Del Baúl de los Recuerdos....
Re: Del Baúl de los Recuerdos....
Primer Lugar: Juego de Pronosticos y Reto de Campeones 2013, Segundo Lugar: Juego de Pronosticos y Reto de Campeones 2012
Re: Del Baúl de los Recuerdos....
Ningun pugil actual ni de hace 30 años tuvo cifras parecidas, eran otros tiempos.Hubo un peso welter llamado Jack Britton que llegó a campeón mundial en épocas románticas de gran actividad, con muchos obstáculos y pocos títulos, que celebró 325 pleitos y solo fue noqueado 1 vez. Britton nació en el estado de Nueva York el 14 de octubre de 1885, peleó profesionalmente durante 25 años, desde 1905 hasta 1930 y murió en Miami el 27 de marzo de 1962. ¿ Podrá algún púgil actual igualar esa cifra? Son 265 peleas más que las realizadas por Ali.
Te falto mencionar entre los longevos a Kid Azteca, que un amigo suyo, tambien peleador de su epoca en su momento afirmo que ternia registradas ms de 300 peleas del Kid.
Y en otro tema mencioné a Joe Conde, del cual se menciona que tuvo 500 combates.
Babe Arizmendi otro longevo con unas 140 peleas, y se supone que hay una buena cantidad no registrada, y todo eso antes de los 30 años ya que se retiro me parece a los 28.
Babe Vazquez, el Matusalen mexicano con historial oficial de casi 200 peleas y que combatio despues de los 40 años, una muy avanzada edad para su peso ya que su division natural fue la ligera, combatio con lo mejor de su epoca, y ya veterano todavia dio batalla a gente de la talla de Mantequilla Napoles y Ultiminio Ramos.
Young Griffo, otro superhistorico, tambien tiene numeros impresionantes, con mas de 200 peleas y varios mitos respecto a su persona.
ES MAS FACIL ACEPTAR SER PENDEJO, QUE DEMOSTRAR NO SERLO
¡¡TAKAAAAAAAAKOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!
¡¡TAKAAAAAAAAKOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!
Re: Del Baúl de los Recuerdos....
Y el papa de Daniel Zaragoza Fenix? Ese se~or supero los 400 encuentros
Primer Lugar: Juego de Pronosticos y Reto de Campeones 2013, Segundo Lugar: Juego de Pronosticos y Reto de Campeones 2012
Re: Del Baúl de los Recuerdos....
RETIRADA | EL MEJOR BOXEADOR ESPAÑOL DE TODOS LOS TIEMPOS
El último zarpazo del Lince de Parla
Después de 21 años, 72 peleas y ocho cinturones de campeón del mundo, Javier Castillejo cuelga los guantes con el mejor palmarés de la historia del boxeo patrio. Magazine lo acompañó el día de su despedida. «Ser boxeador en España parece un delito», lamenta.
ÁLBUM: El último zarpazo del Lince de Parla
Por Juan Carlos Rodríguez. Fotografías de Ricardo Cases
«¡Lince! Furia es tu interior/ ¡Lince! Rom-pes el dolor / ¡Lince! Acechando estás / ¡Lince! Sangre animal…». La canción del grupo heavy Amset, compuesta en honor del boxeador Javier Castillejo (Madrid, 22-III-1968), popularmente conocido como el Lince de Parla, resuena a todo volumen en La Cubierta de Leganés. Vestido con un batín azul con bordes plateados, su acerado puño derecho a la altura del corazón, el púgil recorre lentamente el pasillo que separa el vestuario del ring. Envuelto en una orgía de luces de colores, el chico de barrio se transmuta en artista del boxeo.
Unas 10.000 gargantas corean su nombre. No es una velada cualquiera: es el último combate del mejor boxeador español de todos los tiempos. «¡Lince, eres el más grande!», gritan los aficionados al tiempo que intentan inmortalizar el paseíllo con sus teléfonos móviles. Antes de subir al ring, el veterano gladiador se detiene en la zona VIP y le da un beso en los labios a Marta, la madre de sus dos hijos. Un beso cariñoso, aunque no demasiado sensual (lleva el protector bucal), que a ella, cansada de verle ganarse el pan a puñetazos, le sabe a gloria.
Tanto su mujer como su preparador, Ricardo Sánchez Atocha, le venían insistiendo en la retirada. Hasta que El Lince, casi a regañadientes, comprendió que había llegado el momento de colgar los guantes. Que era preferible un adiós a tiempo, con 41 años y en plenitud de facultades, que arrastrarse por los cuadriláteros.
«Si por él fuera, seguiría peleando una vez más. Para convencerle me he tenido que poner pesado, incluso borde», asegura Sánchez Atocha, mánager, amigo y ángel custodio de Castillejo desde hace dos décadas. El pasado 12 de abril de 2008, su pupilo intentó conquistar el título europeo de peso mediano ante el alemán Sebastian Sylvester, en Neubrandenburgo. Pero, contra todo pronóstico, cayó derrotado por KO. «Fue una decepción, porque era la primera vez que perdía por nocaut. En el boxeo es muy importante la velocidad, tener reflejos para devolver los golpes en el momento oportuno. Y a Javi, que físicamente está como un cañón, empezaba a faltarle esa chispilla. Si continuara compitiendo, acabaría haciendo importantes a boxeadores que no son nadie», prosigue el veterano director de la promotora Rimer Box.
El combate-homenaje de La Cubierta, el pasado 4 de abril, planteado como el derby del morbo entre Rimer Box y Barceló (principales viveros pugilísticos de España), acabó en nulo (empate), pero el resultado fue lo de menos.
Así lo entendió el rival, Pablo Huracán Navascués (33 años, seis veces campeón de España), que le robó un beso en el fragor de la pelea y, con la mejilla en carne viva, le subió a hombros en señal de respeto. Hubo abrazos y lágrimas. El José Tomás del cuadrilátero, como le llaman por su afición a los toros, se cortaba la coleta en la misma plaza donde, hace una década, el 29 de enero de 1999, se proclamó por primera vez campeón del mundo ante Keith Asesino Mullings.
