napoleón del fútbol se refirió a su estancia en el Real Madrid como "una alegría; crear juego, sin ideas herméticas, con imaginación… y tener en tu equipo a Alfredo Di Stéfano era como llevar paracaídas cuando viajas en avión. Alfredo fue todo un fenómeno, quizá el mejor de la historia". En cualquier caso, Kopa formó parte de una de las delanteras míticas de la historia del fútbol, recitadas de memoria por los privilegiados contemporáneos que tuvieron el placer de verlos jugar: Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento.
Tres temporadas estuvo en el triunfante Real Madrid. En ellas logró dos títulos de Liga (1956-57 y 1957-58) y tres Copas de Europa. En 1957, en el Bernabéu, los blancos ganaron la final por 2-0 a la Fiorentina; en 1958, en Bruselas, al Milan y en 1959, en Stuttgart, a su querido Stade de Reims por 2-0. Con este partido cerraba su estancia en el Real Madrid, que había comenzado a raíz de la final entre los mismos conjuntos, en el Parque de los Príncipes, y había acabado con idéntico partido, tres años y tres Copas de Europa después.
En su despedida sufrió una grave lesión, pero se mantuvo en el campo para evitar que el Madrid se quedara con diez. Todo un gesto. La alineación fue: Domínguez; Marquitos, Santamaría, Zárraga; Santiesteban, A. Ruiz; Kopa, Mateos, Di Stéfano, Rial y Gento.
En 1958 ganó el Balón de Oro, por delante de Di Stéfano y del mítico inglés Matthews, a quien la corona británica concedería el título de Sir, y en 1959, tras su tercera Copa de Europa, Santiago Bernabéu quiso renovarle por cinco años, con una tentadora oferta económica, pero Raymond decidió regresar a Francia. La recuperación de su grave lesión, unida a que su hijo había muerto de cáncer y tal vez la presión de jugar en competencia con Di Stéfano le hicieron cambiar de rumbo. Él lo explicó así: "Los negocios que poseía en Francia me reclamaban, además mi mujer no se adaptó nunca a la vida española". Con el Real Madrid jugó 103 partidos y marcó 30 goles.
Regreso al Stade de Reims
De regreso a Francia, en 1959, se reintegró a su Stade de Reims, con el que jugó durante ocho años, seis en Primera División y dos en Segunda. Finalmente, con 31 años, decidió retirarse del fútbol profesional y dedicarse a sus negocios. Pero su físico y su mente le pedían todavía guerra y puso su empeño, su trabajo y su pasión, en el fútbol, jugando como amateur en el Notre Dame Des Champs.
En 1963, antes de abandonar el fútbol profesional, tuvo la oportunidad de recibir una despedida a nivel mundial. Formó parte de la Selección del Resto del Mundo, que se enfrentó a Inglaterra en Wembley. El resultado final fue 2-1, favorable a los ingleses.
Palmarés de Kopa
A lo largo de su vida Raymond Kopa jugó en los siguientes equipos: Noeux- Les- Mines, SCO Angers, Stade de Reims, Real Madrid, de nuevo Stade de Reims y como amateur en el Notre- Dame-Des Champs. Fue cuatro veces campeón de Francia, dos veces campeón de España y tres veces campeón de Europa, obtuvo el Balón de Oro y fue distinguido por el Estado francés con la Legión de honor. En total jugó 385 partidos, 45 de ellos con la Selección de Francia, y marcó 103 goles. Sin duda, estamos hablando de registros de crack mundial.
Pelé dijo: "Jugar al fútbol es lo más simple del mundo. Sólo es menester jugar". Raymond Kopa lo puede suscribir, pero cuando se le pregunta: ¿qué hubiera hecho en el caso de participar en el fútbol actual?, responde: “está tan profesionalizado que da asco”. Kopa, el Napoleón del fútbol; genio y figura.
- Elegido el mejor jugador del Mundial de 1958
- Tercer mejor jugador francés de la historia (trás: Zinedine Zidane y Michel Platini)
Fuente:Don Balón.