Un palmarés sin parangón. Ni Carrasco, ni Legrá ni Urtain, leyendas de la época dorada del boxeo en España, años 60-70, hicieron tantos méritos como el Lince de Parla, boxeador valiente (guapo, en el argot pugilístico) y encajador cuyo palmarés no tiene parangón: a lo largo de 21 años y 72 combates (62 victorias, 42 de ellas por KO) se ha proclamado ocho veces campeón del mundo en dos categorías distintas (seis en superwelter, hasta 69,8 kilos, y dos en peso medio, hasta 72,5 kilos), seis veces campeón de Europa y tres de España. Sólo el motociclista Ángel Nieto (12+1) le supera en títulos internacionales.
De haber nacido en EEUU, Rusia o Alemania, Castillejo sería hoy un ídolo de masas. Un Nadal con guantes; un Alonso de las 16 cuerdas. Valdría su peso en oro y las marcas se lo rifarían. Pero, pese a haber paseado la bandera de España por medio mundo, es uno de los deportistas de elite más desconocidos por el gran público. «Ser boxeador profesional en España parece un delito», ruge el luchador. Por supuesto, ninguna cadena de televisión retransmitió su último combate.
«Es una pena que la tele no haya apostado por ello», comenta. «Llevo 21 años en esto, y te aseguro que es el momento más bajo del boxeo español. Este deporte engancha, da audiencia, es un espectáculo más. Dos hombres en un ring ante un árbitro y tres jueces que puntúan una serie de golpes. ¿Violento? Esto es un deporte con reglas, no una pelea callejera. En el cuadrilátero no hay odio. ¿Tú viste violencia en esa velada? ¿Oíste a alguien gritar: ‘Hijo de puta, mátalo?’ [el periodista niega con la cabeza]. Luego vas a ver un Madrid-Barça y sales vivo de milagro. Por es, yo no llevo a mi hijo al fútbol», se enerva este púgil de natural tranquilo, equilibrado y hogareño y padre amantísimo. Saray (12 años) y Javier (8) «no pudieron ver el combate porque lo prohíbe el Defensor del Menor». Especie boxística en vías de extinción, el Lince de Parla nos cita dos semanas después de su adiós oficial en el gimnasio Marbella, en el barrio madrileño de Ciudad Lineal, adonde llega cada día desde Parla en su flamante BMW. Que haya colgado los guantes no significa que haya dejado de entrenar. «Por la mañana, de 9 a 11, hago carrera, gimnasia y circuito de pesas. Por la tarde, de 5 a 8, sesión técnica en el gimnasio del Rayo Vallecano: comba, asalto de sombra, manoplas…», explica.
Está recién duchado, y por su camiseta asoman sus bíceps de acero; en el antebrazo derecho tiene tatuada una rosa con las palabras «Amor y libertad». Apasionado de Camarón, devoto del Cristo del Gran Poder y seguidor del Atleti, se define como «testarudo y con mucho corazón». Sin un gramo de grasa, no aparenta los 41 años que tiene. A pesar de una tocha moldeada a golpes, su presencia no intimida. Como presume su mujer, «no tiene la típica cara de boxeador». Su complexión corresponde a un peso mediano, categoría reina del pugilismo que combina velocidad y pegada. Sólo conoció los michelines tras concursar en el reality de supervivencia Aventura en África (2005), que terminó en tercer lugar después de matar el hambre con saltamontes o lengua de hiena: «Perdí 15 kilos y salí con muchas ansias de comer. En 20 días engordé 20 kilos».
–¿Le ha costado colgar los guantes?
–Hombre, cuando uno lleva 21 años boxeando es difícil decir adiós. Las despedidas son duras, y a mí el boxeo me lo ha dado todo. Pero uno debe aceptarlo. Gracias a Dios, en todo este tiempo no he hecho el tonto. He invertido en ladrillo y tengo en proyecto montar un gimnasio en Parla.
–¿Cuándo se es viejo para boxear?
–Depende. Yo físicamente estoy bien, pero para competir al máximo nivel… Algunos boxeadores se retiran muy pronto porque están muy castigados, y otros duran más porque saben defenderse mejor. Yo pego más que me pegan. Pero ya no existen boxeadores sonados. Si acaso, boxeadores golpeados que han sufrido mucho. Los sonados no boxean, están en la calle.
–¿Qué le ha enseñado el boxeo?
–Sacrificio, constancia, disciplina, respeto a mis contrarios… Es una metáfora de la vida. Además, me sacó de la calle. Cuando yo era joven, no había información sobre la droga. Mucha gente del barrio cayó en la heroína, murió o está en el talego.
De extracción humilde, Javier Castillejo vivió en el barrio vallecano de Palomeras hasta los 4 años. En 1972 emigró con su familia a Francfort (Alemania): su padre trabajó empacando pintura en una megafábrica y su madre cosiendo en el textil. Su infancia –educación en un colegio alemán, dos clases de español a la semana– fue un cuarto forrado de posters de Bruce Lee, Jackie Chan y demás ídolos marciales.
A los 12 le aterrizaron en Parla, y no tardó en tontear con las chicas del barrio. Guaperas, avispado y precoz, dos años después se estrenaría en el sexo. «Lince, que eres un lince», y con el apodo se quedó. El emigrante rebotado se adaptó peor al colegio y lo acabó dejando.
Al poco tiempo estaba plantando cebollinos. «Luego, mi tío me enseñó el oficio de pintor de brocha gorda. He pintado coches a pistola, he sido guardia de seguridad, he hecho chapuzas de albañil… De todo». Con 15 años se apuntó a un gimnasio y ya no paró de pegarle al saco. «Se me daba bien. Con 17 años debuté como amateur». Tras la mili –«me licencié con 94 guardias»–, el entrenador de su gimnasio le presentó al promotor Ricardo Sánchez Atocha, púgil retirado que ya le había echado el ojo y que entonces representaba a Poli Díaz.
Cuatro años estuvo concentrado en El Espinar (Segovia) con el Potro de Vallecas. En ese tiempo fue sucesivamente campeón de España (1990), del mundo hispano (1992) y de Europa (1994). «Poli ya era campeón de Europa cuando yo empezaba como profesional. Entrenábamos con Ricardo mañana y tarde. Fue duro. Perdí la juventud, pero en mi caso mereció la pena: me hice fuerte como persona y como deportista». Mientras paseaba por el pueblo, conoció a la mujer de su vida. Al primer asalto cayó noqueado, y el combate acabó en boda. Marta asumió vivir junto a este asceta del ring y le apoyó en las malas rachas, como cuando hubo que compaginar el cuadrilátero con la brocha gorda.
Muletazos con vaquillas. Al principio, iba a ver sus peleas, pero luego le bastó con encomendarse al Cristo de Caloco, patrón de su pueblo, porque cada golpe le dolía en el alma. «Javi, ¿por qué no te retiras? Tú ya no tienes que demostrar nada», las veces que se lo habrá dicho... Pero cada pelea era un nuevo reto: «Cuando empiezas quieres ser campeón de España, luego de Europa y luego del mundo». Hasta que se plantó en los 40 con ocho cinturones.
Hoy, pese a la retirada, mantiene ciertos ritos. Después de entrenar cada mañana, y con el estómago aún vacío, el boxeador suele tomar el primer café del día con Ismael López, su amigo del alma, propietario de una carnicería en Parla. Les une la afición taurina, y de vez en cuando torean alguna vaquilla. «Más de una vez le han pegado un topetazo, pero enseguida se ha levantado. Su lema es: ‘Caer está permitido, levantarse es obligatorio’», dice Isma.
Por la tarde, el campeón retoma el entrenamiento en el angosto gimnasio del Rayo Vallecano. Salta a la comba, sombrea frente al espejo, le pega al saco con rabia... En la recepción, frente a un viejo cartel de 1916 (pelea entre Jack Johnson y Arthur Cravan), cuelga el póster del último combate de Castillejo. El Lince de Parla ha hecho historia. Tras su último rugido, su ilusión es «montar la escuela de boxeo y crear un campeón desde abajo». La canción de Amset le acompañará en su empeño: «Sabias son tus heridas, grande el porvenir…»
El último zarpazo del Lince de Parla
Después de 21 años, 72 peleas y ocho cinturones de campeón del mundo, Javier Castillejo cuelga los guantes con el mejor palmarés de la historia del boxeo patrio. Magazine lo acompañó el día de su despedida. «Ser boxeador en España parece un delito», lamenta.
ÁLBUM: El último zarpazo del Lince de Parla
Por Juan Carlos Rodríguez. Fotografías de Ricardo Cases
«¡Lince! Furia es tu interior/ ¡Lince! Rom-pes el dolor / ¡Lince! Acechando estás / ¡Lince! Sangre animal…». La canción del grupo heavy Amset, compuesta en honor del boxeador Javier Castillejo (Madrid, 22-III-1968), popularmente conocido como el Lince de Parla, resuena a todo volumen en La Cubierta de Leganés. Vestido con un batín azul con bordes plateados, su acerado puño derecho a la altura del corazón, el púgil recorre lentamente el pasillo que separa el vestuario del ring. Envuelto en una orgía de luces de colores, el chico de barrio se transmuta en artista del boxeo.
Unas 10.000 gargantas corean su nombre. No es una velada cualquiera: es el último combate del mejor boxeador español de todos los tiempos. «¡Lince, eres el más grande!», gritan los aficionados al tiempo que intentan inmortalizar el paseíllo con sus teléfonos móviles. Antes de subir al ring, el veterano gladiador se detiene en la zona VIP y le da un beso en los labios a Marta, la madre de sus dos hijos. Un beso cariñoso, aunque no demasiado sensual (lleva el protector bucal), que a ella, cansada de verle ganarse el pan a puñetazos, le sabe a gloria.
Tanto su mujer como su preparador, Ricardo Sánchez Atocha, le venían insistiendo en la retirada. Hasta que El Lince, casi a regañadientes, comprendió que había llegado el momento de colgar los guantes. Que era preferible un adiós a tiempo, con 41 años y en plenitud de facultades, que arrastrarse por los cuadriláteros.
«Si por él fuera, seguiría peleando una vez más. Para convencerle me he tenido que poner pesado, incluso borde», asegura Sánchez Atocha, mánager, amigo y ángel custodio de Castillejo desde hace dos décadas. El pasado 12 de abril de 2008, su pupilo intentó conquistar el título europeo de peso mediano ante el alemán Sebastian Sylvester, en Neubrandenburgo. Pero, contra todo pronóstico, cayó derrotado por KO. «Fue una decepción, porque era la primera vez que perdía por nocaut. En el boxeo es muy importante la velocidad, tener reflejos para devolver los golpes en el momento oportuno. Y a Javi, que físicamente está como un cañón, empezaba a faltarle esa chispilla. Si continuara compitiendo, acabaría haciendo importantes a boxeadores que no son nadie», prosigue el veterano director de la promotora Rimer Box.
El combate-homenaje de La Cubierta, el pasado 4 de abril, planteado como el derby del morbo entre Rimer Box y Barceló (principales viveros pugilísticos de España), acabó en nulo (empate), pero el resultado fue lo de menos.
Así lo entendió el rival, Pablo Huracán Navascués (33 años, seis veces campeón de España), que le robó un beso en el fragor de la pelea y, con la mejilla en carne viva, le subió a hombros en señal de respeto. Hubo abrazos y lágrimas. El José Tomás del cuadrilátero, como le llaman por su afición a los toros, se cortaba la coleta en la misma plaza donde, hace una década, el 29 de enero de 1999, se proclamó por primera vez campeón del mundo ante Keith Asesino Mullings.
Un palmarés sin parangón. Ni Carrasco, ni Legrá ni Urtain, leyendas de la época dorada del boxeo en España, años 60-70, hicieron tantos méritos como el Lince de Parla, boxeador valiente (guapo, en el argot pugilístico) y encajador cuyo palmarés no tiene parangón: a lo largo de 21 años y 72 combates (62 victorias, 42 de ellas por KO) se ha proclamado ocho veces campeón del mundo en dos categorías distintas (seis en superwelter, hasta 69,8 kilos, y dos en peso medio, hasta 72,5 kilos), seis veces campeón de Europa y tres de España. Sólo el motociclista Ángel Nieto (12+1) le supera en títulos internacionales.