Raymond Kopa,nació el 13 de Octubre de 1931,en Noeux - Les Mines.Es considerado el tercer mejor jugador en la historia del fútbol francés;En el mundial de 1958 fue elegido el mejor jugador del campeonato
Un cronista inglés bautizó a Raymond Kopa como el "Napoleón del fútbol". Sus temibles regates a gran velocidad, secos, cortantes e inesperados, rompían a las defensas contrarias. Lo ganó todo en el fútbol y casi todo como ser humano, dejando grandes frases para el recuerdo: "Si yo tuviera que dar un solo consejo a los jóvenes sería: amad al fútbol con la misma pasión que yo y os irá bien. Se hace bien aquello que se ama".
La historia empezó, a finales de los años veinte, en un pueblo minero del norte de Francia, Noeux -Les- Mines, donde se instaló, en busca de prosperidad y de un buen futuro, la familia polaca Kopaszewski, para trabajar en las minas. Y allí, en el duro ambiente de recios mineros, nació, el 13 de octubre de 1931, un niño que se desarrollaría, más bien, con figura escueta, corta estatura, poco peso y apariencia débil, pero con una agilidad física y sobre todo mental portentosa. No era el prototipo del sufrido minero, pero como tal empezó a trabajar. Había que ayudar. Dos hechos, no obstante, marcarían un rumbo diferente a su vida.
A los 15 años sufrió un accidente que le costó un dedo de la mano izquierda, hecho que le hizo replantearse el camino que deseaba seguir. Esta circunstancia, unida a que su casa estaba al lado del estadio de la población, lugar donde el niño consumía sus horas libres jugando al fútbol, fueron decisivas. Bueno, estas circunstancias, en realidad, lo que permitieron fue descubrir que el pequeño Kopa, así abreviaban sus colegas el complicado apellido familiar, había nacido para ser un as del fútbol mundial. Desde pequeño asombraba con el manejo del balón. Parecía llevarlo cosido a sus pies en sus habituales y diabólicas carreras hacia la portería contraria.
Campeón con el Stade de Reims
No tardó en resultarle pequeño el primer equipo de su pueblo y en 1949 pasó al SCO Angers, donde estuvo dos años. En 1951, Albert Bateux, responsable del Stade de Reims, a la sazón equipo estrella del fútbol francés, se lo llevó para encaminarlo hacia la gloria. Fichó por 1.800.000 de francos de la época y, de la mano de su mentor, se fue formando y destacando hasta 1956. En total jugó 158 partidos, marcó 48 goles y dio muchos más. Fue campeón de Francia dos veces (en 1953 y en 1955) y se hizo con la Copa Latina de 1953, en Lisboa, frente al Milan. Su fama traspasó fronteras pese a su juventud. De él se escribió: "Nadie puede frenarle cuando se infiltra con regates cortos y milimétricos". Un año antes, había debutado con la selección francesa frente a la República Federal de Alemania con victoria gala por 3-1.
Pero lo que cambió su vida fue la final de la primera Copa de Europa que disputó con el Stade de Reims, en el Parque de los Príncipes, el 13 de junio de 1956, frente al Real Madrid. Fue un partido memorable, que se tuvo que seguir por radio, mediante la voz de Matías Prats, porque entonces la tele era un sueño imposible. El Stade de Reims se adelantó por dos veces, pero a la postre Di Stéfano y sus compañeros se impusieron por un apoteósico 3-4. Don Santiago Bernabéu, más allá de la alegría por el éxito, le echó el ojo a ese pequeño diablo llamado Raymond Kopa… y se lo llevó a su Real Madrid.
Polémica con Di Stefano
No fue fácil su entrada en aquel Real Madrid, disputándole nada menos que a Di Stéfano el número 9. El gran Alfredo dijo: "La idea de Bernabéu cuando lo trajo era que jugara de delantero centro y yo de interior o extremo derecho. Probamos en los entrenamientos, pero salió todo torcido. A mí me daba lo mismo porque iba al centro igual. Estaba claro quién mandaba en el césped". De modo que Kopa jugó de extremo y a veces de interior.