De haber nacido en EEUU, Rusia o Alemania, Castillejo sería hoy un ídolo de masas. Un Nadal con guantes; un Alonso de las 16 cuerdas. Valdría su peso en oro y las marcas se lo rifarían. Pero, pese a haber paseado la bandera de España por medio mundo, es uno de los deportistas de elite más desconocidos por el gran público. «Ser boxeador profesional en España parece un delito», ruge el luchador. Por supuesto, ninguna cadena de televisión retransmitió su último combate.
«Es una pena que la tele no haya apostado por ello», comenta. «Llevo 21 años en esto, y te aseguro que es el momento más bajo del boxeo español. Este deporte engancha, da audiencia, es un espectáculo más. Dos hombres en un ring ante un árbitro y tres jueces que puntúan una serie de golpes. ¿Violento? Esto es un deporte con reglas, no una pelea callejera. En el cuadrilátero no hay odio. ¿Tú viste violencia en esa velada? ¿Oíste a alguien gritar: ‘Hijo de puta, mátalo?’ [el periodista niega con la cabeza]. Luego vas a ver un Madrid-Barça y sales vivo de milagro. Por es, yo no llevo a mi hijo al fútbol», se enerva este púgil de natural tranquilo, equilibrado y hogareño y padre amantísimo. Saray (12 años) y Javier (8) «no pudieron ver el combate porque lo prohíbe el Defensor del Menor». Especie boxística en vías de extinción, el Lince de Parla nos cita dos semanas después de su adiós oficial en el gimnasio Marbella, en el barrio madrileño de Ciudad Lineal, adonde llega cada día desde Parla en su flamante BMW. Que haya colgado los guantes no significa que haya dejado de entrenar. «Por la mañana, de 9 a 11, hago carrera, gimnasia y circuito de pesas. Por la tarde, de 5 a 8, sesión técnica en el gimnasio del Rayo Vallecano: comba, asalto de sombra, manoplas…», explica.
Está recién duchado, y por su camiseta asoman sus bíceps de acero; en el antebrazo derecho tiene tatuada una rosa con las palabras «Amor y libertad». Apasionado de Camarón, devoto del Cristo del Gran Poder y seguidor del Atleti, se define como «testarudo y con mucho corazón». Sin un gramo de grasa, no aparenta los 41 años que tiene. A pesar de una tocha moldeada a golpes, su presencia no intimida. Como presume su mujer, «no tiene la típica cara de boxeador». Su complexión corresponde a un peso mediano, categoría reina del pugilismo que combina velocidad y pegada. Sólo conoció los michelines tras concursar en el reality de supervivencia Aventura en África (2005), que terminó en tercer lugar después de matar el hambre con saltamontes o lengua de hiena: «Perdí 15 kilos y salí con muchas ansias de comer. En 20 días engordé 20 kilos».
–¿Le ha costado colgar los guantes?
–Hombre, cuando uno lleva 21 años boxeando es difícil decir adiós. Las despedidas son duras, y a mí el boxeo me lo ha dado todo. Pero uno debe aceptarlo. Gracias a Dios, en todo este tiempo no he hecho el tonto. He invertido en ladrillo y tengo en proyecto montar un gimnasio en Parla.
–¿Cuándo se es viejo para boxear?
–Depende. Yo físicamente estoy bien, pero para competir al máximo nivel… Algunos boxeadores se retiran muy pronto porque están muy castigados, y otros duran más porque saben defenderse mejor. Yo pego más que me pegan. Pero ya no existen boxeadores sonados. Si acaso, boxeadores golpeados que han sufrido mucho. Los sonados no boxean, están en la calle.
–¿Qué le ha enseñado el boxeo?
–Sacrificio, constancia, disciplina, respeto a mis contrarios… Es una metáfora de la vida. Además, me sacó de la calle. Cuando yo era joven, no había información sobre la droga. Mucha gente del barrio cayó en la heroína, murió o está en el talego.
De extracción humilde, Javier Castillejo vivió en el barrio vallecano de Palomeras hasta los 4 años. En 1972 emigró con su familia a Francfort (Alemania): su padre trabajó empacando pintura en una megafábrica y su madre cosiendo en el textil. Su infancia –educación en un colegio alemán, dos clases de español a la semana– fue un cuarto forrado de posters de Bruce Lee, Jackie Chan y demás ídolos marciales.
A los 12 le aterrizaron en Parla, y no tardó en tontear con las chicas del barrio. Guaperas, avispado y precoz, dos años después se estrenaría en el sexo. «Lince, que eres un lince», y con el apodo se quedó. El emigrante rebotado se adaptó peor al colegio y lo acabó dejando.
Al poco tiempo estaba plantando cebollinos. «Luego, mi tío me enseñó el oficio de pintor de brocha gorda. He pintado coches a pistola, he sido guardia de seguridad, he hecho chapuzas de albañil… De todo». Con 15 años se apuntó a un gimnasio y ya no paró de pegarle al saco. «Se me daba bien. Con 17 años debuté como amateur». Tras la mili –«me licencié con 94 guardias»–, el entrenador de su gimnasio le presentó al promotor Ricardo Sánchez Atocha, púgil retirado que ya le había echado el ojo y que entonces representaba a Poli Díaz.
Cuatro años estuvo concentrado en El Espinar (Segovia) con el Potro de Vallecas. En ese tiempo fue sucesivamente campeón de España (1990), del mundo hispano (1992) y de Europa (1994). «Poli ya era campeón de Europa cuando yo empezaba como profesional. Entrenábamos con Ricardo mañana y tarde. Fue duro. Perdí la juventud, pero en mi caso mereció la pena: me hice fuerte como persona y como deportista». Mientras paseaba por el pueblo, conoció a la mujer de su vida. Al primer asalto cayó noqueado, y el combate acabó en boda. Marta asumió vivir junto a este asceta del ring y le apoyó en las malas rachas, como cuando hubo que compaginar el cuadrilátero con la brocha gorda.
Muletazos con vaquillas. Al principio, iba a ver sus peleas, pero luego le bastó con encomendarse al Cristo de Caloco, patrón de su pueblo, porque cada golpe le dolía en el alma. «Javi, ¿por qué no te retiras? Tú ya no tienes que demostrar nada», las veces que se lo habrá dicho... Pero cada pelea era un nuevo reto: «Cuando empiezas quieres ser campeón de España, luego de Europa y luego del mundo». Hasta que se plantó en los 40 con ocho cinturones.
Hoy, pese a la retirada, mantiene ciertos ritos. Después de entrenar cada mañana, y con el estómago aún vacío, el boxeador suele tomar el primer café del día con Ismael López, su amigo del alma, propietario de una carnicería en Parla. Les une la afición taurina, y de vez en cuando torean alguna vaquilla. «Más de una vez le han pegado un topetazo, pero enseguida se ha levantado. Su lema es: ‘Caer está permitido, levantarse es obligatorio’», dice Isma.
Por la tarde, el campeón retoma el entrenamiento en el angosto gimnasio del Rayo Vallecano. Salta a la comba, sombrea frente al espejo, le pega al saco con rabia... En la recepción, frente a un viejo cartel de 1916 (pelea entre Jack Johnson y Arthur Cravan), cuelga el póster del último combate de Castillejo. El Lince de Parla ha hecho historia. Tras su último rugido, su ilusión es «montar la escuela de boxeo y crear un campeón desde abajo». La canción de Amset le acompañará en su empeño: «Sabias son tus heridas, grande el porvenir…»
Un día soñe que ahorcaba gente, me llamaban Don Clemente
Re: Del Baúl de los Recuerdos....
Buen dato Jorgito, aunque es poco conocido ya que creo no tuvo peleas del rango de las de azteca o Conde.jorgito escribió:Y el papa de Daniel Zaragoza Fenix? Ese se~or supero los 400 encuentros
Luis box
Que diferente es cuando estas sobrio (o al menos eso parece), ese articulo es muy bueno.
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- Registrado: Mar Dic 20, 2011 11:18 am
Re: Del Baúl de los Recuerdos....
Hasta el 2005 se mantuvo en actividad Reggie Strickland, quizas uno de los peores pugiles de los ultimos años, pero que totalizò algo asì como 363 / 368 peleas, segùn la enciclopedia que uno consulte.rey fenix escribió:Ningun pugil actual ni de hace 30 años tuvo cifras parecidas, eran otros tiempos.Hubo un peso welter llamado Jack Britton que llegó a campeón mundial en épocas románticas de gran actividad, con muchos obstáculos y pocos títulos, que celebró 325 pleitos y solo fue noqueado 1 vez. Britton nació en el estado de Nueva York el 14 de octubre de 1885, peleó profesionalmente durante 25 años, desde 1905 hasta 1930 y murió en Miami el 27 de marzo de 1962. ¿ Podrá algún púgil actual igualar esa cifra? Son 265 peleas más que las realizadas por Ali.
Te falto mencionar entre los longevos a Kid Azteca, que un amigo suyo, tambien peleador de su epoca en su momento afirmo que ternia registradas ms de 300 peleas del Kid.
Y en otro tema mencioné a Joe Conde, del cual se menciona que tuvo 500 combates.
Babe Arizmendi otro longevo con unas 140 peleas, y se supone que hay una buena cantidad no registrada, y todo eso antes de los 30 años ya que se retiro me parece a los 28.
Babe Vazquez, el Matusalen mexicano con historial oficial de casi 200 peleas y que combatio despues de los 40 años, una muy avanzada edad para su peso ya que su division natural fue la ligera, combatio con lo mejor de su epoca, y ya veterano todavia dio batalla a gente de la talla de Mantequilla Napoles y Ultiminio Ramos.
Young Griffo, otro superhistorico, tambien tiene numeros impresionantes, con mas de 200 peleas y varios mitos respecto a su persona.
El argentino Ernesto Miranda, siempre sostuvo que hizo mas de 200 peleas profesionales. pero ante la falta de registro eso jamàs se sabrà. Esto en tiempos mas antiguos que el nombrado antes.
Re: Del Baúl de los Recuerdos....
COCOA KID vs KID AZTECA...EL INICIO DE UNA RIVALIDAD HISTÓRICA: PUERTO RICO vs MÉXICO.
Cocoa Kid, uno de los más grandes boxeadores de Puerto Rico enfrentó en varias ocasiones al mexicano Kid Azteca, un gran exponente de la Raza Azteca.
Sin embargo, sendos boxeadores no son muy conocidos ni nombrados en las tipicas encuestas sobre los mejores púgiles de ambos paises....A que puede obedecer esto?
Alguien tiene datos de estos dos boxeadores, que se enfrentaron en tres ocasiones, según datos encontrados en Boxrec.
El primer combate tiene data del 19 de Enero de 1935, en México con un Empate.
La revancha llegó sólo....una semana despúes, el 26 de Enero, logrando el triunfo el boxeador mexicano.
Figura un tercer combate, con fecha 12 de Enero de 1941, siendo nuevamente triunfo por puntos para Kid Azteca.
Hay un cuarto combate en que habría ganado el boricua...e investigadores sostienen que fué Cocoa quien ganó 2 de los 4 combates.
Habrá salido de acá, la gran rivalidad mexicano - boricua?....Desconozco duelo anteriores a estas verdaderas leyendas
Algunos datos sueltos:
- Kid Azteca nació el 21 de Junio de 1913.....Cocoa Kid vio la primera luz el 17 de Enero de 1913...curiosamente nacieron el mismo año.
- Estos dos boxeadores eran tan buenos, sin embargo,nunca tuvieron una chance mundialista.Los Campeones de la época le negaron siempre la oportunidad.
- Se especula que Cocoa Kid era en realidad cubano.
- El mejor golpe de Kid Azteca era el gancho al higado.
- Ambos púgiles combatieron en más de 200 combates.
saludos
Cocoa Kid, uno de los más grandes boxeadores de Puerto Rico enfrentó en varias ocasiones al mexicano Kid Azteca, un gran exponente de la Raza Azteca.
Sin embargo, sendos boxeadores no son muy conocidos ni nombrados en las tipicas encuestas sobre los mejores púgiles de ambos paises....A que puede obedecer esto?
Alguien tiene datos de estos dos boxeadores, que se enfrentaron en tres ocasiones, según datos encontrados en Boxrec.
El primer combate tiene data del 19 de Enero de 1935, en México con un Empate.
La revancha llegó sólo....una semana despúes, el 26 de Enero, logrando el triunfo el boxeador mexicano.