Años después el Napoleón del fútbol se refirió a su estancia en el Real Madrid como "una alegría; crear juego, sin ideas herméticas, con imaginación… y tener en tu equipo a Alfredo Di Stéfano era como llevar paracaídas cuando viajas en avión. Alfredo fue todo un fenómeno, quizá el mejor de la historia". En cualquier caso, Kopa formó parte de una de las delanteras míticas de la historia del fútbol, recitadas de memoria por los privilegiados contemporáneos que tuvieron el placer de verlos jugar: Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento.
Tres temporadas estuvo en el triunfante Real Madrid. En ellas logró dos títulos de Liga (1956-57 y 1957-58) y tres Copas de Europa. En 1957, en el Bernabéu, los blancos ganaron la final por 2-0 a la Fiorentina; en 1958, en Bruselas, al Milan y en 1959, en Stuttgart, a su querido Stade de Reims por 2-0. Con este partido cerraba su estancia en el Real Madrid, que había comenzado a raíz de la final entre los mismos conjuntos, en el Parque de los Príncipes, y había acabado con idéntico partido, tres años y tres Copas de Europa después.
En su despedida sufrió una grave lesión, pero se mantuvo en el campo para evitar que el Madrid se quedara con diez. Todo un gesto. La alineación fue: Domínguez; Marquitos, Santamaría, Zárraga; Santiesteban, A. Ruiz; Kopa, Mateos, Di Stéfano, Rial y Gento.
En 1958 ganó el Balón de Oro, por delante de Di Stéfano y del mítico inglés Matthews, a quien la corona británica concedería el título de Sir, y en 1959, tras su tercera Copa de Europa, Santiago Bernabéu quiso renovarle por cinco años, con una tentadora oferta económica, pero Raymond decidió regresar a Francia. La recuperación de su grave lesión, unida a que su hijo había muerto de cáncer y tal vez la presión de jugar en competencia con Di Stéfano le hicieron cambiar de rumbo. Él lo explicó así: "Los negocios que poseía en Francia me reclamaban, además mi mujer no se adaptó nunca a la vida española". Con el Real Madrid jugó 103 partidos y marcó 30 goles.
Regreso al Stade de Reims
De regreso a Francia, en 1959, se reintegró a su Stade de Reims, con el que jugó durante ocho años, seis en Primera División y dos en Segunda. Finalmente, con 31 años, decidió retirarse del fútbol profesional y dedicarse a sus negocios. Pero su físico y su mente le pedían todavía guerra y puso su empeño, su trabajo y su pasión, en el fútbol, jugando como amateur en el Notre Dame Des Champs.
En 1963, antes de abandonar el fútbol profesional, tuvo la oportunidad de recibir una despedida a nivel mundial. Formó parte de la Selección del Resto del Mundo, que se enfrentó a Inglaterra en Wembley. El resultado final fue 2-1, favorable a los ingleses.
Palmarés de Kopa
A lo largo de su vida Raymond Kopa jugó en los siguientes equipos: Noeux- Les- Mines, SCO Angers, Stade de Reims, Real Madrid, de nuevo Stade de Reims y como amateur en el Notre- Dame-Des Champs. Fue cuatro veces campeón de Francia, dos veces campeón de España y tres veces campeón de Europa, obtuvo el Balón de Oro y fue distinguido por el Estado francés con la Legión de honor. En total jugó 385 partidos, 45 de ellos con la Selección de Francia, y marcó 103 goles. Sin duda, estamos hablando de registros de crack mundial.
Pelé dijo: "Jugar al fútbol es lo más simple del mundo. Sólo es menester jugar". Raymond Kopa lo puede suscribir, pero cuando se le pregunta: ¿qué hubiera hecho en el caso de participar en el fútbol actual?, responde: “está tan profesionalizado que da asco”. Kopa, el Napoleón del fútbol; genio y figura.
Última edición por enrike007 el Lun Oct 29, 2012 8:57 am, editado 1 vez en total.