Figura un tercer combate, con fecha 12 de Enero de 1941, siendo nuevamente triunfo por puntos para Kid Azteca.
Hay un cuarto combate en que habría ganado el boricua...e investigadores sostienen que fué Cocoa quien ganó 2 de los 4 combates.
Habrá salido de acá, la gran rivalidad mexicano - boricua?....Desconozco duelo anteriores a estas verdaderas leyendas
Algunos datos sueltos:
- Kid Azteca nació el 21 de Junio de 1913.....Cocoa Kid vio la primera luz el 17 de Enero de 1913...curiosamente nacieron el mismo año.
- Estos dos boxeadores eran tan buenos, sin embargo,nunca tuvieron una chance mundialista.Los Campeones de la época le negaron siempre la oportunidad.
- Se especula que Cocoa Kid era en realidad cubano.
- El mejor golpe de Kid Azteca era el gancho al higado.
- Ambos púgiles combatieron en más de 200 combates.
saludos
Re: Del Baúl de los Recuerdos....
El “Lacandón” Anaya es la máxima figura histórica que ha dado Chiapas, un hombre que, prácticamente por casualidad, entró en el mundo del pugilismo a los 18 años de edad, sin imaginarse que llegaría a deslumbrar al mundo con su feroz izquierda, que se convirtió en un arma letal para sus rivales.
Romeo Anaya Malpica nació en Cahuaré, pero su vida transcurrió entre la ciudad de México, Guanajuato y Sonora. En su infancia, para enfrentar las adversidades económicas de su familia, se dedicó a bolear zapatos, a cargar canastas en mercados del D.F., y en su juventud aprendió el oficio de hojalatero.
Cuando radicaba en la capital del país, poco a poco fue inmiscuyéndose en el mundo del pugilismo. Primero asistió como espectador y como apostador en la Arena México y en la Coliseo.
Su hermano, Raúl, considerado un prospecto importante a nivel local, pero que nunca alcanzó mayor trascendencia boxística, fue quien incluyó a Romeo de forma tangible en este deporte, cuando le pidió que lo ayudase como sparring en sus entrenamientos.
La primera pelea contabilizada de forma oficial en el récord del “Lacandón” sucedió el 31 de julio de 1967, cuando venció al “Costeño” Peña.
Al paso de algunas peleas de respaldo y de 20 combates profesionales en calidad de invicto, 17 por la vía del nocaut, Anaya conquistó el campeonato nacional Gallo, contra Alfredo “Pollo” Meneses, en la Plaza de Toros San Roque. Aquella ocasión enmarcó el primer cetro nacional obtenido por un chiapaneco.
El 31 de octubre de 1971, por primera vez, Chiapas fue escenario de una batalla por un campeonato nacional. En el combate estelar figuraba el nombre de Romeo Anaya, quien para ese entonces estaba considerado serio prospecto para la corona mundial de la división. Al frente estaba Meneses, un peleador de estilo más marrullero que técnico, quien sucumbió ante los golpes del chiapaneco en el tercer asalto.
Después el ídolo de Cahuaré realizó una exitosa defensa del cetro el 28 de octubre de 1972 en Guadalajara, Jalisco; ante Salvador Carillo, a quien despachó en seis episodios.
El máximo fulgor alcanzado por el supremo campeón chiapaneco fue en 1973, en el mes de enero, cuando Anaya derrota en tres episodios al panameño Enrique “Maravilla” Pinder, pelea por la que obtiene 10 mil dólares de bolsa y el campeonato mundial Gallo de la Asociación Mundial de Boxeo.
Antes de obtener el cetro mundial, superó al colombiano Néstor Babá Jiménez en 1972 y, antes, el 27 de junio de 1970 había perdido el Invicto en la Arena México ante Octavio “Famoso” Gómez; derrota que lo hizo pensar en retirarse.
La carrera del “Lacandón” fue siempre seguida de cerca por promotores que trataron de aprovechar la condición de este peleador que comenzó el declive de su carrera en Sudáfrica, en noviembre de 1973, cuando perdió ante Arnold Taylor, aunque esa función le representó una ganancia de 120 mil dólares.
Anaya prácticamente tenía vencido a Taylor, sin embargo, un conteo demasiado lento por parte del réferi en el noveno asalto, le dio tiempo al sudafricano de reaccionar, mandar a la lona y vencer al gran ídolo en el décimo cuarto episodio.
En agosto de 1974, Romeo Anaya, venido a menos físicamente a causa del desgaste deportivo y de sus excesos con el alcohol, perdió en su intento por conseguir el cetro mundial Gallo del Consejo Mundial de Boxeo, ante Rafael Herrera, quien exhibió al monarca en seis episodios.
El “Lacandón” prefirió el camino bohemio por el de los combates arriba del ring, su fama lo hizo ganar grandes cantidades de dinero que ahora están sepultadas en las mujeres que tal vez no lo recuerdan y en el alcohol que tienen su cuerpo y su mente, lejos de su propio honor.
Después de eso, Anaya siguió peleando con más pena que gloria, su cuerpo estaba cada vez más intoxicado con el alcohol que bebía y en el que derrochó todo el dinero que ganó arriba del ring y que le trajo muchos supuestos amigos, quienes firmaban sus cheques sin que se pudiera enterar, a causa del perenne estado de ebriedad en el que vivía.
Desde el año 2005, cuando se inauguró el Centro de Alto Rendimiento de Boxeo Amateur “Romeo Anaya”, en la colonia San José Terán, cada tarde el primer campeón mundial que ha dado Chiapas se dedica a transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones de peleadores estatales. El sueldo que percibe no tiene nada que ver con todo el dinero que ganó como figura del momento. El alcohol es un problema que no ha podido superar y que lo tiene casi olvidado por quienes lo admiraron cuando estuvo en plenitud.
ROMEO ANAYA MALPICA
Nació el 5 de abril de 1946 en Cahuaré, Chiapas
División Gallo
Récord: 46 victorias (38 por nocaut), 19 derrotas y un empate.
Obtuvo el campeonato nacional Gallo en Tuxtla Gutiérrez, el 31 de octubre de 1971, ante Alfredo Meneses, por nocaut en el tercer episodio.
Conquistó el campeonato mundial Gallo de la AMB, el 20 de enero de 1973 ante Enrique Maravilla Pínder, por nocaut en tres asaltos. El título lo pierde en Sudáfrica ante Arnold Taylor, quien lo noquea en 14 rounds
En ese viaje a Sudáfrica, el “Lacandón” tuvo oportunidad de convivir con Nelson Mandela.
Reta a Rafael Herrera por el cetro mundial Gallo del CMB, pero pierde por nocaut en el sexto episodio; el escenario fue El Distrito Federal, el 25 de mayo de 1974.
Primer Lugar: Juego de Pronosticos y Reto de Campeones 2013, Segundo Lugar: Juego de Pronosticos y Reto de Campeones 2012
Re: Del Baúl de los Recuerdos....
EL CURIOSO CASO DE WALTER “ TATAKE” QUISBERT
EL BOLIVIANO DE 2,20 METROS QUE PELEÓ EN LA ÉPOCA DE BONAVENA
Escrito por:
WALTER MINOR
Nacíó en La Paz, Bolivia, el 17 de septiembre de 1959
Cursó estudios primarios pero no terminó la etapa secundaria.
A los 14 se fue a Chile caminando con unos amigos del barrio. Demoraron una semana en llegar a la ciudad de Arica, donde la hermana tenía un puesto de frutas
A los 15 ya medía 1,90 metros y pesaba 99 kilos. Esa estampa imponente hizo que un entrenador chileno, llamado Santiago Peta, lo invitara al gimnasio y pronto estuvo preparado para combatir como peso pesado en un campeonato de debutantes en el coliseo 'Fortín Sotomayor', de Arica. Allí ganó las dos peleas en 1971 y se llevó el título.
En 1973 se produce el golpe de Estado que derroca a Salvador Allende y retorna a Bolivia, pero no retomó el boxeo por un tiempo.
Mientras tanto fue bailarín Caporale y entre el 1974 y 1976, basquetbolista en ciudad de La Paz, ocupando la posición de de pívot.
En 1976, la selección de boxeo de Arica viajó a La Paz y su ex entrenador, Santiago Peta le lleva el diploma obtenido en el campeonato de 1971.
Habían pasado cinco años de su primera pelea y recién ahí la Federación Boliviana se enteró de que había sido pugilista invitándolo entonces a participar de los Juegos Bolivarianos de 1977.
Rara era la organización de aquellos juegos, porque no se usaron cabezales.
Lo importante es que luego de vencer a los representantes de Ecuador, Perú y Venezuela, Quisbert se clasifica campeón, obteniendo varios trofeos.
Dos años después, en 1978, a los 18 años, se hace profesional y como tal pelea hasta 1985.
El record profesional es una incógnita. Solo recuerdo un combate ganado frente a Carlos Caro en Argentina y otro perdido en Brasil (casi a escondidas), frente al brasileño Luiz Faustino Pires (ex campeón sudamericano), que no figura en el record de este, en ningún lado.
Seguramente no habrá hecho más de 15 peleas y buscarlas sería un martirio, ya que, en su mayoría, las habrá ejecutado en Bolivia, donde nunca se llevó ningún control.
A poco de retirarse, se unió a un grupo de luchadores convirtiéndose en atracción y peleando por todo el mundo. Así conoció 24 países.
Walter “Tatake” Quisbert, dentro del boxeo, solo fue la curiosidad de un boliviano en el peso máximo, ya que no poseía condiciones para este deporte.
EL BOLIVIANO DE 2,20 METROS QUE PELEÓ EN LA ÉPOCA DE BONAVENA
Escrito por:
WALTER MINOR
Nacíó en La Paz, Bolivia, el 17 de septiembre de 1959
Cursó estudios primarios pero no terminó la etapa secundaria.
A los 14 se fue a Chile caminando con unos amigos del barrio. Demoraron una semana en llegar a la ciudad de Arica, donde la hermana tenía un puesto de frutas
A los 15 ya medía 1,90 metros y pesaba 99 kilos. Esa estampa imponente hizo que un entrenador chileno, llamado Santiago Peta, lo invitara al gimnasio y pronto estuvo preparado para combatir como peso pesado en un campeonato de debutantes en el coliseo 'Fortín Sotomayor', de Arica. Allí ganó las dos peleas en 1971 y se llevó el título.
En 1973 se produce el golpe de Estado que derroca a Salvador Allende y retorna a Bolivia, pero no retomó el boxeo por un tiempo.
Mientras tanto fue bailarín Caporale y entre el 1974 y 1976, basquetbolista en ciudad de La Paz, ocupando la posición de de pívot.
En 1976, la selección de boxeo de Arica viajó a La Paz y su ex entrenador, Santiago Peta le lleva el diploma obtenido en el campeonato de 1971.
Habían pasado cinco años de su primera pelea y recién ahí la Federación Boliviana se enteró de que había sido pugilista invitándolo entonces a participar de los Juegos Bolivarianos de 1977.
Rara era la organización de aquellos juegos, porque no se usaron cabezales.
Lo importante es que luego de vencer a los representantes de Ecuador, Perú y Venezuela, Quisbert se clasifica campeón, obteniendo varios trofeos.
Dos años después, en 1978, a los 18 años, se hace profesional y como tal pelea hasta 1985.
El record profesional es una incógnita. Solo recuerdo un combate ganado frente a Carlos Caro en Argentina y otro perdido en Brasil (casi a escondidas), frente al brasileño Luiz Faustino Pires (ex campeón sudamericano), que no figura en el record de este, en ningún lado.
Seguramente no habrá hecho más de 15 peleas y buscarlas sería un martirio, ya que, en su mayoría, las habrá ejecutado en Bolivia, donde nunca se llevó ningún control.
A poco de retirarse, se unió a un grupo de luchadores convirtiéndose en atracción y peleando por todo el mundo. Así conoció 24 países.
Walter “Tatake” Quisbert, dentro del boxeo, solo fue la curiosidad de un boliviano en el peso máximo, ya que no poseía condiciones para este deporte.
Primer Lugar: Juego de Pronosticos y Reto de Campeones 2013, Segundo Lugar: Juego de Pronosticos y Reto de Campeones 2012
Re: Del Baúl de los Recuerdos....
TONY GALENTO
By Gilberto Prado Galán.
Galento era un boxeador recio, exento de buenas maneras y ostentaba una calvicie que resaltaba su hilarante figura.
Tres letras efe podrían definir la actitud del gladiador boxístico Tony Galento: forzudo, fornido, fortachón. Un hombre que jamás retrocedía en el cuadrilátero. Una locomotora humana con fuelle incombustible.
Dos combates bastarían para valorar el aplomo de quien debió no poco de su fortuna a su carismático nombre: la refriega contra el bombardero de Detroit, Joe Louis y, por supuesto, la mítica contienda sostenida, en desgarrante toma y daca, frente a Max Baer. El encuentro con Louis fue violento desde el primer episodio. Galento marchaba hacia adelante con pasos firmes y corazón de guerrero. Joe Louis, poseedor de una musculatura armónica, estudiaba al rival y lanzaba jabs con pertinencia y astucia. Galento salió, en el tercer round, a liquidar al moreno de Michigan. Y logró tumbarlo con fulminante izquierdazo. Ése parecía el final de la pelea, pero Louis se caracterizó siempre –incluso cuando Rocky Marciano lo venció- por una valentía granítica, indomable. Sobrevivió Louis en ese tercer capítulo y en la esquina le aconsejaron liquidar a Galento en el cuarto. Y así fue.
Galento era un boxeador recio, exento de buenas maneras y ostentaba una calvicie que resaltaba su hilarante figura. Una figura sin garbo ni elegancia. Pertenecía de lleno al mundo de los rudos, de los bravucones del ring y, si me apuran, de los sucios. Galento apostó, antes de su pelea con Arthur DeKuh, que consumiría 50 hot-dogs la noche previa al combate. Ganó la apuesta y también el pleito.
Era un calamitoso estuche de artimañas: cabezazos, golpes bajos, piquetes con los dedos de los guantes e, incluso, mazazos con los codos. La estrambótica personalidad de Tony era reforzada fuera del cuadrilátero: gran fumador e incorregible bebedor de cerveza.
Galento era dueño de un bar y debía su apodo “Two-Ton-Tony” (Tony, dos toneladas) a la broma que gastó cuando llegó barrido al inicio de una pelea: “tuve que entregar dos toneladas de hielo camino al ring”. Se cuenta que en una noche derribó a tres oponentes en Detroit (1931), y que tomaba cerveza en los descansos de los episodios.
La clave de su boxeo era un letal gancho izquierdo y una ambición de ganar la pelea a cómo diera lugar: con faltas y arbitrariedades sin cuento. Incluso con improperios e insultos. Durante la batalla gritaba a Joe Louis frases racistas. Y al cabo del tiempo llegó a trabar amistad con el bombardero de Detroit. Louis llamó a Galento “el hombre que jamás tuvo miedo”.
Tras colgar los guantes el aguerrido pugilista se dedicó a administrar su bar e intercambiaba anécdotas y chascarrillos con los parroquianos.
El 22 de julio de 1979, aquejado de diabetes, Galento perdió sin marrullerías la pelea final. Había animado como nadie el mundo del boxeo.
By Gilberto Prado Galán.
Galento era un boxeador recio, exento de buenas maneras y ostentaba una calvicie que resaltaba su hilarante figura.
Tres letras efe podrían definir la actitud del gladiador boxístico Tony Galento: forzudo, fornido, fortachón. Un hombre que jamás retrocedía en el cuadrilátero. Una locomotora humana con fuelle incombustible.
Dos combates bastarían para valorar el aplomo de quien debió no poco de su fortuna a su carismático nombre: la refriega contra el bombardero de Detroit, Joe Louis y, por supuesto, la mítica contienda sostenida, en desgarrante toma y daca, frente a Max Baer. El encuentro con Louis fue violento desde el primer episodio. Galento marchaba hacia adelante con pasos firmes y corazón de guerrero. Joe Louis, poseedor de una musculatura armónica, estudiaba al rival y lanzaba jabs con pertinencia y astucia. Galento salió, en el tercer round, a liquidar al moreno de Michigan. Y logró tumbarlo con fulminante izquierdazo. Ése parecía el final de la pelea, pero Louis se caracterizó siempre –incluso cuando Rocky Marciano lo venció- por una valentía granítica, indomable. Sobrevivió Louis en ese tercer capítulo y en la esquina le aconsejaron liquidar a Galento en el cuarto. Y así fue.
Galento era un boxeador recio, exento de buenas maneras y ostentaba una calvicie que resaltaba su hilarante figura. Una figura sin garbo ni elegancia. Pertenecía de lleno al mundo de los rudos, de los bravucones del ring y, si me apuran, de los sucios. Galento apostó, antes de su pelea con Arthur DeKuh, que consumiría 50 hot-dogs la noche previa al combate. Ganó la apuesta y también el pleito.
Era un calamitoso estuche de artimañas: cabezazos, golpes bajos, piquetes con los dedos de los guantes e, incluso, mazazos con los codos. La estrambótica personalidad de Tony era reforzada fuera del cuadrilátero: gran fumador e incorregible bebedor de cerveza.
Galento era dueño de un bar y debía su apodo “Two-Ton-Tony” (Tony, dos toneladas) a la broma que gastó cuando llegó barrido al inicio de una pelea: “tuve que entregar dos toneladas de hielo camino al ring”. Se cuenta que en una noche derribó a tres oponentes en Detroit (1931), y que tomaba cerveza en los descansos de los episodios.
La clave de su boxeo era un letal gancho izquierdo y una ambición de ganar la pelea a cómo diera lugar: con faltas y arbitrariedades sin cuento. Incluso con improperios e insultos. Durante la batalla gritaba a Joe Louis frases racistas. Y al cabo del tiempo llegó a trabar amistad con el bombardero de Detroit. Louis llamó a Galento “el hombre que jamás tuvo miedo”.
Tras colgar los guantes el aguerrido pugilista se dedicó a administrar su bar e intercambiaba anécdotas y chascarrillos con los parroquianos.
El 22 de julio de 1979, aquejado de diabetes, Galento perdió sin marrullerías la pelea final. Había animado como nadie el mundo del boxeo.